Publicidad

Hipocresía y libertad de prensa

Cecilia Orozco Tascón
14 de junio de 2023 - 02:00 a. m.

Expresar opiniones y tomar posiciones que confirmen la cultura de corrección social vigente es muy sencillo, no importa si las opiniones expresadas resultan falsas o si las posiciones prometidas jamás llegan a convertirse en realidades. Por ejemplo, cualquiera afirma que lucha por la paz y que urge terminar la guerra. Hasta Uribe y Cabal. Pero intente usted iniciar una negociación con alzados en armas y levantará la ira de medio país. Sucede con la presunta adhesión a los principios de respeto por los derechos humanos, condena a las discriminaciones y apoyo a la unidad de los pueblos: se proclaman, pero se violan constantemente. Ocurre también con la libertad de prensa. No hay líder que afirme que se propone recortarla. Pero en cuanto se siente tocado por las investigaciones de los reporteros, se las ingenia para limitar su radio de acción o para intentar eliminarla mientras simula que la protege.

Los propios periodistas manipulan y sesgan su esencia con un cinismo asombroso. Retirando el pesado velo de hipocresía con que la cubrimos, tal vez sea posible entender que la verdadera libertad de prensa empieza por casa y que la mayor responsabilidad de los tropiezos que padece no proviene de la volubilidad de sus críticos externos —aunque sus quejas incidan— sino, y mucho más, de la lealtad con que la usemos quienes la trajinamos, todos los días, por ser parte esencial de nuestro oficio. La libertad de prensa es concreta, no etérea; la palpamos cada día en nuestro trabajo, es indivisible y su mayor o menor intensidad de uso no debe tener como medida nuestro gusto u odio con el gobernante de turno, sea Uribe, Santos, Duque o Petro. La libertad de prensa no puede aparecer y desaparecer, como sacada del sombrero de un mago, para obedecer las órdenes de los propietarios de las empresas periodísticas o de quienes dominan los poderes políticos, económicos y sociales, ante los cuales el derecho a la información de los colombianos se doblega con más frecuencia de lo que se admite. Por estos días, se discute en Colombia si los periodistas corren peligro por las críticas del presidente a determinadas noticias y a sus autores. De Petro no sorprende que confronte a la prensa que, a su vez, lo espolea. El presidente ha dicho que “nadie les va a impedir a los medios expresarse con libertad pero (tampoco) nadie nos quitará nuestra libertad y el mismo derecho”. Esperamos que cumpla.

Ahora bien, y afirmándolo con franqueza y sin ánimo ofensivo, el grupo de periodistas que grita que la libertad de prensa está en riesgo por las quejas de Petro puede tener razón y puede exagerar al mismo tiempo. No obstante, no se entiende cómo ese mismo grupo mantuvo silencio complaciente con las persecuciones a otro grupo de periodistas en gobiernos pasados. Para no ir más lejos, el de Iván Duque, que privilegió a sus amigos reporteros; que perfiló a quienes consideraba enemigos; que “privatizó” la publicidad oficial ordenando, verbalmente, no darles un peso de los dineros de impuestos a los medios que lo criticaban. Los quejosos de hoy no vieron nunca —porque Duque y ellos estaban del mismo lado— los ataques uribistas a varios medios alternativos y a Noticias Uno (me disculpo por poner la discusión en primera persona). Por eso, no levantaron su voz para defender la libertad de prensa que, en cambio, reclaman para sí mismos. Y nunca se preocuparon porque las acusaciones injustas de los extremistas de esos años en nuestra contra nos podían poner en un riesgo muy alto. Les solicito ver un resumen de lo que les sucedía en las calles a nuestros periodistas.

Una reflexión final: el ejercicio de la libertad de prensa es muy cómodo cuando su uso corresponde a los deseos de los dueños del medio en que se trabaja, que suelen ser parecidos a los de aquellos que detentan poder económico y político. La libertad de prensa es difícil y pesada cuando uno nada solo y contra la corriente.

Entre paréntesis. Tengo la fortuna de trabajar con dos medios que honran las libertades de prensa, de expresión, de información y de opinión: El Espectador y Noticias Uno. Gracias a la vida.

 

Toño(83655)19 de junio de 2023 - 03:48 p. m.
La libertad de prensa en un bien que se gana o se pierde por ella misma, Cuando la prensa MIENTE descaradamente, cunado desvirtua la noticia, cunado hace proselitismo politico con la nocia entonces esa libertad la pierde porque ya no le creemos,
JJ11072022(4437)19 de junio de 2023 - 01:55 a. m.
Gracias,la cuestiòn es que muchos no entienden por falta de conocimiento, de educaciòn y confunden la verdadera independencia de la prensa , con orientaciones polìticas y son ademàs ciegos o se hacen para no ver los hechos, prefieren los rumores, el chisme y el relato
Gelsy(23179)18 de junio de 2023 - 05:50 p. m.
Mi aprecio, Señora Cecilia. Usted siempre a encarnado lo que es un verdadero periodismo. Le confieso que soy seguidor de Gustavo Petro, y se que a muchos de sus seguidores no es que nos disguste que la prensa hable bien o mal de Petro, pero que lo que se diga pueda ser probado. Hemos visto la unión de muchos medios para ver cuál hace tambalear más al gobierno, pero a la hora de las pruebas, estás son bien flojas o inexistentes. Nuestra única arma es la controversia, no somos bodegas.
Juanchopepe(48079)18 de junio de 2023 - 06:25 a. m.
Gran columna doña Ceci, tirón de orejas para los que confunden el periodismo con el amarillismo, el sensacionalismo y el escándalo, a falta de argumentos para sostener la mentira, falsedades y sofismas de sus patrones empresarios, banqueros y terratenientes hampones.
Gonzalo(03064)17 de junio de 2023 - 08:38 p. m.
Comparto casi toda su columna, además de que reconozco su valentía para enfrentar a poderosos. Solo disiento sobre su referencia al Espectador, porque parece que ya está cayendo en lo mismo de los demás, obedeciendo a los intereses de sus poderosos dueños.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar