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El desorden del “Nuevo Orden”

Cartas de los lectores
07 de octubre de 2024 - 05:00 a. m.
"Israel ha erosionado no solo su propia imagen, sino también la de los países democráticos que lo apoyan": César Augusto Pardo Acosta
"Israel ha erosionado no solo su propia imagen, sino también la de los países democráticos que lo apoyan": César Augusto Pardo Acosta
Foto: Oficina de prensa Netanyahu/EFE - Oficina de prensa Netanyahu

Israel, conocido por dar nombres grandilocuentes a sus operaciones militares, ha bautizado a su reciente incursión en territorio libanés como “Operación Nuevo Orden”. Sin embargo, lo que ha hecho con este ataque es crear un nuevo desorden en la región.

El ex primer ministro israelí, Ehud Olmert, mencionó que antes de esta incursión la región vivía un período de paz de casi 17 años. Su cálculo comienza desde la guerra contra Hezbolá en 2006. En aquel conflicto, Hezbolá ofreció una resistencia inesperada y logró hacer retroceder al ejército israelí. Desde entonces, Hezbolá se consolidó como un símbolo de resistencia árabe e islámica frente a Israel en la región. Ese mismo episodio histórico es percibido por los ultranacionalistas israelíes, hoy en el gobierno, como una derrota pendiente de venganza. Y dicha venganza ha cobrado mayor urgencia desde los eventos del 7 de octubre.

El asesinato del líder político y espiritual de Hezbolá, Hasán Nasralá, podría desatar un terremoto en de esa paz que, con sus altibajos, ha mantenido una frágil estabilidad en la región durante casi dos décadas. Esta frágil paz se sostenía sobre un equilibrio no oficial, pero implícito, entre la resistencia árabe y el dominio israelí. Aunque asimétrico, este balance consistía, por un lado, en la superioridad militar de Israel y, por el otro, en la capacidad de presión sobre el terreno de actores paraestatales como Hezbolá y Hamás. Ambos lados eran conscientes de que no podían aventurarse más allá de sus posiciones sin arriesgarse a sufrir enormes pérdidas en sus filas.

Israel cree que con el asesinato de Nasralá acabará con Hezbolá, pero no es así. Esta organización seguirá, como en el pasado, cuando Israel también asesinó su líder y padre fundador Abbas al-Musawi en 1992. Y lejos de desmoronarse, Hezbolá se volvió más fuerte, tanto en lo militar como en lo político y social dentro del Líbano.

Netanyahu, ante las dificultades en Gaza con Hamás, ha decidido volcarse a una invasión en el Líbano. Y esta retórica no es nueva, ya desde tiempo atrás decía que Hamás no caería si no cae Hezbolá también. Así esto signifique escalar la guerra con otros actores de la región como Irán, e incluso Siria.

Sin embargo, incluso si Israel lograse derrotar a Hamás y a Hezbolá, esto no debería llevar a Netanyahu, ni al mundo, a la conclusión de que la resistencia contra la colonización israelí ha llegado a su fin. Desde 1948, esta resistencia ha atravesado diversas fases y ha contado con múltiples actores.

Con su continua violación de los derechos internacionales, Israel ha erosionado no solo su propia imagen, sino también la de los países democráticos que lo apoyan. La inestabilidad que Israel ha exacerbado en la región contribuye, a su vez, a u

na mayor inestabilidad global que puede dar lugar a un “Nuevo Orden” y tal vez este orden sea diferente al que ellos, y el mundo, esperan.

César Augusto Pardo Acosta

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