Programa Nacional de (Des)Estímulos para la Cultura
Desde mi pregrado me he dedicado a estudiar las políticas del sector cultural. Una década después y siendo becaria de Ministerio de Cultura, confirmo que la manera en la que hoy funciona el sector lleva a que la burocracia se coma los procesos artísticos y pedagógicos.
Por ejemplo, la convocatoria del Portafolio Nacional de Estímulos para la Cultura salió en abril de este año y cerró en mayo, sin ningún cronograma de publicación de resultados. En agosto se publicaron los resultados; desde esa fecha arbitraria se supone que los proyectos tienen que ser ejecutados, con fecha final del 30 de noviembre. Sin embargo, no se habla de las fechas sobre los desembolsos para hacerlo posible, pues cada vez se aplazan más y hoy lo único que sabemos los becarios es que es probable que lleguen en octubre. Es decir, el Ministerio no tiene cronogramas, pero exige cronogramas a los y las artistas para que sean cumplidos.
En la burocracia se van 11 meses del año, sí, 11, y en la ejecución del proyecto artístico y pedagógico se va uno. ¿Cómo fortalecer el sector para que la dinámica de los tiempos sea al revés? ¿Cómo lograr que la máquina burocrática considere los tiempos de los y las artistas y las comunidades y no los trate de manera arbitraria?
Como ciertos cronogramas de los proyectos ganadores son de tres o cuatro meses, algunos de los proponentes comienzan la ejecución de los proyectos con sus recursos, sin ninguna garantía para hacerlo; inclusive, como fue nuestro caso, nos ha tocado enviar los mismos documentos al mismo correo más de tres veces y han existido cambios arbitrarios en la resolución de los ganadores meses después. ¿Es posible cambiar un documento público de asignación de recursos estatales sin dejar ningún registro de estas modificaciones?
De esta manera, el Programa Nacional de Estímulos se convierte en un viacrucis para sus proponentes y para sus ganadores. Más allá de promover la participación en futuras versiones del programa y fortalecer procesos de largo aliento, la desestimula con su falta de organización y consideración hacia las dinámicas de los territorios.
Mucho por hacer en el sector cultura. Además de asignarle más presupuesto al Ministerio, se trata de un ejercicio de reconocimiento, respeto y corresponsabilidad con los agentes del sector cultural del país.
Angie Ariza Porras.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
Desde mi pregrado me he dedicado a estudiar las políticas del sector cultural. Una década después y siendo becaria de Ministerio de Cultura, confirmo que la manera en la que hoy funciona el sector lleva a que la burocracia se coma los procesos artísticos y pedagógicos.
Por ejemplo, la convocatoria del Portafolio Nacional de Estímulos para la Cultura salió en abril de este año y cerró en mayo, sin ningún cronograma de publicación de resultados. En agosto se publicaron los resultados; desde esa fecha arbitraria se supone que los proyectos tienen que ser ejecutados, con fecha final del 30 de noviembre. Sin embargo, no se habla de las fechas sobre los desembolsos para hacerlo posible, pues cada vez se aplazan más y hoy lo único que sabemos los becarios es que es probable que lleguen en octubre. Es decir, el Ministerio no tiene cronogramas, pero exige cronogramas a los y las artistas para que sean cumplidos.
En la burocracia se van 11 meses del año, sí, 11, y en la ejecución del proyecto artístico y pedagógico se va uno. ¿Cómo fortalecer el sector para que la dinámica de los tiempos sea al revés? ¿Cómo lograr que la máquina burocrática considere los tiempos de los y las artistas y las comunidades y no los trate de manera arbitraria?
Como ciertos cronogramas de los proyectos ganadores son de tres o cuatro meses, algunos de los proponentes comienzan la ejecución de los proyectos con sus recursos, sin ninguna garantía para hacerlo; inclusive, como fue nuestro caso, nos ha tocado enviar los mismos documentos al mismo correo más de tres veces y han existido cambios arbitrarios en la resolución de los ganadores meses después. ¿Es posible cambiar un documento público de asignación de recursos estatales sin dejar ningún registro de estas modificaciones?
De esta manera, el Programa Nacional de Estímulos se convierte en un viacrucis para sus proponentes y para sus ganadores. Más allá de promover la participación en futuras versiones del programa y fortalecer procesos de largo aliento, la desestimula con su falta de organización y consideración hacia las dinámicas de los territorios.
Mucho por hacer en el sector cultura. Además de asignarle más presupuesto al Ministerio, se trata de un ejercicio de reconocimiento, respeto y corresponsabilidad con los agentes del sector cultural del país.
Angie Ariza Porras.
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