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Son cosas del oficio

Cartas de los lectores
28 de octubre de 2024 - 05:00 a. m.
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Durante la formación profesional y académica ciertos temas suelen llamar nuestra atención, su lógica y razón de ser son tan atractivos que sentimos que nunca nos vamos a cansar de ello. La teoría, con su belleza e idealismo, se convierte en un poema que nos atrapa, nos seduce con sus versos perfectos y su promesa de un mundo ideal. Es un poema, hermoso, lleno de racionalismo y de identidad, que se distingue de otros, su esencia pura capta la razón de ser de la situación y se apersona de ella. Imaginar el proceso, entender el paso a paso de cada acción, y a medida que avanzas un abanico de herramientas y opciones se despliega.

Con cada situación sientes que tu intelecto aumenta, tu mente se vuelve más hábil y es ahí donde pisas en falso. Al sumergirnos en la práctica, esa poesía se transforma; las rimas se deshacen y el ritmo se altera, desnudando la cruda realidad. Con la teoría, nos enamoramos de las ideas brillantes, y de conceptos que parecen flotar en un limbo de perfección. Pero, al aplicarlos, nos encontramos con las imperfecciones, con los desafíos que no se mencionan en los libros. Las letras nos prometen un camino claro hacia el éxito, pero la práctica nos muestra que cada paso está lleno de tropiezos, de decisiones difíciles y de un aprendizaje que a veces duele.

Ese poema, esa secuencia lógica llena de racionalismo y de identidad se desvanece, se desnaturaliza, se confunde. Las palabras se quedan cortas, no hay libro que te advierta de qué hacer en esa situación; el conocimiento es seductor, y su promesa de éxito resuena en nuestro interior. La práctica nos enseña a reinterpretar la teoría, a adaptarla a las realidades que enfrentamos. Nos convierte en profesionales más completos, capaces de amalgamar la belleza de la teoría con la cruda funcionalidad de la práctica.

Al final del día, el camino del oficio es un viaje de transformación. El poema que una vez te enamoró se reescribe constantemente, entrelazando las líneas de la teoría con las estrofas de la práctica. Este nuevo poema es más rico, más profundo, y refleja no sólo la lógica, sino también la conexión emocional que desarrollamos con nuestro trabajo. En este proceso de desilusión y redescubrimiento, encontramos no solo nuestra identidad profesional, sino también una nueva forma de amar lo que hacemos. Así, aunque la teoría y la práctica a menudo parecen estar en desacuerdo, es en su interacción donde realmente florece nuestro entendimiento y nuestra pasión por el oficio.

Maria Camila Troncoso Torres

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