El tapón del Darién es uno de los obstáculos naturales más formidables de todo el continente, pero a pesar de eso miles de migrantes arriesgan sus vidas a diario para cruzarlo, y las medidas migratorias, cada vez más restrictivas, están creando una crisis de derechos humanos.
El camino está lleno de peligros como animales y precipicios, entre ellos la conocida como la Loma de Muerte, una montaña especialmente empinada y resbalosa. En el camino, que puede llegar a durar dos días sin agua y sin comida, los y las migrantes se encuentran con personas moribundas y otras muertas, y finalmente llegan muy asustados hasta El Abuelo, donde toman una lancha que los lleva tres horas hasta el borde migratorio con Panamá. Todos coinciden en que fue la peor experiencia de sus vidas. Desde 2021, Médicos sin Fronteras viene denunciando que las mujeres migrantes que cruzan el tapón del Darién son con frecuencia víctimas de violencia sexual, entre otras muchas violaciones de derechos humanos. “Los asaltos de hombres armados especialmente a las mujeres son uno de los peores riesgos en esta ruta ya de hecho muy peligrosa. Pedimos a las autoridades de Colombia y Panamá que protejan la ruta. Que ser migrante no sea un crimen” dijo en ese entonces a El País, Raúl López, de Médicos Sin Fronteras. En esa ocasión se habló también de al menos cuatro madres que tuvieron que parir en la trocha.
Al llegar a Panamá, el suplicio no acaba. Este mes la ONU publicó un informe en el que denuncia que incluso integrantes de las autoridades panameñas, funcionarios del Servicio Nacional de Migración (SNM) y del Servicio nacional de Fronteras (Senafront) han abusado sexualmente de migrantes. El documento denuncia que en las Estaciones de Recepción de Migrantes o ERM las personas están “de facto privadas de la libertad, al no estar autorizadas a salir de dichos centros, salvo para ser trasladadas por las autoridades panameñas hacia la frontera con Costa Rica”. Además, el informe afirma que “se ha alegado también que los agentes de Senafront habrían recurrido a un uso excesivo e indebido de la fuerza, supuestamente agrediendo físicamente a las personas migrantes antes y después de su detención. Además, según las fuentes, los agentes se habrían negado a proporcionar alimentos a las personas migrantes detenidas en el lugar de la detención”.
Cada año cruzan en promedio 130.000 personas, pero solo en enero de este año han cruzado más de 30.000, tres veces el número de personas que pasaba en un mes del año pasado. Parece que el aumento se debe en parte a la decisión de EE. UU. de cerrar la frontera con México a los y las venezolanos y a las nuevas medidas que le exigen a los y las ecuatorianas visa para entrar a México desde 2021. Estas dos nacionalidades, además de la colombiana, son las que con más frecuencia atraviesan una de las rutas más peligrosas del mundo. El destino final, por supuesto, es Estados Unidos, que a pesar de la salida de la administración Trump, sigue cerrando fronteras, convirtiendo a México y Centro América, y quizás próximamente a Colombia, en el tan prometido “muro”.
El tapón del Darién es uno de los obstáculos naturales más formidables de todo el continente, pero a pesar de eso miles de migrantes arriesgan sus vidas a diario para cruzarlo, y las medidas migratorias, cada vez más restrictivas, están creando una crisis de derechos humanos.
El camino está lleno de peligros como animales y precipicios, entre ellos la conocida como la Loma de Muerte, una montaña especialmente empinada y resbalosa. En el camino, que puede llegar a durar dos días sin agua y sin comida, los y las migrantes se encuentran con personas moribundas y otras muertas, y finalmente llegan muy asustados hasta El Abuelo, donde toman una lancha que los lleva tres horas hasta el borde migratorio con Panamá. Todos coinciden en que fue la peor experiencia de sus vidas. Desde 2021, Médicos sin Fronteras viene denunciando que las mujeres migrantes que cruzan el tapón del Darién son con frecuencia víctimas de violencia sexual, entre otras muchas violaciones de derechos humanos. “Los asaltos de hombres armados especialmente a las mujeres son uno de los peores riesgos en esta ruta ya de hecho muy peligrosa. Pedimos a las autoridades de Colombia y Panamá que protejan la ruta. Que ser migrante no sea un crimen” dijo en ese entonces a El País, Raúl López, de Médicos Sin Fronteras. En esa ocasión se habló también de al menos cuatro madres que tuvieron que parir en la trocha.
Al llegar a Panamá, el suplicio no acaba. Este mes la ONU publicó un informe en el que denuncia que incluso integrantes de las autoridades panameñas, funcionarios del Servicio Nacional de Migración (SNM) y del Servicio nacional de Fronteras (Senafront) han abusado sexualmente de migrantes. El documento denuncia que en las Estaciones de Recepción de Migrantes o ERM las personas están “de facto privadas de la libertad, al no estar autorizadas a salir de dichos centros, salvo para ser trasladadas por las autoridades panameñas hacia la frontera con Costa Rica”. Además, el informe afirma que “se ha alegado también que los agentes de Senafront habrían recurrido a un uso excesivo e indebido de la fuerza, supuestamente agrediendo físicamente a las personas migrantes antes y después de su detención. Además, según las fuentes, los agentes se habrían negado a proporcionar alimentos a las personas migrantes detenidas en el lugar de la detención”.
Cada año cruzan en promedio 130.000 personas, pero solo en enero de este año han cruzado más de 30.000, tres veces el número de personas que pasaba en un mes del año pasado. Parece que el aumento se debe en parte a la decisión de EE. UU. de cerrar la frontera con México a los y las venezolanos y a las nuevas medidas que le exigen a los y las ecuatorianas visa para entrar a México desde 2021. Estas dos nacionalidades, además de la colombiana, son las que con más frecuencia atraviesan una de las rutas más peligrosas del mundo. El destino final, por supuesto, es Estados Unidos, que a pesar de la salida de la administración Trump, sigue cerrando fronteras, convirtiendo a México y Centro América, y quizás próximamente a Colombia, en el tan prometido “muro”.