El 9 de septiembre, las periodistas de Volcánicas, Matilde de los Milagros Londoño y yo, fuimos citadas a interrogatorio en la Fiscalía, a raíz de una denuncia penal por calumnia interpuesta por Ciro Guerra en nuestra contra, como respuesta a la publicación del reportaje “Ocho denuncias por acoso y abuso sexual contra Ciro Guerra”. Ahora que se ha hecho público ese llamado, unos cortos comentarios al respecto. Para nosotras fue una sorpresa que la Fiscalía, reconocida por investigar los delitos de violencia sexual con extrema parsimonia y demorarse no meses sino años en los casos de violencia sexual contra las mujeres, sea tan entusiasta con una denuncia de calumnia contra dos periodistas que hemos hecho con rigor nuestro trabajo. El sistema —llámese Fiscalía o Patriarcado— se niega a escuchar a las mujeres y en cambio nos persigue a las periodistas por abrir un espacio seguro en donde sí puedan contar sus historias.
Amparadas por la Constitución y las leyes, decidimos no asistir al interrogatorio porque todo lo que podemos decir sobre los casos del reportaje ya está dicho y lo demás está protegido por el secreto profesional, así que no tenemos nada nuevo que decirle a la Fiscalía. Ya que estamos en estas, si llega a ser necesario, defenderemos nuestro trabajo ante un juez o jueza y protegeremos la identidad de nuestras fuentes hasta el final. Vamos a demostrar ante los jueces que las denuncias son ciertas, pues todos los casos están documentados circunstancialmente, tenemos chats, correos electrónicos, notas de voz y entrevistas a testigos.
Algunas personas han dicho que Guerra no podía defenderse de las denuncias que varias mujeres hicieron en nuestro reportaje, pero ahora podemos ver que no solo sí puede defenderse, sino también cómo lo hace atacándonos a nosotras y a todos los derechos que se interpongan en su camino. Significativo, sin duda, que en vez de elegir una tutela, que sirve para proteger y defender derechos fundamentales, se fuera por la vía penal, cuyo fin último es la cárcel, o quizás por la vía civil —pues en los últimos meses hemos asistido a varias audiencias de conciliación civil que resultaron fallidas—, que tiene por fin último reparar daños, sacar plata.
Nos parece que estas acciones legales pueden sentar un terrible precedente de silenciamiento para todas las mujeres y niñas de Colombia que quieren y necesitan contar sus experiencias de violencia sexual sin poner sus identidades y su seguridad en riesgo, y para todos los y las periodistas en general: ¿cómo vamos a hacer periodismo si las personas que investigamos pueden enviarnos a la cárcel por hacer bien nuestro trabajo? ¿O, como mínimo, ahogarnos con denuncias penales y demandas civiles que nos impiden hacer nuestro trabajo? ¿Nos empezarán a llevar ante un juez o jueza para forzarnos a revelar nuestras fuentes? Podrían llamarle: “el método Ciro Guerra”. Hombres poderosos que les dicen mentirosas a las mujeres que los denuncian y que persiguen judicialmente a las periodistas que cuentan sus historias: “el método Trump”.
El acoso y la violencia sexual contra las mujeres son un problema de salud pública que necesita una conversación urgente en Colombia y no vamos a resolverlo si no hay libertad de expresión. Hemos invitado a Ciro Guerra en repetidas ocasiones a que haga “lo que hace mejor”: contar historias, y podría contarnos la suya. El país entero estará escuchando. Pero hemos visto también cómo se niega de forma sistemática a hablar con la prensa. Esos son los privilegios de ser un hombre poderoso. ¡Qué fácil es quedarse callado cuando no te llaman a interrogatorio!
El 9 de septiembre, las periodistas de Volcánicas, Matilde de los Milagros Londoño y yo, fuimos citadas a interrogatorio en la Fiscalía, a raíz de una denuncia penal por calumnia interpuesta por Ciro Guerra en nuestra contra, como respuesta a la publicación del reportaje “Ocho denuncias por acoso y abuso sexual contra Ciro Guerra”. Ahora que se ha hecho público ese llamado, unos cortos comentarios al respecto. Para nosotras fue una sorpresa que la Fiscalía, reconocida por investigar los delitos de violencia sexual con extrema parsimonia y demorarse no meses sino años en los casos de violencia sexual contra las mujeres, sea tan entusiasta con una denuncia de calumnia contra dos periodistas que hemos hecho con rigor nuestro trabajo. El sistema —llámese Fiscalía o Patriarcado— se niega a escuchar a las mujeres y en cambio nos persigue a las periodistas por abrir un espacio seguro en donde sí puedan contar sus historias.
Amparadas por la Constitución y las leyes, decidimos no asistir al interrogatorio porque todo lo que podemos decir sobre los casos del reportaje ya está dicho y lo demás está protegido por el secreto profesional, así que no tenemos nada nuevo que decirle a la Fiscalía. Ya que estamos en estas, si llega a ser necesario, defenderemos nuestro trabajo ante un juez o jueza y protegeremos la identidad de nuestras fuentes hasta el final. Vamos a demostrar ante los jueces que las denuncias son ciertas, pues todos los casos están documentados circunstancialmente, tenemos chats, correos electrónicos, notas de voz y entrevistas a testigos.
Algunas personas han dicho que Guerra no podía defenderse de las denuncias que varias mujeres hicieron en nuestro reportaje, pero ahora podemos ver que no solo sí puede defenderse, sino también cómo lo hace atacándonos a nosotras y a todos los derechos que se interpongan en su camino. Significativo, sin duda, que en vez de elegir una tutela, que sirve para proteger y defender derechos fundamentales, se fuera por la vía penal, cuyo fin último es la cárcel, o quizás por la vía civil —pues en los últimos meses hemos asistido a varias audiencias de conciliación civil que resultaron fallidas—, que tiene por fin último reparar daños, sacar plata.
Nos parece que estas acciones legales pueden sentar un terrible precedente de silenciamiento para todas las mujeres y niñas de Colombia que quieren y necesitan contar sus experiencias de violencia sexual sin poner sus identidades y su seguridad en riesgo, y para todos los y las periodistas en general: ¿cómo vamos a hacer periodismo si las personas que investigamos pueden enviarnos a la cárcel por hacer bien nuestro trabajo? ¿O, como mínimo, ahogarnos con denuncias penales y demandas civiles que nos impiden hacer nuestro trabajo? ¿Nos empezarán a llevar ante un juez o jueza para forzarnos a revelar nuestras fuentes? Podrían llamarle: “el método Ciro Guerra”. Hombres poderosos que les dicen mentirosas a las mujeres que los denuncian y que persiguen judicialmente a las periodistas que cuentan sus historias: “el método Trump”.
El acoso y la violencia sexual contra las mujeres son un problema de salud pública que necesita una conversación urgente en Colombia y no vamos a resolverlo si no hay libertad de expresión. Hemos invitado a Ciro Guerra en repetidas ocasiones a que haga “lo que hace mejor”: contar historias, y podría contarnos la suya. El país entero estará escuchando. Pero hemos visto también cómo se niega de forma sistemática a hablar con la prensa. Esos son los privilegios de ser un hombre poderoso. ¡Qué fácil es quedarse callado cuando no te llaman a interrogatorio!