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Nuestro país está lleno de personalidades que nos enorgullecen en todos los campos del conocimiento, las artes, la literatura, el periodismo. Muchos son conocidos y otros, tal vez la mayoría, están en el anonimato o son aplastados por personajillos de la categoría del parlamentario Miguel Polo Polo, que cree que ya pasó a la historia por su macabra irreverencia frente a las madres de las víctimas de los falsos positivos. Y pensar que hay personas y movimientos políticos que aplauden su atrevimiento.
Que sepa este individuo (Polo P.) que su posición es la demostración de la descomposición moral que ha tenido el poder legislativo, salvo algunas excepciones. Me pregunto cuántos proyectos ha presentado y cuántas ideas ha desarrollado en sus intervenciones. Su grotesca representación tirando a la basura las botas de los jovencitos asesinados, muestra y demuestra que su formación personal y profesional está lejos de la ética y la estética. Es burdo, ordinario, cobarde y todo eso lo hace feo y tonto como ciudadano.
Infortunadamente el mundo le muestra a él ejemplos a su talante: los dictadores Maduro de Venezuela, Ortega de Nicaragua y Díaz C. de Cuba. Y a eso se suma la cadena de escándalos que la prensa publica todos los días en nuestra patria. Ya ni hablar del sanguinario ELN; tampoco existen palabras para calificar la posición gubernamental. Pero ese es el ambiente que gusta a los Polos, nacidos para derrotar a la decencia, promocionar la impunidad y proteger a los corrompidos. Y con una suerte increíble porque fue elegido “democráticamente”, Vaya a saber uno cómo llegó al parlamento colombiano que, por desacreditado que estaba, no merece que albergue a personajillos siniestros y temerarios. Mi abrazo solidario a las Madres de los Falsos Positivos.
Ana María Córdoba Barahona
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