Kate Middleton, audiencias, medios y tabloides
En el episodio titulado “The National Anthem” de la serie británica Black Mirror secuestran a Susannah, la querida princesa de la familia real. Para devolverla, el secuestrador pide que el primer ministro, Michael Callow, tenga sexo con un cerdo en una trasmisión en vivo y en directo. El Servicio Secreto decide contratar a un actor para que personifique al ministro y con ayuda de la tecnología cree un video falso. En retaliación por la intención de engaño, el secuestrador envía un supuesto dedo de la princesa a una agencia de noticias del Reino Unido.
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En el episodio titulado “The National Anthem” de la serie británica Black Mirror secuestran a Susannah, la querida princesa de la familia real. Para devolverla, el secuestrador pide que el primer ministro, Michael Callow, tenga sexo con un cerdo en una trasmisión en vivo y en directo. El Servicio Secreto decide contratar a un actor para que personifique al ministro y con ayuda de la tecnología cree un video falso. En retaliación por la intención de engaño, el secuestrador envía un supuesto dedo de la princesa a una agencia de noticias del Reino Unido.
El episodio se basa en una trama grotesca, seguramente inspirada en el infame “piggate” de David Cameron, donde circuló el rumor de que el ex primer ministro inglés había introducido su pene en la boca de un cerdo muerto. Sin embargo, lo que realmente captura mi atención no es tanto la naturaleza escandalosa del incidente que desencadena la trama, sino cómo el episodio aborda la función de los medios de comunicación y la reacción del público.
Así, en el episodio, los ingleses quieren salvar a su princesa y, al mismo tiempo, les emociona especular qué será cumplir con el rescate. Los medios son además la fuente de credibilidad y de desconfianza. Todos al frente del televisor están a la expectativa del video con el cerdo, del dedo de la princesa y de teorías conspirativas, aunque el asunto escaló justamente por el engaño de una imagen. ¿Cómo saber que esta vez la transmisión sí será cierta?
Este episodio de Black Mirror ha vuelto a mi mente tras las recientes noticias sobre la foto falsa de Kate Middleton. El palacio de Kensington, una de las residencias de la corona británica, envió a los medios una foto manipulada de la princesa. Su intención era seguramente calmar la curiosidad de aquellos que se preguntaban por el estado de salud de Middleton. Al parecer, Kate lleva tiempo sin ser vista, y su ausencia ha suscitado todo tipo de especulaciones: desde que la princesa podría estar enfrentando un problema de salud abdominal, hasta rumores sobre una posible cirugía estética o que está lidiando con depresión.
La especulación ha sido tal, que las redes andan inundadas de memes que sugieren que implosionó, que se fue a Barbieland, que la culpa es de Meghan Markle. A medida que pasa el tiempo, y nada que se aclara su ausencia, la angustia colectiva crece y crece. ¿Dónde está Kate? Y para calmar la curiosidad estas mismas audiencias recurren a los mismos medios que dejaron pasar la foto de la imagen manipulada en primer lugar. Unos medios de los que se desconfía, pero de los que dependemos, ¿a quién más se va a buscar?
Lo revelador es que la pregunta no es fatalista. A fin de cuentas, ni las audiencias de ficción ni las reales se dejaron engañar. En ambos casos detectaron que se les mentía. El detalle está en que el pico de especulación acabe con la decisión de dejar de mirar. Cuando por fin el primer ministro del episodio de Black Mirror fornicó con un cerdo en vivo y en directo para salvar a la princesa, las audiencias dieron la espalda y repugnadas se fueron a casa. En el caso de Kate, habrá que esperar la reacción ante los hechos. Igual, se abre la pregunta, ¿qué tanta realidad realmente queremos constatar?