Vicky, adelante con paso de vencedores
Es un hecho, o así parece, que la poderosa periodista Vicky Dávila será una carta para las elecciones presidenciales de 2026. Vicky seguiría el camino que iniciaron María Eugenia Rojas de Moreno Díaz en 1974, Socorro Ramírez en 1978 y Martha Lucía Ramírez en 2014, pero con algunas variaciones muy a su favor. Como bien lo señalaron, tanto Pascual Gaviria en su columna de días pasados como el bloguero Alexander Velásquez, Vicky cuenta con el poderoso músculo financiero del grupo Gilinski. Es además la dueña y señora de la revista Semana, que ha moldeado a su estilo amarillista y sensacionalista. Sin duda, tendrá a su favor la abnegada adhesión de poderosos medios afines a su estilo, y con igual poder económico. Es decir, un camino a la gloria algo allanado, con una pelea casada con el presidente Petro que, sin duda, va ganando con sus poses de víctima.
Sin embargo, surgen dudas. Su estilo de periodismo, que muchos no compartimos y que llevó a la decadencia a la revista Semana; su hábil forma de distorsionar los hechos, y su poca empatía con los sectores que la critican, la asemejan mucho al Petro que tanto contradice. Además, su parentesco con el sórdido clan Gnecco es una sombra que no la abandona.
¿Será la mejor opción? Quedan las dudas...
Rodolfo Alberto Vanegas, Bogotá
De pasaportes y sensatez en los medios
Sobre el editorial del 29 de agosto, titulado “Sensatez, por fin, con los pasaportes”, no voy a hacer un antieditorial, porque comparto su contenido. Quiero destacar la frase: “Como ya es común en la administración Petro, las buenas ideas se chocan con la ejecución torpe y negligente”. Creo que ese ha sido el gran pecado de una administración que no ha tenido los efectos esperados, en un país ávido de cambios para el bienestar de todos. El señor canciller Murillo es una de las valiosas excepciones en el equipo de gobierno.
Sin embargo, no podemos desconocer que también ha faltado sensatez en los medios colombianos y en los periodistas que los integran.
Cada medio tiene, desde su génesis, una línea editorial no exenta de fundamentos ideológicos pero, con frecuencia, en estos tiempos de nefasta polarización, se sacrifican la ética, la objetividad y la verdad, por el fanatismo y la mala intención.
Del poder de los medios no hay duda, como tampoco la hay sobre su enorme capacidad para construir “realidades”. Una verdad a medias o una mentira repetida bien pueden crear una falsa realidad. El Espectador, por fortuna, siempre ha sido ejemplo de equilibrio en la información. El editorial en referencia es claro ejemplo de ello.
Antonio Aguirre
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