La importancia enfermiza que el gobierno Duque le da a la imagen de quien lo preside no es estratégica sino cosmética, de cirugía moldeadora. Y es proporcional a la mediocridad de sus altos funcionarios, invisibles para la opinión pública que desconoce cómo se llaman, a qué se dedican o cuáles son los motivos que los llevaron, por ejemplo, a ocupar una silla en el Consejo de Ministros, excepto el de pertenecer al círculo de amistades de alguien o ser ahijados políticos de otro alguien. Empezando por el propio presidente de la República cuya carrera es una de las más cortas e improductivas de cuanto mandatario haya pasado por la Casa de Nariño o por el Palacio de San Carlos, si vamos más atrás en la historia, el estándar de calidad de esta administración es el más bajo de los tiempos recientes. Esta condición explicaría el discurso colmado de lugares comunes y las repeticiones que caracterizan las alocuciones del jefe de Estado y sus respuestas a los periodistas que lo entrevistan, a decir verdad, sin ponerlo en aprietos con preguntas difíciles e incómodas.
El pasado fin de semana el presidente fue la figura en varios medios informativos que le dedicaron largos reportajes con ocasión del inicio del último año de su mandato que concluye, por fecha, el 7 de agosto del 2022, pero que termina, en la práctica, dentro de cuatro o cinco meses cuando inicie la época electoral y, sobre todo, cuando sea elegido su sucesor entre mayo y junio próximos. Duque, pues, empezó a hacer balance de su cuatrienio sin nada notable. Por el contrario, ¡qué pobreza de conceptos! Lo dicho: puros lugares comunes de los que se predica que son “vicios del lenguaje simplificadores y generalizadores, poco originales o ingeniosos, copias de frases manidas o gastadas”, de acuerdo con el significado del término.
Por curiosidad, tomé, al azar, dos de sus afirmaciones recurrentes en sus declaraciones para constatar su “originalidad o ingenio” respecto de sus cuatro antecesores en la Presidencia. Vean ustedes los resultados:
Discurso sobre agua potable: Iván Duque (2018-2022): “Teníamos más de 220 municipios sin calidad en el servicio de agua y estamos haciendo la inversión más grande en agua y saneamiento que haya hecho gobierno alguno” (ver). Juan Manuel Santos (2010-2018): “Una billonaria cifra en materia de agua potable y saneamiento básico ha ejecutado el Gobierno en beneficio de miles y miles de colombianos de escasos recursos que no contaban con esos servicios. Serán $5 billones de pesos que llegarán a 8,4 millones de colombianos” (ver). Álvaro Uribe (2002-2010): “En este Gobierno se van a invertir 3.500 millones de dólares... aspiramos a que haya un gran avance y, para lograr este objetivo, (nos proponemos) tener un plan de saneamiento básico y agua potable... de tal manera que sean beneficiados todos los 1.099 municipios colombianos” (ver). Andrés Pastrana (1998-2002): “Durante la administración (se) logró reducir, de manera significativa, las tasas del crimen en la capital... (y) suministrar agua potable a los sectores más pobres de la sociedad...” (ver). Ernesto Samper (1994-1998): “Salto social por el agua... Alcanzar coberturas del 90 % en acueducto y del 77 % en alcantarillado beneficiando adicionalmente a 6,8 millones de habitantes con agua potable y a 6,7 millones con sistemas de disposición de aguas residuales” (ver).
Discurso sobre odio: Iván Duque: “Colombia no puede caer en manos de los promotores del odio, de la fractura social, de los que quieren dividir al pueblo” (ver). Santos: “... dejar de lado el odio y trabajar por la reconciliación” (ver). Uribe: “El DAS (de su gobierno) construyó una campaña de odio...” (ver). Pastrana: “El odio en estos cuatro años va a continuar” (refiriéndose a Uribe y Santos, ver). Samper: “Propongo una tregua de odio y una pausa de ataques” (ver). Tomen ustedes cualquier otra frase del presidente: sus logros en reducción de cifras de delitos, en construcción de viviendas, ofertas en educación, sistema de salud, etc., etc., etc., hasta la de “equidad como política de Estado”, todas, lugares comunes, repetición de repeticiones. Así se le recordará: como un mandatario para quien era más importante la cirugía cosmética que la dramática realidad del país.
La importancia enfermiza que el gobierno Duque le da a la imagen de quien lo preside no es estratégica sino cosmética, de cirugía moldeadora. Y es proporcional a la mediocridad de sus altos funcionarios, invisibles para la opinión pública que desconoce cómo se llaman, a qué se dedican o cuáles son los motivos que los llevaron, por ejemplo, a ocupar una silla en el Consejo de Ministros, excepto el de pertenecer al círculo de amistades de alguien o ser ahijados políticos de otro alguien. Empezando por el propio presidente de la República cuya carrera es una de las más cortas e improductivas de cuanto mandatario haya pasado por la Casa de Nariño o por el Palacio de San Carlos, si vamos más atrás en la historia, el estándar de calidad de esta administración es el más bajo de los tiempos recientes. Esta condición explicaría el discurso colmado de lugares comunes y las repeticiones que caracterizan las alocuciones del jefe de Estado y sus respuestas a los periodistas que lo entrevistan, a decir verdad, sin ponerlo en aprietos con preguntas difíciles e incómodas.
El pasado fin de semana el presidente fue la figura en varios medios informativos que le dedicaron largos reportajes con ocasión del inicio del último año de su mandato que concluye, por fecha, el 7 de agosto del 2022, pero que termina, en la práctica, dentro de cuatro o cinco meses cuando inicie la época electoral y, sobre todo, cuando sea elegido su sucesor entre mayo y junio próximos. Duque, pues, empezó a hacer balance de su cuatrienio sin nada notable. Por el contrario, ¡qué pobreza de conceptos! Lo dicho: puros lugares comunes de los que se predica que son “vicios del lenguaje simplificadores y generalizadores, poco originales o ingeniosos, copias de frases manidas o gastadas”, de acuerdo con el significado del término.
Por curiosidad, tomé, al azar, dos de sus afirmaciones recurrentes en sus declaraciones para constatar su “originalidad o ingenio” respecto de sus cuatro antecesores en la Presidencia. Vean ustedes los resultados:
Discurso sobre agua potable: Iván Duque (2018-2022): “Teníamos más de 220 municipios sin calidad en el servicio de agua y estamos haciendo la inversión más grande en agua y saneamiento que haya hecho gobierno alguno” (ver). Juan Manuel Santos (2010-2018): “Una billonaria cifra en materia de agua potable y saneamiento básico ha ejecutado el Gobierno en beneficio de miles y miles de colombianos de escasos recursos que no contaban con esos servicios. Serán $5 billones de pesos que llegarán a 8,4 millones de colombianos” (ver). Álvaro Uribe (2002-2010): “En este Gobierno se van a invertir 3.500 millones de dólares... aspiramos a que haya un gran avance y, para lograr este objetivo, (nos proponemos) tener un plan de saneamiento básico y agua potable... de tal manera que sean beneficiados todos los 1.099 municipios colombianos” (ver). Andrés Pastrana (1998-2002): “Durante la administración (se) logró reducir, de manera significativa, las tasas del crimen en la capital... (y) suministrar agua potable a los sectores más pobres de la sociedad...” (ver). Ernesto Samper (1994-1998): “Salto social por el agua... Alcanzar coberturas del 90 % en acueducto y del 77 % en alcantarillado beneficiando adicionalmente a 6,8 millones de habitantes con agua potable y a 6,7 millones con sistemas de disposición de aguas residuales” (ver).
Discurso sobre odio: Iván Duque: “Colombia no puede caer en manos de los promotores del odio, de la fractura social, de los que quieren dividir al pueblo” (ver). Santos: “... dejar de lado el odio y trabajar por la reconciliación” (ver). Uribe: “El DAS (de su gobierno) construyó una campaña de odio...” (ver). Pastrana: “El odio en estos cuatro años va a continuar” (refiriéndose a Uribe y Santos, ver). Samper: “Propongo una tregua de odio y una pausa de ataques” (ver). Tomen ustedes cualquier otra frase del presidente: sus logros en reducción de cifras de delitos, en construcción de viviendas, ofertas en educación, sistema de salud, etc., etc., etc., hasta la de “equidad como política de Estado”, todas, lugares comunes, repetición de repeticiones. Así se le recordará: como un mandatario para quien era más importante la cirugía cosmética que la dramática realidad del país.