Deportistas ejemplares y personajes del año
Anualmente, El Espectador abre la convocatoria para elegir al Deportista del Año mediante la presentación de un selecto grupo de competidores en casi todos los deportes que se practican en el país. De cada uno realiza un interesante perfil que permite que los ciudadanos colombianos puedan elegir al merecedor o merecedora de tan importante distinción. Este año han hecho mucho énfasis en los deportistas que han alcanzado grandes logros en competiciones paralímpicas y, a pesar de sus aparentes dificultades físicas, cada uno de ellos las supera con valor y gallardía. A varios no se los conocía, y gracias a esta convocatoria hoy sabemos de sus increíbles calidades y cualidades como personas y, naturalmente, como deportistas.
De igual manera, El Espectador busca al Personaje del Año con la presentación de una serie de personas provenientes de los más variados sectores de la sociedad: el arte, la literatura, la educación pública, trabajadores de la energía, la biodiversidad, la cocina tradicional y el liderazgo urbano, cultural, campesino e indígena. Inevitablemente están presentes los políticos, y varios tienen sus fortalezas, con quienes se puede tener afinidad o simpatía, o no. Los deportistas y personajes seleccionados por esta casa editorial se convierten en un respiro frente a los cientos y cientos de personajes siniestros empoderados en ministerios, unidades administrativas, embajadas, asesorías, etc., etc. Personalmente manifiesto mi cariño y admiración por los deportistas. Ellos generalmente vienen de sectores vulnerables y, con su tesón y buen comportamiento, son ciudadanos ejemplares para el resto de sus vidas. Y aunque no han faltado unos poquitos que la hayan embarrado, no es el común denominador.
Entre los personajes hay gente privilegiada y muchos sí han utilizado su nombre y prestigio para enaltecer al país con los carismas que la vida los ha premiado. Hay personajes controversiales con los que se puede estar de acuerdo o no. Lo importante es que se cuidaron, en lo posible, de escoger a los corrompidos tradicionales, a descarados y cínicos, a fanfarrones y torpes. En su conjunto son la esperanza de una Colombia adolorida. Qué bueno que pudieran multiplicarse en sus respectivos campos. Eso sí que sería la paz total. Por lo pronto, ¡Feliz Navidad 2024, prosperidad para 2025!
Ana María Córdoba Barahona, Pasto
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
Anualmente, El Espectador abre la convocatoria para elegir al Deportista del Año mediante la presentación de un selecto grupo de competidores en casi todos los deportes que se practican en el país. De cada uno realiza un interesante perfil que permite que los ciudadanos colombianos puedan elegir al merecedor o merecedora de tan importante distinción. Este año han hecho mucho énfasis en los deportistas que han alcanzado grandes logros en competiciones paralímpicas y, a pesar de sus aparentes dificultades físicas, cada uno de ellos las supera con valor y gallardía. A varios no se los conocía, y gracias a esta convocatoria hoy sabemos de sus increíbles calidades y cualidades como personas y, naturalmente, como deportistas.
De igual manera, El Espectador busca al Personaje del Año con la presentación de una serie de personas provenientes de los más variados sectores de la sociedad: el arte, la literatura, la educación pública, trabajadores de la energía, la biodiversidad, la cocina tradicional y el liderazgo urbano, cultural, campesino e indígena. Inevitablemente están presentes los políticos, y varios tienen sus fortalezas, con quienes se puede tener afinidad o simpatía, o no. Los deportistas y personajes seleccionados por esta casa editorial se convierten en un respiro frente a los cientos y cientos de personajes siniestros empoderados en ministerios, unidades administrativas, embajadas, asesorías, etc., etc. Personalmente manifiesto mi cariño y admiración por los deportistas. Ellos generalmente vienen de sectores vulnerables y, con su tesón y buen comportamiento, son ciudadanos ejemplares para el resto de sus vidas. Y aunque no han faltado unos poquitos que la hayan embarrado, no es el común denominador.
Entre los personajes hay gente privilegiada y muchos sí han utilizado su nombre y prestigio para enaltecer al país con los carismas que la vida los ha premiado. Hay personajes controversiales con los que se puede estar de acuerdo o no. Lo importante es que se cuidaron, en lo posible, de escoger a los corrompidos tradicionales, a descarados y cínicos, a fanfarrones y torpes. En su conjunto son la esperanza de una Colombia adolorida. Qué bueno que pudieran multiplicarse en sus respectivos campos. Eso sí que sería la paz total. Por lo pronto, ¡Feliz Navidad 2024, prosperidad para 2025!
Ana María Córdoba Barahona, Pasto
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