El parque Simón Bolívar no es lugar para el Estéreo Picnic
Acaba de finalizar un festival musical de cuatro días en el Parque Simón Bolívar, con un preludio de unas semanas para su montaje y, a la fecha —una semana después— no han terminado el desmonte de la infraestructura y no hay acceso pleno a sus instalaciones.
Es bien sabido que es un evento masivo, que, según cifras de este mismo diario y del Instituto Distrital de Turismo, puede mover algo más de US$11 millones en la ciudad, por la calidad y cantidad de artistas de primer orden que se presentan y la amplia acogida ciudadana.
El éxito abrumador en su realización no se compadece con el Parque Simón Bolívar, lugar donde se llevó a cabo, por no ser el espacio adecuado para la magnitud del evento, ante las dificultades de todo orden que genera en el sector: con cierre de vías, traslado y despliegue masivo de policías que deberían estar en otros lugares de la ciudad, vendedores ambulantes en los barrios cercanos y desaseo al máximo —basta hacer un recorrido en la mañana para ver la cantidad de basura que los asistentes botan en las calles aledañas al parque—. Pero lo más grave de todo es el daño que se realiza en este ecosistema: miles de aves tiene este parque como vivienda y es sobrecogedor ver búhos deambulando por los tejados de las casas, gavilanes llaneros desubicados gritando, solo por nombrar dos de las especies que observamos en los barrios cercanos al parque y, finalmente, el ruido excesivo; porque una cosa es lo que se concertó y otra es escucharlo a alto volumen hasta las tres de la mañana y sin mayor consideración por el sueño del vecindario a las siete de la mañana del mismo día, de nuevo hacen pruebas de sonido.
Señor alcalde Galán, señores del IDRD, del IDT, de la Secretaría de Ambiente y señores empresarios del espectáculo, este no es el espacio para este tipo de actividades artísticas, que requieren lugares especiales y apartados de conjuntos residenciales, lo cual no es el caso en la localidad de Teusaquillo. Ojalá que para futuras versiones encuentren terrenos propicios similares a donde se venía realizando. Si bien el desplazamiento es bastante largo para el grupo de asistentes, es más importante la convivencia ciudadana que se ve alterada por el ruido y el daño a la naturaleza del parque más emblemático de la ciudad.
Enrique Espitia, Bogotá
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
Acaba de finalizar un festival musical de cuatro días en el Parque Simón Bolívar, con un preludio de unas semanas para su montaje y, a la fecha —una semana después— no han terminado el desmonte de la infraestructura y no hay acceso pleno a sus instalaciones.
Es bien sabido que es un evento masivo, que, según cifras de este mismo diario y del Instituto Distrital de Turismo, puede mover algo más de US$11 millones en la ciudad, por la calidad y cantidad de artistas de primer orden que se presentan y la amplia acogida ciudadana.
El éxito abrumador en su realización no se compadece con el Parque Simón Bolívar, lugar donde se llevó a cabo, por no ser el espacio adecuado para la magnitud del evento, ante las dificultades de todo orden que genera en el sector: con cierre de vías, traslado y despliegue masivo de policías que deberían estar en otros lugares de la ciudad, vendedores ambulantes en los barrios cercanos y desaseo al máximo —basta hacer un recorrido en la mañana para ver la cantidad de basura que los asistentes botan en las calles aledañas al parque—. Pero lo más grave de todo es el daño que se realiza en este ecosistema: miles de aves tiene este parque como vivienda y es sobrecogedor ver búhos deambulando por los tejados de las casas, gavilanes llaneros desubicados gritando, solo por nombrar dos de las especies que observamos en los barrios cercanos al parque y, finalmente, el ruido excesivo; porque una cosa es lo que se concertó y otra es escucharlo a alto volumen hasta las tres de la mañana y sin mayor consideración por el sueño del vecindario a las siete de la mañana del mismo día, de nuevo hacen pruebas de sonido.
Señor alcalde Galán, señores del IDRD, del IDT, de la Secretaría de Ambiente y señores empresarios del espectáculo, este no es el espacio para este tipo de actividades artísticas, que requieren lugares especiales y apartados de conjuntos residenciales, lo cual no es el caso en la localidad de Teusaquillo. Ojalá que para futuras versiones encuentren terrenos propicios similares a donde se venía realizando. Si bien el desplazamiento es bastante largo para el grupo de asistentes, es más importante la convivencia ciudadana que se ve alterada por el ruido y el daño a la naturaleza del parque más emblemático de la ciudad.
Enrique Espitia, Bogotá
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