El ejemplo de la canciller Angela Merkel
Angela Merkel, canciller federal de Alemania, dejará en pocas semanas el poder que ha ejercido durante 16 años (desde el 22 de noviembre de 2005), tiempo que le ha permitido dejar una marca indeleble en su país natal y en la Unión Europea por su liderazgo y carisma basados en la transparencia de sus actos desde su juventud, aspecto importante en la vida de todo político: vivir en un ambiente de honestidad para proyectarlos posteriormente en su vida pública. Nacida y criada en un hogar conformado por un pastor luterano y una maestra de escuela en la República Democrática de Alemania, siempre demostró carácter y valentía para el ejercicio de su profesión como física y, sin embargo, siempre se mostró sensible a los problemas de su país y del mundo hasta convertirse en la primera mujer canciller de Alemania. Y como siempre, tuvo que enfrentarse al machismo y a la envidia de ellos.
La vida de Angela Merkel debería ser el espejo de muchos profesionales que consideran que estudiar carreras de las áreas de ciencias naturales o ciencias contables y similares no es exigible para ellos levantar su cara y mirar la problemática de nuestro país, porque eso es de los carretudos. Miren a esta mujer que después de destacarse en física y química desarrolló una brillante carrera política y gubernamental con visión continental. Y no lo hizo con asesores de imagen y de comunicación. Dueña de unos valores aprendidos en su hogar, los vivenció y aplicó en el ejercicio del poder. En su biografía no encontraremos millonarios sobornos ni billonarios contratos, mucho menos lo equivalente a papeles de Panamá o Pandora. Es una mujer pública sin escándalos, el ejercicio del poder lo ha realizado como el papel cristal.
La conducción de la economía alemana la hizo a punta del saneamiento financiero y disciplina fiscal, algo que nuestros dirigentes saben pero no aplican, porque no les interesa el porvenir de la nación. Siempre del lado de las soluciones constructivas con tenacidad, inflexibilidad, cristalina, por eso la llamaban a veces la “canciller de hierro” o “Angela la Grande”, y con enfoque europeo, de allí el respeto de toda la Unión Europea por esta maravillosa mujer, alejada del glamour y comprometida con su patria. Estudien la trayectoria de esta dirigente ejemplar y aprendan mucho de ella es la sugerencia para todos los candidatos presidenciales.
Ana María Córdoba Barahona, Pasto.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
El ejemplo de la canciller Angela Merkel
Angela Merkel, canciller federal de Alemania, dejará en pocas semanas el poder que ha ejercido durante 16 años (desde el 22 de noviembre de 2005), tiempo que le ha permitido dejar una marca indeleble en su país natal y en la Unión Europea por su liderazgo y carisma basados en la transparencia de sus actos desde su juventud, aspecto importante en la vida de todo político: vivir en un ambiente de honestidad para proyectarlos posteriormente en su vida pública. Nacida y criada en un hogar conformado por un pastor luterano y una maestra de escuela en la República Democrática de Alemania, siempre demostró carácter y valentía para el ejercicio de su profesión como física y, sin embargo, siempre se mostró sensible a los problemas de su país y del mundo hasta convertirse en la primera mujer canciller de Alemania. Y como siempre, tuvo que enfrentarse al machismo y a la envidia de ellos.
La vida de Angela Merkel debería ser el espejo de muchos profesionales que consideran que estudiar carreras de las áreas de ciencias naturales o ciencias contables y similares no es exigible para ellos levantar su cara y mirar la problemática de nuestro país, porque eso es de los carretudos. Miren a esta mujer que después de destacarse en física y química desarrolló una brillante carrera política y gubernamental con visión continental. Y no lo hizo con asesores de imagen y de comunicación. Dueña de unos valores aprendidos en su hogar, los vivenció y aplicó en el ejercicio del poder. En su biografía no encontraremos millonarios sobornos ni billonarios contratos, mucho menos lo equivalente a papeles de Panamá o Pandora. Es una mujer pública sin escándalos, el ejercicio del poder lo ha realizado como el papel cristal.
La conducción de la economía alemana la hizo a punta del saneamiento financiero y disciplina fiscal, algo que nuestros dirigentes saben pero no aplican, porque no les interesa el porvenir de la nación. Siempre del lado de las soluciones constructivas con tenacidad, inflexibilidad, cristalina, por eso la llamaban a veces la “canciller de hierro” o “Angela la Grande”, y con enfoque europeo, de allí el respeto de toda la Unión Europea por esta maravillosa mujer, alejada del glamour y comprometida con su patria. Estudien la trayectoria de esta dirigente ejemplar y aprendan mucho de ella es la sugerencia para todos los candidatos presidenciales.
Ana María Córdoba Barahona, Pasto.
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