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Asuntos de mujeres

Catalina Uribe Rincón
28 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
"Es cada vez más común ver que lo que concierne a las mujeres pareciera ser un problema solo de mujeres": Catalina Uribe
"Es cada vez más común ver que lo que concierne a las mujeres pareciera ser un problema solo de mujeres": Catalina Uribe
Foto: EFE - OLGA FEDOROVA

Vi en redes sociales pedazos del discurso de Meryl Streep en Naciones Unidas sobre la situación de crueldad, abandono y esclavitud a la que están sometidas las mujeres y niñas en Afganistán. Me alegró ver que una figura pública de tal reconocimiento esté haciendo énfasis en algo a lo que no se le ha dado el suficiente peso. Cuando Putin invadió Ucrania o Netanyahu respondió con cruel desmesura al ataque terrorista de Hamas, el mundo de opinadores y medios, con razón, colapsó. Los estudiantes salieron a marchar y acampar en universidades, y pusieron banderas de Ucrania y Palestina. Pero cuando los Talibanes decidieron seguir perpetuando esa variedad de apartheid y prohibirles a las mujeres siquiera hablar en público, la reacción fue mucho, pero mucho menor.

Reconozco lo complicado y problemático de hacer comparaciones y nivelar este tipo de fenómenos mundiales. Sin embargo, es cada vez más común ver que lo que concierne a las mujeres pareciera ser un problema solo de mujeres, y eso. Un poco como ocurre en algunas librerías con los “guetos de las minorías”: los estantes se dividen en filosofía, cine, literatura universal, no ficción en donde están “todos”, pero hay también estantes para “lo LGBTI+” o para la “literatura femenina”. Me imagino lo “difícil” de clasificar a una escritora como Virginia Woolf, por ejemplo.

Cuando quise oír el discurso completo de Streep y lo busqué en internet, mi hipótesis sobre “lo que es de mujeres” se caricaturizó aún más. Las primeras entradas de Google con el discurso fueron las de la Revista Hola, Vanity Fair y Cosmopolitan. Un raciocinio del estilo: “si las mujeres están hablando de otras mujeres (que no pueden hablar), pongamos la noticia en una revista de modas y corazón, que es de mujeres. Y no, no es mi algoritmo, pues no son revistas que haya consultado siquiera en los últimos años. Es Google y son algunos medios que jerarquizan la información siguiendo el sesgo de mandar a las mujeres a sus casillas.

La idea del gueto de mujeres se mueve en distintos ámbitos. En la universidad, por ejemplo, es costumbre que cada vez que hay una propuesta estudiantil de algún proyecto relacionado con “asuntos de género” algunos colegas hombres digan: “eso lo tiene que dirigir una profesora mujer”. El fenómeno obedece a que por mucho tiempo fueron hombres los tutores académicos de mujeres, y su sesgo descuidó, rechazó y distorsionó la investigación sobre las experiencias de ser mujer. El problema fue que llegamos a la deformación, muy adoptada de la academia gringa, de la “identititis” en la que los asuntos generales que conciernen a los hombres son de hombres y mujeres, pero lo que es de mujeres es solo eso, cosas de mujeres.

Lo curioso es que muchos hombres no hablan de mujeres cuando es para defenderlas o para hablar bien pues “no se meten en cosas de mujeres para no embarrarla”. Sin embargo, cuando se trata de lapidar, están muy prestos. Todo esto me recuerda a una profesora estadounidense, en un seminario al que asistí, quien, cuando alguien dijo que después de Roe v. Wade se venía la caída del matrimonio igualitario, ella muy tranquila dijo: “o no caerá o se demorará más porque eso último cobija también a los hombres”. Hasta ahora el tiempo ha mostrado que tiene razón.

 

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