En los últimos meses, se ha observado una oleada de problemas relacionados con el sector del turismo. Claro, desde hace años ciudades como Cartagena y Medellín han lidiado con problemáticas como el turismo sexual y de drogas. Sin embargo, han surgido nuevos problemas, como la gentrificación de ciudades enteras y los problemas relacionados con constructoras que aprovechan los vacíos legales para generar procesos de especulación inmobiliaria, que se han acelerado por la pandemia y el desacoplamiento del sector de servicios en países como Estados Unidos.
Un caso reciente expuesto por El Espectador sobre el lago Tarapoto, cercano al municipio de Puerto Nariño, en el departamento del Amazonas, resalta nuevas aristas de las problemáticas que acarrea el turismo. En este caso se expone en el artículo cómo las agencias turísticas no están respetando las normas de uso establecidas por las comunidades indígenas para el lago Tarapoto.
Lo que sucede en ese lago es lo que se conoce como la “tragedia de los comunes”, la cual se basa en la idea de que los recursos naturales de uso colectivo pueden acarrear una sobreexplotación, lo que conlleva que a largo plazo sean destruidos o agotados. Es necesario ser enfáticos en el “pueden”, ya que para poder evitar esto es necesario llegar a acuerdos entre las personas que usan el recurso, como lo han hecho las comunidades en Puerto Nariño. Pero, como se reportó, los vigías afirman que estas reglas no se están cumpliendo.
El impulso del sector turismo, sin reglas claras de respeto ni ayuda de las autoridades locales y nacionales para defender las normas de convivencia de las comunidades locales para proteger los recursos naturales, provoca estos problemas. Las agencias turísticas aprovechan y explotan los recursos comunitarios para ofrecer un servicio a visitantes pasajeros, dejando problemas a quienes viven en el territorio.
Además, esto demuestra cómo el enfoque de política pública se transforma cuando el turismo es, o se pretende que sea, el principal sector económico. Las entidades del departamento y del municipio alegan que la solución es maximizar la vinculación de los indígenas con el sector turístico, como si la problemática fuese que los indígenas no están aprovechando la “oportunidad” de pertenecer a ese sector y que eso genera la problemática que viven. O, en su defecto, pretenden que si todas las comunidades indígenas se vinculan al turismo se solucionarán sus problemas. Pero el artículo demuestra falaz esta premisa, porque las comunidades vinculadas al turismo no cumplen las reglas debido a la búsqueda de mayores beneficios económicos.
El presidente Gustavo Petro afirmó que su meta es que el turismo genere más divisas extranjeras que sectores como el petróleo o el carbón. Curiosamente, en su primer discurso tras la victoria dijo que quería desarrollar el capitalismo en el país. Pero desarrollar el capitalismo mediante el sector de servicios es una receta ortodoxa del neoliberalismo. Los economistas heterodoxos contemporáneos, basados en los fundamentos históricos de la modernidad económica, sostienen que esto no llevará a una economía fuerte, ya que la industrialización nacional ha demostrado generar mejor desarrollo económico a largo plazo.
El Gobierno nacional no ha establecido reglas claras para evitar los problemas del turismo, como debería hacer con cualquier sector económico. Los discursos del presidente y los de otros políticos locales parecen sugerir que el turismo es la panacea que resolverá todos los problemas, obviando o evitando hablar de los retos sociales, económicos y políticos que acarrea impulsar este sector sin límites.
César Augusto Pardo Acosta
En los últimos meses, se ha observado una oleada de problemas relacionados con el sector del turismo. Claro, desde hace años ciudades como Cartagena y Medellín han lidiado con problemáticas como el turismo sexual y de drogas. Sin embargo, han surgido nuevos problemas, como la gentrificación de ciudades enteras y los problemas relacionados con constructoras que aprovechan los vacíos legales para generar procesos de especulación inmobiliaria, que se han acelerado por la pandemia y el desacoplamiento del sector de servicios en países como Estados Unidos.
Un caso reciente expuesto por El Espectador sobre el lago Tarapoto, cercano al municipio de Puerto Nariño, en el departamento del Amazonas, resalta nuevas aristas de las problemáticas que acarrea el turismo. En este caso se expone en el artículo cómo las agencias turísticas no están respetando las normas de uso establecidas por las comunidades indígenas para el lago Tarapoto.
Lo que sucede en ese lago es lo que se conoce como la “tragedia de los comunes”, la cual se basa en la idea de que los recursos naturales de uso colectivo pueden acarrear una sobreexplotación, lo que conlleva que a largo plazo sean destruidos o agotados. Es necesario ser enfáticos en el “pueden”, ya que para poder evitar esto es necesario llegar a acuerdos entre las personas que usan el recurso, como lo han hecho las comunidades en Puerto Nariño. Pero, como se reportó, los vigías afirman que estas reglas no se están cumpliendo.
El impulso del sector turismo, sin reglas claras de respeto ni ayuda de las autoridades locales y nacionales para defender las normas de convivencia de las comunidades locales para proteger los recursos naturales, provoca estos problemas. Las agencias turísticas aprovechan y explotan los recursos comunitarios para ofrecer un servicio a visitantes pasajeros, dejando problemas a quienes viven en el territorio.
Además, esto demuestra cómo el enfoque de política pública se transforma cuando el turismo es, o se pretende que sea, el principal sector económico. Las entidades del departamento y del municipio alegan que la solución es maximizar la vinculación de los indígenas con el sector turístico, como si la problemática fuese que los indígenas no están aprovechando la “oportunidad” de pertenecer a ese sector y que eso genera la problemática que viven. O, en su defecto, pretenden que si todas las comunidades indígenas se vinculan al turismo se solucionarán sus problemas. Pero el artículo demuestra falaz esta premisa, porque las comunidades vinculadas al turismo no cumplen las reglas debido a la búsqueda de mayores beneficios económicos.
El presidente Gustavo Petro afirmó que su meta es que el turismo genere más divisas extranjeras que sectores como el petróleo o el carbón. Curiosamente, en su primer discurso tras la victoria dijo que quería desarrollar el capitalismo en el país. Pero desarrollar el capitalismo mediante el sector de servicios es una receta ortodoxa del neoliberalismo. Los economistas heterodoxos contemporáneos, basados en los fundamentos históricos de la modernidad económica, sostienen que esto no llevará a una economía fuerte, ya que la industrialización nacional ha demostrado generar mejor desarrollo económico a largo plazo.
El Gobierno nacional no ha establecido reglas claras para evitar los problemas del turismo, como debería hacer con cualquier sector económico. Los discursos del presidente y los de otros políticos locales parecen sugerir que el turismo es la panacea que resolverá todos los problemas, obviando o evitando hablar de los retos sociales, económicos y políticos que acarrea impulsar este sector sin límites.
César Augusto Pardo Acosta