Galán llegó a la Alcaldía con una estrategia de comunicación tipo programas televisivos de limpieza o arreglo. Pensemos en Los acumuladores u Hogares limpios en los que un grupo de expertos llega a limpiar o arreglar eso que es desagradable o poco placentero. En una hora de televisión las audiencias atestiguan cómo una casa llena de objetos se desocupa llenándose de aire y de tranquilidad. Lo mismo ocurre con las casas sucias y abandonadas. Pasamos de encontrarnos con paredes con humedad, pisos levantados y cuartos llenos de telarañas, a ver una casa que parece sacada del catálogo de una agencia inmobiliaria.
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Galán llegó a la Alcaldía con una estrategia de comunicación tipo programas televisivos de limpieza o arreglo. Pensemos en Los acumuladores u Hogares limpios en los que un grupo de expertos llega a limpiar o arreglar eso que es desagradable o poco placentero. En una hora de televisión las audiencias atestiguan cómo una casa llena de objetos se desocupa llenándose de aire y de tranquilidad. Lo mismo ocurre con las casas sucias y abandonadas. Pasamos de encontrarnos con paredes con humedad, pisos levantados y cuartos llenos de telarañas, a ver una casa que parece sacada del catálogo de una agencia inmobiliaria.
Él éxito de estos programas, además del placer estético que suscitan, está relacionado con la temporalidad. En una franja de una hora creemos que todo se solucionó mágicamente. Así el proceso de arreglo y remodelación haya tomado meses, queda una sensación de que aquello que estaba mal quedó bien en minutos. De hecho, una profesora de historia de la televisión me contó que el rating de estos programas empezó a decaer cuando los decodificadores incluyeron la opción de grabar. La gente grababa el programa para ver únicamente el inicio y el final. Se saltaban la parte “aburrida” del proceso de arreglo y miraban solo el antes y el después.
La campaña de 100 días por Bogotá trajo este aspecto temporal a la comunicación política de Galán. En 100 días repararemos la malla vial en tanto porcentaje, mejoraremos la seguridad en X indicadores, avanzaremos en estos temas culturales, y así. Los videos de redes sociales fueron exitosos y bien narrados. La gente puede ver el antes de una carretera fea y abandonada para apreciar calles pavimentadas y limpias. Esto además queda en videos de uno o dos minutos. Se pueden ver también los capturados de espaldas. La música es triunfal lo que le va dando una atmósfera de logro.
Ahora bien, la comunicación tipo programa limpieza no se podría dar efectivamente si las audiencias no tuvieran interiorizados previamente los problemas a tratar. Para que alguien sienta placer al ver que algo se arregló tiene que creer que había algo por arreglar. En ese sentido, como la percepción de los bogotanos es que están en una ciudad fea e insegura, por lo tanto, los videos que te van mostrando en minutos una mini transformación de ciudad son súper efectivos. Sería muy inefectivo si el video incluyera un problema que no hubiera sido asumido como tal por la opinión pública.
Esta comunicación es además personalista. Cuando Galán muestra una obra terminada pasa el fenómeno goleador: quien corona es quien concreta el gol. Por supuesto, quienes conocen de fútbol saben de la importancia del resto del equipo, pero la mayoría le atribuye el logro a quien concreta. De ahí que cuando Claudia López mostrara obras concluidas saliera Peñalosa a reclamarle el crédito. Galán ha contado con la suerte de no tener muchos sonsonetes de alcaldes anteriores criticando que sus concreciones no son sólo de él.
Así que bien, en términos generales, la comunicación de Galán va muy bien; un respiro en este turbulento ambiente nacional. De todas formas, Galán no debe confiarse. La comunicación institucional es más lenta, menos personalista, pero bien llevada es muy agradecida. Ahora que llegan retos como el de la escasez de agua, no se puede recurrir a la misma estrategia, pues la limpieza de la casa solo se aprecia si antes se vio la suciedad. Y no es muy claro que los bogotanos entendieran la dimensión del lío al que ahora nos enfrentamos. Como el problema no estaba reconocido, y no simplemente se puede “pavimentar”, hay que iniciar una estrategia de concientización de largo aguante. El regaño y el racionamiento no bastan. Así como no bastó la muerte para convencer a los anti-vacunas. Toda reprimenda llega siempre tarde y no alcanza a corregir.