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Maduro, Petro y Trump: de la posverdad a la a-verdad

Catalina Uribe Rincón
03 de agosto de 2024 - 05:05 a. m.
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"Su posición fue más o menos la siguiente: 'muestren las actas, pero me abstengo de votar por que las muestren, porque si no, habrá una guerra con Venezuela'": Catalina Uribe
"Su posición fue más o menos la siguiente: 'muestren las actas, pero me abstengo de votar por que las muestren, porque si no, habrá una guerra con Venezuela'": Catalina Uribe
Foto: EFE

El miércoles pasado, Nicolás Maduro utilizó la noción de fe para justificar su fraude. Citó la historia del apóstol Tomás, que no quiso creer en la resurrección de Jesús sino hasta que lo vio. “Bienaventurados los que no han visto y han creído”, apuntó el dictador venezolano. Afirmó además que se entregarían el 100 % de actas porque “Dios está con nosotros y las pruebas ya aparecieron”, lo que sea que eso signifique. Después añadió que Juan Manuel Santos trató de matarlo el 4 de agosto de 2018: “Chávez ayudó a Uribe a mil cosas por la paz (…) y Uribe trató de matar a Chávez (…) Uribe, Santos y la oligarquía colombiana son Santander”.

A la par de que estos videos se hacían virales, apareció Gustavo Petro justificando la abstención de Colombia en la OEA: “Y ya tenemos un lío político tan grande y tan difícil, porque dicen: ‘eso hablando groserías se resuelve’, ja. Nos podrían hacer enfrentar militarmente colombianos y venezolanos, y de ahí qué se recupera, cuántas generaciones. Nunca nos hemos matado entre nosotros”. Su posición fue más o menos la siguiente: “muestren las actas, pero me abstengo de votar por que las muestren, porque si no, habrá una guerra con Venezuela”.

No había por dónde librarse. Si queríamos descansar de la impotencia del país vecino, podíamos pasar a la pesadilla de Trump. En la Asociación Nacional de Periodistas Negros de Estados Unidos, dijo que él había sido el mejor presidente para la población negra desde Abraham Lincoln, y cuestionó que Kamala Harris se identificara como negra: “Ella era india y después, de repente, hizo un giro y se volvió neeegraaaa”. Como lo puso The Guardian, pronunció la palabra “negra” con tanto desprecio que pareció que estuviera tosiendo una bola de pelos. Algunos periodistas se rieron incrédulos.

Los videos de las intervenciones de Maduro después de las elecciones, el eco de Petro y las palabras de Trump tuvieron un cambio que, por la indignación del fraude, no hemos discutido mucho. Ya no son mentiras, ni posverdad, ahora estamos en un momento que bien podría llamarse a-verdad. ‘A’ por el prefijo que indica negación o falta de aquello que expresa la palabra a la que se une. ‘A’ como en ateo, que es quien niega la existencia de dios. La a-verdad de estas figuras públicas nos muestra que hemos perdido cualquier sentido compartido de referencia, cualquier acuerdo de juegos del lenguaje.

En Maduro se ve muy claro este cambio. Primero fueron las mentiras. Es decir, afirmaciones que se saben falsas, pero que se tiene la esperanza de que otros las asuman como verdaderas. Pensemos en la pandemia. Con poquísimas pruebas PCR, la cifra oficial de infecciones por COVID-19 en Venezuela fue de aproximadamente 7.000 casos menos diarios de los verdaderos. A estas mentiras las acompañó la posverdad. Es decir, esas distorsiones deliberadas de la verdad que apelan a emociones y creencias personales. Aquí caben las paranoias contra Estados Unidos y el bloqueo. Apelando a esa emoción anticapitalista, Maduro culpó al país del norte de cualquier cosa relacionada con la economía venezolana.

Si vemos en estos últimos casos, la relación con la verdad supone tener clara qué es la verdad. Para mentir, y esperar que le crean, debe seguir unas reglas de lenguaje con argumentos falsos, pero argumentos. Para jugar con las emociones debe tener claro quién es su audiencia y cuáles son sus creencias para saber en qué están dispuestos a creer y en qué no. Lo que pasa con esta nueva a-verdad es que ni hay reglas, ni hay ancla con la realidad ni hay conciencia de quién es la audiencia. Esta semana estuvimos sometidos a incoherencias y verborrea delirante que sobrepasó desde hace mucho a Chávez convertido en pájaro. No nos quedará más que reírnos incrédulos como los periodistas oyendo a Trump. Pero no de la mentira que oímos, sino del absurdo de estar atestiguando el sinsentido.

 

Helga66(40077)04 de agosto de 2024 - 04:31 a. m.
Queda un rincón: el periodista. Ojalá no se conviertan en notarios de la versión gubernamental o del poderoso.
Eduardo Sáenz Rovner(7668)04 de agosto de 2024 - 02:22 a. m.
Y Petro sigue Madurando...
Felipe(94028)03 de agosto de 2024 - 10:20 p. m.
"Esta opinión es honrada. Procure siempre acertalla el honrado y principal; pero si la acierta mal, defendella y no enmendalla". (Guillen de Castro. Las mocedades del Cid). La terquedad de los que siguen defendiendo al régimen venezolano es solo por antigringuismo, aunque tengan que unirse a lo mejor de cada casa: Irán, Corea del Norte, Rusia, China, Cuba y Nicaragua, entre otras selectas "democracias" del mundo que apoyan a Maduro, pero preferirían mil veces vivir en Miami que en Caracas.
  • Olegario(51538)04 de agosto de 2024 - 04:43 a. m.
    Uf! Demoledor comentario.
Atenas(06773)03 de agosto de 2024 - 05:37 p. m.
Ay, Cata, esto tuyo más parece una jerigonza y comprensible es dado el enredo q’ traes como asunto, pero más la retorcidez de Maduro q’ se aferra a su dictadura y a la malparidez del chambón Petro q’ bien sabe q’ lo q’ suceda en V/zla va a ser el preludio de lo q’ él cranea hacer en Colombia pa el 2026. Ah, y en lo Trump, el análisis es completa/ diferente, así es allá donde se dicen las cosas de frente, sin esguinces o dobleces como aquí. Atenas.
  • Gines de Pasamonte(86371)03 de agosto de 2024 - 10:04 p. m.
    ¡Ay, atenitas! Mas fácil cae un mentiroso que un cojo, reza el viejo refran. El requisito sine qua non para ser un buen mentiroso es tener buena memoria y tú careces de ella. Claro, careces de cultura, de conocimiento y un larguísimo etc, negativo, veamos: “el análisis es completa/ diferente, así es allá (en USA) donde se dicen las cosas de frente, sin esguinces o dobleces como aquí (en el ancianato bogotano). ¿Ves? Sorry, escudero mentiroso.
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