Después de las elecciones venezolanas, los medios hicieron eco de una discusión a larga distancia entre Nicolás Maduro y Elon Musk. Todo inició con Musk, a través de su red X, reposteando mensajes de apoyo a María Corina Machado y de denuncias al gobierno madurista por fraude electoral. “Adiós Dictadora (sic) Maduro”, escribió Musk al repostear un video de una de las estatuas de Chávez siendo derribada por opositores. A lo que Maduro respondió retándolo: “¿Quieres pelea?, vamos a darle”.
El acento de Maduro al pronunciar el nombre del multimillonario se volvió chiste, como otras ocasiones en las que el político venezolano ha hablado en inglés. Algunos lo imitaron hablando de Ilón Moc, otros como Elón Mots, y la que me pareció más apropiada y fiel a su pronunciación: Elón Mocks. Mocks porque es el verbo en inglés que significa “reírse de alguien”. Me gustó no porque Musk se ría de Maduro, sino porque lleva ya un tiempo burlándose de nosotros y de los usuarios de X. Sin querer, el dictador vecino le puso un mote que nos sirve para pensar en las redes sociales y las nuevas formas de comunicación política.
Desde hace un tiempo, a varios usuarios de X nos ha pasado que Musk aparece como parte del paisaje en nuestra cronología. Así no lo sigamos, así no tenga sentido que el algoritmo nos lo recomiende, parece estar automatizado para darle visibilidad a su dueño y priorizar sus publicaciones. Y bueno, esto no debería extrañarnos, pues Musk lleva un rato haciendo carrera como una suerte de “político del mundo”. Su apoyo a Trump y a la derecha mundial se hace cada día más evidente y su activismo de ultraderecha utiliza las herramientas más obvias de desinformación. En la última semana, afirmó sin fundamento que Kamala Harris es comunista, acusó a las políticas antirracistas de ser la “Woke Stasi” (una variedad de policía secreta comunista violadora de derechos) y compartió titulares engañosos que comparan cosas fuera de contexto, en los que supuestamente un hombre supremacista blanco es condenado a cárcel mientras a un hombre de tez morena le dan horas de servicio comunitario por violar a una niña. Esto sin contar cientos de reposteos de publicaciones transfóbicas y antiinmigración.
En estos momentos no queda nada del Elon Musk que afirmó ser moderado y querer mantenerse “al margen de la política”. Según la periodista Abigail Buchanan, Musk ha posteado en Twitter unas 50.000 veces desde 2009, tiene alrededor de 193 millones de seguidores y la mayoría de ultraderechistas lo consideran el héroe que les devolvió la posibilidad de expresarse online. Recordemos que Musk desbloqueó las cuentas de Alex Jones y Andrew Tate, un conspiracionista desinformador y un misógino acusado de violar y traficar con mujeres.
Cuando les pregunto a los estudiantes dónde se informan las respuestas son siempre nombres de redes sociales: Instagram, TikTok o X. Por mucho tiempo les decía, sí, ese es el medio del medio, pero ¿hay algún medio de comunicación que prefieran? Sus caras de desconcierto me corroboran cómo ha cambiado el mundo de la información. El mismo Musk lleva proclamando que X es la aplicación número uno de noticias y acusa a las plataformas de Meta de ser woke y promover valores liberales. En otras palabras, estamos reviviendo las viejas competencias entre periódicos de derecha e izquierda.
Por mucho tiempo fue necesario saber quiénes eran los dueños de medios y sus intereses económicos, para identificar sesgos en la información. Si bien eso sigue siendo útil, ahora el ejercicio vuelve a ser necesario y llega con venganza. Hay que educarnos además en saber que el algoritmo privilegiará una información sobre otra, hará eco artificial de las compartidas y que toda esta ingeniería no es un mero asunto de mercadeo ni de nuestros intereses particulares. Lentamente y jugando a la celebrity mundial, Musk ha introducido un monopolio de información en el que él es el medio, el emisor y hasta el mensaje.
Después de las elecciones venezolanas, los medios hicieron eco de una discusión a larga distancia entre Nicolás Maduro y Elon Musk. Todo inició con Musk, a través de su red X, reposteando mensajes de apoyo a María Corina Machado y de denuncias al gobierno madurista por fraude electoral. “Adiós Dictadora (sic) Maduro”, escribió Musk al repostear un video de una de las estatuas de Chávez siendo derribada por opositores. A lo que Maduro respondió retándolo: “¿Quieres pelea?, vamos a darle”.
El acento de Maduro al pronunciar el nombre del multimillonario se volvió chiste, como otras ocasiones en las que el político venezolano ha hablado en inglés. Algunos lo imitaron hablando de Ilón Moc, otros como Elón Mots, y la que me pareció más apropiada y fiel a su pronunciación: Elón Mocks. Mocks porque es el verbo en inglés que significa “reírse de alguien”. Me gustó no porque Musk se ría de Maduro, sino porque lleva ya un tiempo burlándose de nosotros y de los usuarios de X. Sin querer, el dictador vecino le puso un mote que nos sirve para pensar en las redes sociales y las nuevas formas de comunicación política.
Desde hace un tiempo, a varios usuarios de X nos ha pasado que Musk aparece como parte del paisaje en nuestra cronología. Así no lo sigamos, así no tenga sentido que el algoritmo nos lo recomiende, parece estar automatizado para darle visibilidad a su dueño y priorizar sus publicaciones. Y bueno, esto no debería extrañarnos, pues Musk lleva un rato haciendo carrera como una suerte de “político del mundo”. Su apoyo a Trump y a la derecha mundial se hace cada día más evidente y su activismo de ultraderecha utiliza las herramientas más obvias de desinformación. En la última semana, afirmó sin fundamento que Kamala Harris es comunista, acusó a las políticas antirracistas de ser la “Woke Stasi” (una variedad de policía secreta comunista violadora de derechos) y compartió titulares engañosos que comparan cosas fuera de contexto, en los que supuestamente un hombre supremacista blanco es condenado a cárcel mientras a un hombre de tez morena le dan horas de servicio comunitario por violar a una niña. Esto sin contar cientos de reposteos de publicaciones transfóbicas y antiinmigración.
En estos momentos no queda nada del Elon Musk que afirmó ser moderado y querer mantenerse “al margen de la política”. Según la periodista Abigail Buchanan, Musk ha posteado en Twitter unas 50.000 veces desde 2009, tiene alrededor de 193 millones de seguidores y la mayoría de ultraderechistas lo consideran el héroe que les devolvió la posibilidad de expresarse online. Recordemos que Musk desbloqueó las cuentas de Alex Jones y Andrew Tate, un conspiracionista desinformador y un misógino acusado de violar y traficar con mujeres.
Cuando les pregunto a los estudiantes dónde se informan las respuestas son siempre nombres de redes sociales: Instagram, TikTok o X. Por mucho tiempo les decía, sí, ese es el medio del medio, pero ¿hay algún medio de comunicación que prefieran? Sus caras de desconcierto me corroboran cómo ha cambiado el mundo de la información. El mismo Musk lleva proclamando que X es la aplicación número uno de noticias y acusa a las plataformas de Meta de ser woke y promover valores liberales. En otras palabras, estamos reviviendo las viejas competencias entre periódicos de derecha e izquierda.
Por mucho tiempo fue necesario saber quiénes eran los dueños de medios y sus intereses económicos, para identificar sesgos en la información. Si bien eso sigue siendo útil, ahora el ejercicio vuelve a ser necesario y llega con venganza. Hay que educarnos además en saber que el algoritmo privilegiará una información sobre otra, hará eco artificial de las compartidas y que toda esta ingeniería no es un mero asunto de mercadeo ni de nuestros intereses particulares. Lentamente y jugando a la celebrity mundial, Musk ha introducido un monopolio de información en el que él es el medio, el emisor y hasta el mensaje.