Una carta para La Pulla de una vieja amiga... y otra sobre el ‘sincericidio’
De una vieja amiga, para La Pulla
Felicitaciones a mi familia pullera.
Me sobran los buenos recuerdos con La Pulla y siempre me llena de orgullo ver sus logros. Este proyecto me enseñó a ser libre y me salvó del aburrimiento, pero lo que este equipo logra está en otro nivel. Ganar dos premios Simón Bolívar, uno detrás de otro, es una prueba de que tienen completamente clara su esencia. ¡Salud por este equipo maravilloso! (Brindo desde España con un vermú) Gracias por su rigor, resistencia y por regalarnos independencia en cada paso que dan. La práctica hace al maestro, y ustedes, Juan, Valerie, Valeria, Kenny, María Paula, son mis maestros. Siempre lo dijimos: ¡larga vida a La Pulla!
María Paulina Baena, ex presentadora y periodista de La Pulla
Sincericidio: la honestidad que nos hace crecer
En un entorno profesional donde la diplomacia y el tacto son esenciales, las personas que practican el sincericidio suelen ser subestimadas. Se les percibe como directas, incluso duras, pero su habilidad para expresar verdades sin adornos puede ser la clave para el crecimiento y la mejora continua en cualquier equipo. La sinceridad sin filtros es una habilidad blanda difícil de dominar. Requiere coraje, confianza en uno mismo y, sobre todo, un compromiso genuino con el desarrollo de los demás. Mientras algunos eligen la complacencia o el silencio para evitar conflictos, quienes practican el sincericidio desafían el status quo al señalar lo que otros temen expresar.
Lejos de ser un obstáculo, el sincericidio abre puertas a conversaciones honestas, resuelve problemas desde la raíz y previene que errores ocultos emerjan más tarde con consecuencias mayores. Aunque escuchar verdades incómodas puede ser difícil, esa incomodidad es a menudo el primer paso hacia una mayor eficiencia, una colaboración más sólida y mejores resultados.
Las personas sincericidas no buscan ser populares, sino hacer lo correcto. Su valentía es, muchas veces, lo que un equipo necesita para superar barreras y alcanzar nuevos niveles de éxito. La franqueza es un activo invaluable cuando se ejerce con responsabilidad, y quienes la poseen deben ser valorados, no solo por su coraje, sino también por su contribución al cambio verdadero.
Alejandro Cerda
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
De una vieja amiga, para La Pulla
Felicitaciones a mi familia pullera.
Me sobran los buenos recuerdos con La Pulla y siempre me llena de orgullo ver sus logros. Este proyecto me enseñó a ser libre y me salvó del aburrimiento, pero lo que este equipo logra está en otro nivel. Ganar dos premios Simón Bolívar, uno detrás de otro, es una prueba de que tienen completamente clara su esencia. ¡Salud por este equipo maravilloso! (Brindo desde España con un vermú) Gracias por su rigor, resistencia y por regalarnos independencia en cada paso que dan. La práctica hace al maestro, y ustedes, Juan, Valerie, Valeria, Kenny, María Paula, son mis maestros. Siempre lo dijimos: ¡larga vida a La Pulla!
María Paulina Baena, ex presentadora y periodista de La Pulla
Sincericidio: la honestidad que nos hace crecer
En un entorno profesional donde la diplomacia y el tacto son esenciales, las personas que practican el sincericidio suelen ser subestimadas. Se les percibe como directas, incluso duras, pero su habilidad para expresar verdades sin adornos puede ser la clave para el crecimiento y la mejora continua en cualquier equipo. La sinceridad sin filtros es una habilidad blanda difícil de dominar. Requiere coraje, confianza en uno mismo y, sobre todo, un compromiso genuino con el desarrollo de los demás. Mientras algunos eligen la complacencia o el silencio para evitar conflictos, quienes practican el sincericidio desafían el status quo al señalar lo que otros temen expresar.
Lejos de ser un obstáculo, el sincericidio abre puertas a conversaciones honestas, resuelve problemas desde la raíz y previene que errores ocultos emerjan más tarde con consecuencias mayores. Aunque escuchar verdades incómodas puede ser difícil, esa incomodidad es a menudo el primer paso hacia una mayor eficiencia, una colaboración más sólida y mejores resultados.
Las personas sincericidas no buscan ser populares, sino hacer lo correcto. Su valentía es, muchas veces, lo que un equipo necesita para superar barreras y alcanzar nuevos niveles de éxito. La franqueza es un activo invaluable cuando se ejerce con responsabilidad, y quienes la poseen deben ser valorados, no solo por su coraje, sino también por su contribución al cambio verdadero.
Alejandro Cerda
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