El periodismo de ‘Semana’ no está exento de la ley
El Espectador inicia su editorial del 30 de octubre, titulado “Cuidado con la indebida presión a ‘Semana’”, diciéndole a la Fiscalía lo que debe hacer: desestimar la investigación a Semana o, de lo contrario, su acción será una severa limitación a la libertad de prensa. Sin embargo, semejante conclusión deja de lado aspectos evidentes. Por un lado, la función de la Fiscalía es investigar; por otro, el medio del que se habla está muy distante de un trabajo periodístico cabal y necesario.
Semana es la revista de un millonario, que opera bajo la dirección de una aspirante a la presidencia y que hace política publicando cualquier cosa que pueda servir a sus intereses —y a los de sus jefes—, pero que se presenta como “periodista periodista” que lucha en un contexto de persecución a la prensa libre.
No, no toda investigación es un ataque a la libertad de prensa, porque también hay responsabilidades que los medios deben cumplir, y porque el periodismo, hasta donde entiendo, no está exento del alcance de las normas del Código Penal. Si se usó un sistema de espionaje para infiltrar una campaña y ese material se le dio a un medio para que lo publicara con fines políticos, ¿no tendría que responder el diario por publicar datos obtenidos de forma ilegal? ¿No debería discutirse, desde los mismos medios, la altura ética de semejante servilismo? ¿No debería ser objeto de un editorial el papel de medios como revista Semana y de la periodista-candidata que la dirige? ¿O seguiremos fingiendo que no vemos el juego que transcurre aquí? Los principales perjudicados somos los colombianos, que necesitamos información de calidad, con estándares éticos y profesionalismo.
Así que no, la Fiscalía no tiene que dejar de investigar, y revista Semana no es un ejemplo de periodismo ni una manifestación de la libertad de expresión.
Como lectores, necesitamos mayor altura en el debate, más análisis y más autocrítica para garantizar que la prensa contribuya a la democracia. Su editorial está lejos de eso, y como lector, lo lamento.
Edwin Arciniegas
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
El Espectador inicia su editorial del 30 de octubre, titulado “Cuidado con la indebida presión a ‘Semana’”, diciéndole a la Fiscalía lo que debe hacer: desestimar la investigación a Semana o, de lo contrario, su acción será una severa limitación a la libertad de prensa. Sin embargo, semejante conclusión deja de lado aspectos evidentes. Por un lado, la función de la Fiscalía es investigar; por otro, el medio del que se habla está muy distante de un trabajo periodístico cabal y necesario.
Semana es la revista de un millonario, que opera bajo la dirección de una aspirante a la presidencia y que hace política publicando cualquier cosa que pueda servir a sus intereses —y a los de sus jefes—, pero que se presenta como “periodista periodista” que lucha en un contexto de persecución a la prensa libre.
No, no toda investigación es un ataque a la libertad de prensa, porque también hay responsabilidades que los medios deben cumplir, y porque el periodismo, hasta donde entiendo, no está exento del alcance de las normas del Código Penal. Si se usó un sistema de espionaje para infiltrar una campaña y ese material se le dio a un medio para que lo publicara con fines políticos, ¿no tendría que responder el diario por publicar datos obtenidos de forma ilegal? ¿No debería discutirse, desde los mismos medios, la altura ética de semejante servilismo? ¿No debería ser objeto de un editorial el papel de medios como revista Semana y de la periodista-candidata que la dirige? ¿O seguiremos fingiendo que no vemos el juego que transcurre aquí? Los principales perjudicados somos los colombianos, que necesitamos información de calidad, con estándares éticos y profesionalismo.
Así que no, la Fiscalía no tiene que dejar de investigar, y revista Semana no es un ejemplo de periodismo ni una manifestación de la libertad de expresión.
Como lectores, necesitamos mayor altura en el debate, más análisis y más autocrítica para garantizar que la prensa contribuya a la democracia. Su editorial está lejos de eso, y como lector, lo lamento.
Edwin Arciniegas
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