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De “Trumpcitos” y tecnologías

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Catalina Uribe Rincón
29 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.
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En 1960 se llevó a cabo el primer debate electoral televisado de la historia.

El encuentro entre el republicano Richard M. Nixon y el demócrata John F. Kennedy determinó, para muchos, la relación vigente entre política y espectáculo. Uno de los grandes cambios que trajo la televisión fue la forma de evaluar al candidato: en vez de pensar en propuestas, los votantes juzgaban su apariencia y desempeño antes las cámaras. No en vano, aquellos que vieron el debate dieron por ganador al carismático y atractivo Kennedy.

Desde entonces, el campo del marketing político se ha encargado de repensar cuáles son las estrategias que hacen que un candidato sea atrayente para sus votantes. Se le aconseja tener mensajes únicos y resonantes, ser fuerte y de mano dura si se es hombre, mostrarse sereno y sonriente si se es mujer (¡!), y siempre defenderse de los ataques, así esto implique acudir a mentiras o verdades a medias. El pasado debate en EE.UU. fue ya el extremo caricaturesco de lo que se han convertido estos espacios políticos. Las propuestas estuvieron reducidas al mínimo, destacaron las agresiones, y fue imposible concentrarse con las 51 interrupciones de Trump y la risa fingida de Clinton.

Los cambios en los medios de comunicación han traído siempre consecuencias positivas y negativas para los debates electorales. La televisión en vivo trajo consigo el mito de que el mundo de la pantalla era más “real” que la realidad misma, pero a la vez forzó que los candidatos se prepararan mejor en conocer sus propuestas. Hoy, a pesar de las nuevas tecnologías digitales, seguimos atrapados en un formato del pasado. En vez de confrontar a los candidatos en vivo con el “fact-checking”, o comprobador de hechos, se les deja vociferar mentiras mientras los medios felices titulan y reproducen las afirmaciones.

La futura campaña presidencial en Colombia se avecina y con ella debemos pensar de qué manera vamos a usar la tecnología para detener a los “trumpcitos” nacionales. Aunque EE.UU. fue pionero en los debates televisados, no tenemos que esperar a que ellos innoven para pensar nosotros cómo utilizar las tecnologías disponibles.

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