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Con cara de incrédulos, estamos viendo algo que creíamos no nos tocaría vivir: una guerra con impactos aún impredecibles en todo el mundo, sin excepción. Una guerra globalizada cuyos detalles estamos viviendo minuto a minuto, su dolor, su crueldad y con posibilidades que no queremos ni siquiera imaginar. Sin duda llevamos por lo menos una semana en suspenso. Pero mientras esto sucede, hay una realidad que sí es enteramente nuestra: nosotros también estamos en guerra. Es decir, nosotros tenemos nuestra propia guerra, otra vez. En la semana anterior, desde el miércoles hasta el viernes y faltan datos más recientes, se registraron, según los medios, 107 casos que afectaron a civiles y causaron daños a infraestructura productiva como consecuencia del paro armado de la guerrilla del Eln.
El balance es el de una guerra que en tres días causa el homicidio de un líder social, siete casos de confinamiento de comunidades, diez vehículos incinerados, seis actos de destrucción de infraestructura, 18 actos terroristas y el cierre de 23 terminales de transporte por amenazas terroristas. Pero no es todo: cinco ataques armados a la fuerza pública, dos hostigamientos, dos emboscadas y un combate. Si nos aislamos de la guerra en Ucrania y nos concentramos en lo que está sucediendo en nuestro país, la conclusión es que volvimos a esa etapa que creíamos haber empezado a superar, pero ahora con otro protagonista: el Eln. Nada menos que 900 colombianos no se atreven a movilizarse porque las terminales de transporte están siendo atacadas y en carreteras hay banderas de este grupo guerrillero, lo que aterroriza a pasajeros y transportadores.
A ver, señor presidente Duque, usted lleva tres años y medio en el poder con un espacio político inmenso y con un pueblo que le ha tenido mucha paciencia, demasiada, sin duda. A usted el expresidente Santos le entregó un Acuerdo de Paz con las Farc y, según afirman los expertos en este tema, avances con el Eln, pero usted decidió hacer trizas este Acuerdo con el apoyo de su partido, dirigido por el expresidente Uribe, y con el apoyo de quienes siguieron esa propuesta. No lo hizo completamente trizas porque no pudo, pero dejó que el Eln se le creciera y ahí tiene las consecuencias. Ni avanzó en negociaciones con ese grupo ni lo combatió eficientemente. Resultados: a usted se le salió de las manos el Eln, ¡óigalo bien!: se le salió de las manos el Eln y con ello devolvió al país a la guerra. Gústele o no, así pasará usted a la historia.
En tres años y medio, usted ignoró lo que significaba avanzar en el posconflicto mientras sectores de las ex-Farc entregaban armas y entraban a la política. En su inmensa prepotencia y soberbia subestimó al Eln. No escuchó las voces de conocedores del tema que podían haber contribuido a buscar negociaciones y las despreció sin darse cuenta de que estaba devolviendo al país a la guerra. Señor presidente, en el tema de la paz, para no mencionar sino este, usted perdió tres años y medio y los colombianos no nos merecemos esto. Se lo dirá la historia, porque esa sí es certera. Con seguridad, este pecado no se lo perdonarán las generaciones actuales de colombianos ni las futuras.