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Respuesta a una columna: sobre accesibilidad en Bogotá

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21 de abril de 2025 - 05:00 a. m.
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Estoy totalmente de acuerdo con la columna de Elisabeth Ungar. Ella se fracturó la muñeca al tropezar con una baldosa, yo caí de rodillas por una baldosa que se movía porque, debido a dos cirugías en las rodillas, no ando tan estable. Este accidente me hizo recordar los casi cuatro meses que caminé con muletas en Bogotá, después de la segunda cirugía de rodilla, mejor dicho: el calvario de estos casi cuatro meses (ya que estamos en Semana Santa).

Bogotá no está hecha para personas con discapacidades, ni siquiera si son temporales. Quiero contar algunas experiencias: hay buses azules que amablemente tienen sillas azules al frente. Pero subir los escalones altísimos y pasar por un torniquete muy estrecho es casi imposible con muletas. Luego, para bajarse, toca pasar por todo el bus, incluso cuando está lleno de personas, porque el conductor no quiere abrir la puerta del medio para evitar colados. Igual de difícil es pasar con muletas por los torniquetes de piso a techo de algunas estaciones de Transmilenio. Pero como uno con muletas puede caminar, nunca abren la entrada para sillas de ruedas. ¡

Y los andenes! Hay aquellos en tan mal estado que con muletas es más seguro caminar por la calle; hay otros con bordes tan altos que subir o bajar requiere demasiada fuerza en los brazos; hay otros con pendientes tan empinadas que las muletas se resbalan hacia abajo; hay otros llenos de basura u otros obstáculos que se vuelven demasiado estrechos como para caminar con dos muletas. Además de todo eso, hay conductores que toman los pasos de cebra como mera decoración en la calle y pitan cuando uno con muletas intenta cruzar a paso lento. Como escribió Elisabeth Ungar, Bogotá se ha vuelto una ciudad inaccesible para personas con discapacidades.

Gudrun Kern, alemana viviendo en Colombia.

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