Nuestro discurso público está saturado de la palabra “robar”. Si hiciéramos un análisis de contenido con software especializado para determinar cuántas veces se utiliza una palabra, como cuando Trump se obsesionó con “China”, seguramente encontraríamos que “robar” se usa compulsivamente y en múltiples contextos. En Colombia se roban desde un lápiz, en sentido literal y figurado, hasta las arcas del Estado. Algunos periodistas, de esos que disfrutan de términos como “flagelo” y “burgomaestre”, han comenzado a variar la palabra y ahora leemos y oímos frecuentemente sobre “hurtos”. Todavía no hurtamos corazones, pero para allá...
La retórica del robo
22 de junio de 2024 - 05:05 a. m.