Mientras los uribistas y otras hierbas del mismo pantano vociferan sus protestas contra la supuesta “violación” a la democracia por parte de los defensores de las 16 curules especiales para las víctimas en el próximo Congreso de la República porque interpretan lo que pasó, la múltiple moral que caracteriza a ese sector derechista le permite, ya no solo interpretar sino actuar como su gana le indica y sin que nadie tenga derecho a revirar: pues sí, sin vergüenza con el sistema democrático que dice respetar, el partido del expresidente senador se tomó por asalto una silla de las nueve que tiene el Consejo Nacional Electoral (CNE), ¡el organismo que revisa los resultados de las votaciones! La exprocuradora Gloria Inés Gómez Ramírez, de Caldas ella, incluida por el Centro Democrático en la misma plancha al CNE en que fue elegido el renunciado Carlos Camargo en 2014, entró a reemplazarlo, repito, por asalto. Esta es la historia del clientelismo politiquero de quienes ven la paja en el ojo ajeno y esconden la viga en el propio, en el episodio en que logran introducir a uno de sus cuadros en el tribunal que decidirá quién ganó o quién perdió las elecciones del año que se inicia dentro de 18 días.
Primer capítulo: el conservador Carlos Camargo, yerno de la congresista conservadora Nora García Burgos (primer grado de parentesco) y primo del congresista conservador David Barguil (segundo grado de parentesco) fue elegido como miembro y después posesionado como presidente del Consejo Electoral a pesar del artículo 26 de la Constitución según el cual “los servidores públicos… no podrán designar (elegir) a personas… con las cuales tengan parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad, primero civil, o con quien estén ligados por matrimonio o unión permanente”. El señor Camargo hizo y deshizo lo que se le ocurrió en el CNE y luego renunció, pero no sin antes “investigar” y cerrar, a favor de Óscar Iván Zuluaga, el proceso que se le inició a este por el regalo de US$1,6 millones que Odebrecht le dio al publicista de su campaña. Zuluaga, como sabemos, fue el candidato presidencial del uribismo que hizo coalición con el conservador que llevó a Camargo al Consejo Electoral: favor de ida, favor de vuelta.
Segundo capítulo: la compañera de lista de Camargo por el uribismo, Gloria Inés Gómez Ramírez, caldense ella, alegó su presunto derecho a ocupar la silla del conservador. Pero habiendo sido inscrita por un partido diferente al de Camargo, surgió un problema legal: si el CNE es el organismo en que se reflejan las fuerzas partidistas de manera proporcional, ¿un miembro de otra colectividad puede ocupar el puesto del renunciante o el equilibrio político se rompe? Pero antes de que se conociera la respuesta a una consulta al Consejo de Estado que el ministro del Interior le formuló, la señora Gómez Ramírez quien, por cierto, está acosada por la urgencia personal de acreditar unos meses más de oficio público para poderse pensionar, se brincó el procedimiento (elección en el Congreso y posesión del cargo ante el presidente de la República), y se fue a una notaría a estampar su firma como consejera. Y hoy funge de juez electoral. Detalle pequeño: además del notario, ¿ante quién se “posesionó” la señora? A su lado, orondo, estaba Óscar Jiménez Leal, expresidente… del Consejo Electoral y abogado de Óscar Iván Zuluaga en el proceso que el renunciado Camargo le cerró.
Tercer capítulo: Zuluaga “oficializó” la presencia de su copartidaria, paisana, amiga de su abogado y tal vez suya, mediante un trino en que pone la foto de la referencia.
"Posesión" ante el notario 27 de Bogotá, de Gloria Inés Gómez Ramírez como consejera electoral. A la derecha y a su lado, Óscar Jiménez Leal, apoderado del Dr. Óscar Iván Zuluaga en el proceso contra este, en el Consejo Nacional Electoral.
Cuarto capítulo que está por desarrollarse: la “magistrada” avoca conocimiento del recurso de reposición que interpuso el procurador general contra la decisión de su reemplazo de archivarle el caso a Zuluaga ¿Qué decidirá? Me lo imagino desde ya.
Mientras los uribistas y otras hierbas del mismo pantano vociferan sus protestas contra la supuesta “violación” a la democracia por parte de los defensores de las 16 curules especiales para las víctimas en el próximo Congreso de la República porque interpretan lo que pasó, la múltiple moral que caracteriza a ese sector derechista le permite, ya no solo interpretar sino actuar como su gana le indica y sin que nadie tenga derecho a revirar: pues sí, sin vergüenza con el sistema democrático que dice respetar, el partido del expresidente senador se tomó por asalto una silla de las nueve que tiene el Consejo Nacional Electoral (CNE), ¡el organismo que revisa los resultados de las votaciones! La exprocuradora Gloria Inés Gómez Ramírez, de Caldas ella, incluida por el Centro Democrático en la misma plancha al CNE en que fue elegido el renunciado Carlos Camargo en 2014, entró a reemplazarlo, repito, por asalto. Esta es la historia del clientelismo politiquero de quienes ven la paja en el ojo ajeno y esconden la viga en el propio, en el episodio en que logran introducir a uno de sus cuadros en el tribunal que decidirá quién ganó o quién perdió las elecciones del año que se inicia dentro de 18 días.
Primer capítulo: el conservador Carlos Camargo, yerno de la congresista conservadora Nora García Burgos (primer grado de parentesco) y primo del congresista conservador David Barguil (segundo grado de parentesco) fue elegido como miembro y después posesionado como presidente del Consejo Electoral a pesar del artículo 26 de la Constitución según el cual “los servidores públicos… no podrán designar (elegir) a personas… con las cuales tengan parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad, primero civil, o con quien estén ligados por matrimonio o unión permanente”. El señor Camargo hizo y deshizo lo que se le ocurrió en el CNE y luego renunció, pero no sin antes “investigar” y cerrar, a favor de Óscar Iván Zuluaga, el proceso que se le inició a este por el regalo de US$1,6 millones que Odebrecht le dio al publicista de su campaña. Zuluaga, como sabemos, fue el candidato presidencial del uribismo que hizo coalición con el conservador que llevó a Camargo al Consejo Electoral: favor de ida, favor de vuelta.
Segundo capítulo: la compañera de lista de Camargo por el uribismo, Gloria Inés Gómez Ramírez, caldense ella, alegó su presunto derecho a ocupar la silla del conservador. Pero habiendo sido inscrita por un partido diferente al de Camargo, surgió un problema legal: si el CNE es el organismo en que se reflejan las fuerzas partidistas de manera proporcional, ¿un miembro de otra colectividad puede ocupar el puesto del renunciante o el equilibrio político se rompe? Pero antes de que se conociera la respuesta a una consulta al Consejo de Estado que el ministro del Interior le formuló, la señora Gómez Ramírez quien, por cierto, está acosada por la urgencia personal de acreditar unos meses más de oficio público para poderse pensionar, se brincó el procedimiento (elección en el Congreso y posesión del cargo ante el presidente de la República), y se fue a una notaría a estampar su firma como consejera. Y hoy funge de juez electoral. Detalle pequeño: además del notario, ¿ante quién se “posesionó” la señora? A su lado, orondo, estaba Óscar Jiménez Leal, expresidente… del Consejo Electoral y abogado de Óscar Iván Zuluaga en el proceso que el renunciado Camargo le cerró.
Tercer capítulo: Zuluaga “oficializó” la presencia de su copartidaria, paisana, amiga de su abogado y tal vez suya, mediante un trino en que pone la foto de la referencia.
"Posesión" ante el notario 27 de Bogotá, de Gloria Inés Gómez Ramírez como consejera electoral. A la derecha y a su lado, Óscar Jiménez Leal, apoderado del Dr. Óscar Iván Zuluaga en el proceso contra este, en el Consejo Nacional Electoral.
Cuarto capítulo que está por desarrollarse: la “magistrada” avoca conocimiento del recurso de reposición que interpuso el procurador general contra la decisión de su reemplazo de archivarle el caso a Zuluaga ¿Qué decidirá? Me lo imagino desde ya.