La revista Cambio ha sido un referente constante en mis clases sobre medios y poder. El famoso escándalo de Agro Ingreso Seguro, revelado por los periodistas Harold Abueta y José Manuel Reverón, sigue siendo uno de los ejemplos que utilizo para mostrarles a los estudiantes cómo los medios, a pesar de las dificultades económicas y políticas, pueden hacer investigaciones serias y relevantes que salvaguarden la democracia del país. Sin duda, el cierre de Cambio fue una estocada para muchas audiencias que asociaban la revista con un medio cada vez menos complaciente con los gobiernos de turno y sus aliados. El anuncio de que Cambio circulará nuevamente a partir de mañana es por eso una gran noticia para Colombia.
Aunque suene extraño, Colombia estuvo por mucho tiempo debajo de la Venezuela de Chávez en los rankings de libertad de expresión. Sí, con dictador y todo, a los vecinos les iba mejor. La primera razón de nuestro deplorable desempeño fue la persecución y el asesinato de periodistas. Un problema que todavía hoy estamos muy lejos de solucionar. Una segunda razón fue la escasez de medios. Entre más medios haya en un país, más probabilidad hay de encontrar diversidad de voces que se contrarresten entre sí. Hay también menos probabilidad de que los pocos medios se alineen con el poder de turno, volviéndose voceros de gobierno. También hay más espacios para prestarle atención a la diversidad de realidades nacionales.
Colombia ha subido un poco en los rankings de libertad de expresión. En parte, porque otros países, como Venezuela, simplemente se han ido en picada en todos los indicadores. Pero en parte, y vale la pena resaltarlo, porque el periodismo colombiano ha decidido mantenerse con vida pese a todos los pronósticos. Ha resistido en algunos medios tradicionales y en una amplia variedad de medios digitales comprometidos con la búsqueda de la verdad, la ponderación, el respeto por las fuentes y la curiosidad general por el mundo. Están, por ejemplo, La Silla Vacía, Razón Pública, Mutante, Pacifista, entre otros. Sigue, sin embargo, siendo problemático que cuando hablemos de revistas semanales de circulación nacional sólo se venga a la mente de los colombianos la actual Semana.
La revista Cambio será importante por los elementos clásicos del periodismo que se han repetido en las últimas semanas. Sin duda es fundamental brindar información a la ciudadanía para que pueda tomar conscientemente decisiones de relevancia nacional. Para que pueda, por ejemplo, votar por el candidato más idóneo a partir de hechos verificables y no sólo salir a marcar por “el que dijo alguien”. El buen periodismo, como se espera que será el de Cambio, se dedicará al escrutinio público, a discutir sobre justicia y a denunciar injusticias, a velar por la democracia y el Estado de derecho y por la búsqueda honesta de la verdad.
Pero hay otra realidad que se anhela y que va más allá de los clásicos elementos de manual de periodismo. Un aspecto clave de nuestra época es la relevancia de los medios en la formación de audiencias. El periodismo también es cultura, es un lenguaje, es forma de ser. No se trata sólo de “tener más información”. Ahora tendremos otro aliado que cultivará un cierto tipo de lector, un cierto tipo de individuo, un cierto tipo de ciudadano. Cada nación tiene los medios que se merece. Nosotros podemos merecernos más y mejores medios. El regreso de la revista Cambio ofrece esperanza frente al pánico y el morbo que alteran el pulso y generan clics. Nos ofrece esperanza sobre la construcción de una mejor y más firme ciudadanía.
La revista Cambio ha sido un referente constante en mis clases sobre medios y poder. El famoso escándalo de Agro Ingreso Seguro, revelado por los periodistas Harold Abueta y José Manuel Reverón, sigue siendo uno de los ejemplos que utilizo para mostrarles a los estudiantes cómo los medios, a pesar de las dificultades económicas y políticas, pueden hacer investigaciones serias y relevantes que salvaguarden la democracia del país. Sin duda, el cierre de Cambio fue una estocada para muchas audiencias que asociaban la revista con un medio cada vez menos complaciente con los gobiernos de turno y sus aliados. El anuncio de que Cambio circulará nuevamente a partir de mañana es por eso una gran noticia para Colombia.
Aunque suene extraño, Colombia estuvo por mucho tiempo debajo de la Venezuela de Chávez en los rankings de libertad de expresión. Sí, con dictador y todo, a los vecinos les iba mejor. La primera razón de nuestro deplorable desempeño fue la persecución y el asesinato de periodistas. Un problema que todavía hoy estamos muy lejos de solucionar. Una segunda razón fue la escasez de medios. Entre más medios haya en un país, más probabilidad hay de encontrar diversidad de voces que se contrarresten entre sí. Hay también menos probabilidad de que los pocos medios se alineen con el poder de turno, volviéndose voceros de gobierno. También hay más espacios para prestarle atención a la diversidad de realidades nacionales.
Colombia ha subido un poco en los rankings de libertad de expresión. En parte, porque otros países, como Venezuela, simplemente se han ido en picada en todos los indicadores. Pero en parte, y vale la pena resaltarlo, porque el periodismo colombiano ha decidido mantenerse con vida pese a todos los pronósticos. Ha resistido en algunos medios tradicionales y en una amplia variedad de medios digitales comprometidos con la búsqueda de la verdad, la ponderación, el respeto por las fuentes y la curiosidad general por el mundo. Están, por ejemplo, La Silla Vacía, Razón Pública, Mutante, Pacifista, entre otros. Sigue, sin embargo, siendo problemático que cuando hablemos de revistas semanales de circulación nacional sólo se venga a la mente de los colombianos la actual Semana.
La revista Cambio será importante por los elementos clásicos del periodismo que se han repetido en las últimas semanas. Sin duda es fundamental brindar información a la ciudadanía para que pueda tomar conscientemente decisiones de relevancia nacional. Para que pueda, por ejemplo, votar por el candidato más idóneo a partir de hechos verificables y no sólo salir a marcar por “el que dijo alguien”. El buen periodismo, como se espera que será el de Cambio, se dedicará al escrutinio público, a discutir sobre justicia y a denunciar injusticias, a velar por la democracia y el Estado de derecho y por la búsqueda honesta de la verdad.
Pero hay otra realidad que se anhela y que va más allá de los clásicos elementos de manual de periodismo. Un aspecto clave de nuestra época es la relevancia de los medios en la formación de audiencias. El periodismo también es cultura, es un lenguaje, es forma de ser. No se trata sólo de “tener más información”. Ahora tendremos otro aliado que cultivará un cierto tipo de lector, un cierto tipo de individuo, un cierto tipo de ciudadano. Cada nación tiene los medios que se merece. Nosotros podemos merecernos más y mejores medios. El regreso de la revista Cambio ofrece esperanza frente al pánico y el morbo que alteran el pulso y generan clics. Nos ofrece esperanza sobre la construcción de una mejor y más firme ciudadanía.