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En relación con el artículo publicado en la edición del pasado domingo en la sección Política, acerca de la Dirección de Asuntos Religiosos del ministerio del interior, es evidente que los autores de la nota, Laura Peralta y María José Barrios, se enfocaron únicamente en aspectos controversiales que seguramente existen en todas las dependencias del Estado.
La Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior es uno de los grandes logros del sector religioso en Colombia, alcanzado tras la promulgación de la Constitución de 1991 y la Ley Estatutaria 133 de 1994, que regula la libertad de cultos y conciencia garantizada en el artículo 19 de la Carta Magna.
Como comunidad judía hemos participado activamente en la construcción de una representación política del sector religioso quizás uno poco comprendido en sectores de la sociedad. Las confesiones religiosas llevan a cabo una amplia acción social en todos los rincones del país incluyendo aquellos donde el Estado no tiene presencia, emplean aproximadamente 250 mil personas según datos del ministerio del interior y les ofrecen a millones de ciudadanos un acompañamiento espiritual y social, no sólo a los estratos bajos ni a las personas “emproblemadas” como indican los prejuicios contra el sector.
La Mesa de Asuntos Religiosos, adscrita a la Dirección del Ministerio del Interior, se ha consolidado como un espacio fundamental para el diálogo interreligioso en Colombia. Este escenario ha facilitado la colaboración en la construcción de paz y la promoción de la convivencia en el país. Además, ha brindado a las comunidades religiosas minoritarias un lugar donde interactuar, no solo con sus pares y con el Estado, sino también con diversos estamentos de la sociedad colombiana.
Marcos Peckel, Confederación de Comunidades Judías de Colombia
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