... Hablando de hijos presidenciales multimillonarios
“… que si él (Nicolás Petro, NP) quería sacar algo (y) lo tenía que sacar de Presidencia, él (el mandatario) no se lo iba a permitir; que si él (NP) quiere ser multimillonario como los hijos de otros expresidentes, estaba muy equivocado porque él (el presidente) eso no lo iba a permitir”. Esta habría sido la respuesta que le dio Gustavo Petro a Day Vásquez, expareja de su hijo mayor, de acuerdo con lo que ella afirmó, en entrevista que le dio al nuevo medio Semana, refiriéndose a lo que le contestó el jefe de Estado cuando le contó los malos pasos en que andaría Nicolás. Según la exnuera del presidente, tuvo un encuentro con este en su despacho de la Casa de Nariño el 1° de febrero pasado. Ella pidió verlo para enterarlo, en detalle, de la conducta mafiosa de su hijo y de los millones de pesos que él habría recibido, en efectivo, de tres hombres que disfrutan de grandes fortunas y de identidades conocidas en los juzgados penales. Al principio, el primogénito presidencial habría estado pidiendo dinero —reitero, según la confesión de la testigo y cómplice de esas operaciones— para apoyar, supuestamente, los gastos de la campaña pasada aunque nunca lo hizo: se apropió de donaciones por $1.000 millones que usó para vivir con lujos y comprar mansiones. Ya instalado el Gobierno, Nicolás Petro se habría empezado a mover en los ministerios y despachos de altos funcionarios para conseguir contratos y puestos con el fin de amasar su propio capital. Aun en esta Colombia dominada por la narcocultura invencible, el relato de Vásquez, soportado en mensajes incontrovertibles entre ella y su exmarido, es ¡espantoso! Y constituye un espejo cruel del país que se ve forzado a echar por tierra, vea usted cuánta ironía, las ilusiones de más de 11 millones de personas que votaron por el “cambio” presidido, por primera vez, por un líder de izquierda que debía su popularidad política, precisamente, a sus denuncias contra los corruptos del poder tradicional a quienes les destapó las porquerías con que se enriquecen, con dineros sucios y a costa de negociar los bienes públicos con otros corruptos, tal cual lo habría estado replicando su vástago.
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“… que si él (Nicolás Petro, NP) quería sacar algo (y) lo tenía que sacar de Presidencia, él (el mandatario) no se lo iba a permitir; que si él (NP) quiere ser multimillonario como los hijos de otros expresidentes, estaba muy equivocado porque él (el presidente) eso no lo iba a permitir”. Esta habría sido la respuesta que le dio Gustavo Petro a Day Vásquez, expareja de su hijo mayor, de acuerdo con lo que ella afirmó, en entrevista que le dio al nuevo medio Semana, refiriéndose a lo que le contestó el jefe de Estado cuando le contó los malos pasos en que andaría Nicolás. Según la exnuera del presidente, tuvo un encuentro con este en su despacho de la Casa de Nariño el 1° de febrero pasado. Ella pidió verlo para enterarlo, en detalle, de la conducta mafiosa de su hijo y de los millones de pesos que él habría recibido, en efectivo, de tres hombres que disfrutan de grandes fortunas y de identidades conocidas en los juzgados penales. Al principio, el primogénito presidencial habría estado pidiendo dinero —reitero, según la confesión de la testigo y cómplice de esas operaciones— para apoyar, supuestamente, los gastos de la campaña pasada aunque nunca lo hizo: se apropió de donaciones por $1.000 millones que usó para vivir con lujos y comprar mansiones. Ya instalado el Gobierno, Nicolás Petro se habría empezado a mover en los ministerios y despachos de altos funcionarios para conseguir contratos y puestos con el fin de amasar su propio capital. Aun en esta Colombia dominada por la narcocultura invencible, el relato de Vásquez, soportado en mensajes incontrovertibles entre ella y su exmarido, es ¡espantoso! Y constituye un espejo cruel del país que se ve forzado a echar por tierra, vea usted cuánta ironía, las ilusiones de más de 11 millones de personas que votaron por el “cambio” presidido, por primera vez, por un líder de izquierda que debía su popularidad política, precisamente, a sus denuncias contra los corruptos del poder tradicional a quienes les destapó las porquerías con que se enriquecen, con dineros sucios y a costa de negociar los bienes públicos con otros corruptos, tal cual lo habría estado replicando su vástago.
¡Quién lo creyera! La mezquina esperanza de los sectores de derecha y ultraderecha de ver fracasar a la izquierda, angustiados por la expectativa de perder el control del Estado y, con este, el futuro de sus bolsillos y castas, ha llegado mediante la familia del presidente. No nos digamos mentiras: la joven administración Petro ha quedado, si no muerta, sí herida en una de sus alas a pesar de que la denunciante –cuyo comportamiento mientras era la pareja de Nicolás es tan cuestionable como el de este– salvó de responsabilidad al líder del Ejecutivo cuando insistió en que él ignoraba lo que hacía su hijo, un hombre adulto y absolutamente consciente de sus decisiones. Hoy, la posibilidad de que el Congreso le apruebe al Gobierno las reformas al sistema de salud, al régimen de pensiones, al laboral u otras es casi nula. Si logra mucho, la Casa de Nariño conseguirá que le voten unos proyectos disminuidos frente a los que pretendía imponer. El despacho del presidente, hasta ahora temido por el respaldo popular y el prestigio internacional que había acumulado en estos meses, será vulnerable a chantajes de los oportunistas, partidos y bancadas. Y tendrá que ceder, gústele o no, modificando sus programas bandera.
En contraste con la debilidad de Petro, las clases retardatarias, que solo habían articulado su pobrísima oposición basándose en una insultante discriminación social, andan de fiesta y celebrando con fuegos artificiales su triunfo inesperado. Tal como está el ambiente hoy, a nadie le importa la exhibición de hipocresía de quienes se sienten reposicionados en el poder, entre estos, políticos, empresarios, industriales y no pocos medios de comunicación: gritan “castigo” –como ciertamente lo merece– para el hijo de un presidente que irrumpió en las altas esferas oficiales sin pertenecer a ellas; pero acallaron el escándalo mayúsculo de “los hijos de otros expresidentes” que se hicieron multimillonarios durante la administración de sus padres, como lo aseguró el mandatario. Recuerdo una eficiente campana de silencio nacional –Rama Judicial incluida– en torno al escandaloso enriquecimiento de ese tipo denunciado por unos pocos que nos atrevimos a hablar inútilmente del tema: el de los Uribe Moreno (ver web). Por esto y por todo lo demás, es inconcebible que Nicolás Petro haya actuado como actuó. Ay, la narcocultura.