Sobre una columna (I)
Tiene razón el columnista Salomón Kalmanovitz en “La banalidad de Gustavo Petro”. Los nazis y el Estado que permitió y ayudó al exterminio de la UP no son ni comparables. Los nazis no son comparables a nada. Por su parte, el presidente ha llegado a la Presidencia desde muy lejos, en unos pocos lustros y no está acostumbrado a ver desde la atalaya en la que su talento y su intensidad lo han colocado. Inevitable, necesita un proceso de ajuste. Pero yo noto que está muy solo. El notablato progresista, en vez de rodearlo y acompañarlo y ayudarle a aclimatar su administración, se queda lejos y lo observa con ojo clínico. Y cada vez más lo critica. ¿Por qué? ¿No se dan cuenta de que una administración Petro es un evento singular y que el país necesita un profundo cambio? Entiendo que la dialéctica es sana, pero caer en la criticadera no lo es. Es nuestro peor vicio. El inmenso aparato de privilegios que maneja a Colombia está trabajando las 24 horas para desprestigiar y aislar a Petro. Para después volver a lo mismo. Lo que el país necesita, en mi humilde opinión, es rodear a Petro, acompañarlo, darle luces y ayudar a que se cumplan las metas de su gobierno, aun con modificaciones y correcciones. Los privilegiados juegan a que el país pierda esta oportunidad. La historia patria reclama de los progresistas un sentido de la historia, el ejercicio de la solidaridad, la unión, para que esta oportunidad de cambio sin violencia tenga una buena medida de éxito. Ojalá el presidente, de su lado, también entienda la necesidad de integrarse mejor, intelectual y socialmente. La Casa de Nariño está para eso. Abran las puertas.
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Sobre una columna (I)
Tiene razón el columnista Salomón Kalmanovitz en “La banalidad de Gustavo Petro”. Los nazis y el Estado que permitió y ayudó al exterminio de la UP no son ni comparables. Los nazis no son comparables a nada. Por su parte, el presidente ha llegado a la Presidencia desde muy lejos, en unos pocos lustros y no está acostumbrado a ver desde la atalaya en la que su talento y su intensidad lo han colocado. Inevitable, necesita un proceso de ajuste. Pero yo noto que está muy solo. El notablato progresista, en vez de rodearlo y acompañarlo y ayudarle a aclimatar su administración, se queda lejos y lo observa con ojo clínico. Y cada vez más lo critica. ¿Por qué? ¿No se dan cuenta de que una administración Petro es un evento singular y que el país necesita un profundo cambio? Entiendo que la dialéctica es sana, pero caer en la criticadera no lo es. Es nuestro peor vicio. El inmenso aparato de privilegios que maneja a Colombia está trabajando las 24 horas para desprestigiar y aislar a Petro. Para después volver a lo mismo. Lo que el país necesita, en mi humilde opinión, es rodear a Petro, acompañarlo, darle luces y ayudar a que se cumplan las metas de su gobierno, aun con modificaciones y correcciones. Los privilegiados juegan a que el país pierda esta oportunidad. La historia patria reclama de los progresistas un sentido de la historia, el ejercicio de la solidaridad, la unión, para que esta oportunidad de cambio sin violencia tenga una buena medida de éxito. Ojalá el presidente, de su lado, también entienda la necesidad de integrarse mejor, intelectual y socialmente. La Casa de Nariño está para eso. Abran las puertas.
Pedro Shaio.
Sobre una columna (II)
A Salomón Kalmanovitz lo respeto como economista. Pero si se tomara más a pecho los datos de la guerra en Colombia se daría cuenta de que es el país con mayor índice de desplazamiento interno del mundo, ni siquiera igualado por algunos países africanos. Considero que lo banal es hablar desde la comodidad, desde el hecho de que se tiene acceso a servicios públicos básicos, de tener un hogar, vestido, alimento, mientras se pretende tapar el sol con un dedo frente a más de ocho millones de personas que fueron desplazadas, sus familias destruidas y sus propiedades arrancadas. El hecho de que ciertos grupos al margen de la ley no tuvieron la capacidad del régimen nazi para facilitarse matar a millones de personas no implica que en Colombia no se hizo algo similar a la hora de ejercer la violencia.
Johan Sebastián Sanabria Uribe.
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