Noticias Uno, antes NTC Noticias, ha sido, durante sus 28 años de existencia, un informativo marginal en el país según Ibope, la multinacional que mide las audiencias y que sustituyó al Verbo Divino en el mundo publicitario, la Verdad Revelada con la que se determinan las inversiones propagandísticas del empresariado nacional a pesar de que nadie conozca el fondo de sus prácticas y, menos, sus métodos o alianzas. Como digo, de acuerdo con el monstruo Ibope y sus seguidores de secta, Noticias Uno ha sido, en estas casi tres décadas, un informativo secundario. No obstante, en la opinión y en la realidad de los ciudadanos que terminan soportando sobre sus hombros las decisiones que un pequeño grupo de poder toma por ellos, Noticias Uno fue parte relevante de sus vidas sin importar si estaban frente a la pantalla o no, porque incidió en hitos de la historia del país en que residen, mediante su periodismo vigilante e independiente; y con esto, en el respeto a los principios democráticos y los derechos civiles cada vez más atropellados por un autoritarismo sin controles.
Corría mayo de 2004, hace 15 años. Después de 11 horas de un agitado debate en la Comisión Primera de la Cámara, 17 representantes contra 15 decidieron el destino que todavía padecemos 48 millones de habitantes. Tal noche, la votación por el sí a la reelección presidencial inmediata, prohibida en la Constitución, dio vía libre a un segundo periodo de Álvaro Uribe. Los dos votos de la mayoría fueron cuestionados por la oposición por el extraño giro que habían tomado, la noche anterior, quienes habían manifestado públicamente su desacuerdo con el “articulito” que desajustó el sistema de pesos y contrapesos de la democracia. Yidis Medina votó a favor de la reelección. Teodolindo Avendaño desapareció a tiempo para no tener que votar. Hubo protestas, denuncias y, como casi siempre, todo terminó en silencio político y mediático. Tres meses después, Daniel Coronell, director de Noticias Uno, recibió una llamada de Yidis Medina para solicitarle una cita urgente. (¿Por qué la representante no se comunicó con otro periodista u otro medio de mayor rating? Le habría convenido, dirían Ibope y sus clientes).
Yidis prefirió confiar en Coronell y en Noticias Uno. Le reveló al periodista que su voto por la reelección de Uribe había sido comprado por este y por su gobierno: le habían ofrecido contratos y puestos en entidades públicas a cambio de su favor. Pero le habían incumplido y creía que su vida estaba en riesgo porque se había quejado. Al otro día, aceptó grabar su declaración a condición de guardarla, salvo que autorizara hacerlo o algo le pasara. Coronell cumplió lo prometido: la gravísima prueba de que el jefe de Estado iba a ser reelegido con base en varios delitos quedó guardada en una caja fuerte. En diciembre de ese año, el Congreso formalizó el acto legislativo de la reelección; en 2005, la Corte Constitucional lo declaró ajustado a la Carta y en 2006, el doctor Uribe Vélez inició su segundo periodo. Coronell, a quien el expresidente y el uribismo califican de perseguidor de este, mantuvo silencio y prefirió honrar su palabra de reportero que impedir, como lo hubiera podido hacer, el fraudulento segundo gobierno del hombre más poderoso de Colombia. Dos años después de su nueva administración, en 2008, Noticias Uno develó la bomba noticiosa. Varios ministros y altos funcionarios y la propia Yidis pagaron condena por lo que hicieron. Curiosamente, el beneficiario de sus delitos nunca ha sido investigado ni menos castigado.
Una década después de la yidispolítica, en noviembre de 2018, Noticias Uno explotó otra información escandalosa, en esta ocasión, para el sistema judicial del que depende nuestra libertad, ni más ni menos. Acababa de fallecer Jorge Enrique Pizano, el exauditor del socio colombiano de Odebrecht. El reportero Iván Serrano y quien escribe estas líneas, directora del noticiero desde 2011, nos reunimos con carácter urgente. En privado, primero, y luego con el apoyo de la magnífica planta de periodistas de Noticias Uno, revisamos, organizamos y clasificamos la entrevista, las grabaciones y los mensajes que Pizano nos había confiado durante meses bajo una condición similar a la de Yidis: no podíamos revelar nada excepto con su autorización expresa, si se iba del país o si moría. Esta otra información produjo un cataclismo que terminó con la renuncia del fiscal general, Néstor Humberto Martínez, aunque este la atribuya, con su inveterada vanidad, a otros sucesos.
Las manchas inocultables que surgieron en Colombia sobre la Presidencia de la República y sobre la Fiscalía General en dos épocas diferentes, pero hondamente conectadas entre sí por hilos contaminados, quedarán en los relatos de la historia gracias al ejercicio profesional de Noticias Uno. Estas dos grandes chivas junto con centenares de noticias más, de denuncia de los maxi y minipoderes privados y públicos, nos granjearon enemigos gigantes y pequeños. Lo sabíamos y conocíamos a ciencia y conciencia los peligros que enfrentaríamos. Hoy los asumimos sin arrepentimiento y con algo que jamás nos podrán arrebatar: la dignidad.
Noticias Uno, antes NTC Noticias, ha sido, durante sus 28 años de existencia, un informativo marginal en el país según Ibope, la multinacional que mide las audiencias y que sustituyó al Verbo Divino en el mundo publicitario, la Verdad Revelada con la que se determinan las inversiones propagandísticas del empresariado nacional a pesar de que nadie conozca el fondo de sus prácticas y, menos, sus métodos o alianzas. Como digo, de acuerdo con el monstruo Ibope y sus seguidores de secta, Noticias Uno ha sido, en estas casi tres décadas, un informativo secundario. No obstante, en la opinión y en la realidad de los ciudadanos que terminan soportando sobre sus hombros las decisiones que un pequeño grupo de poder toma por ellos, Noticias Uno fue parte relevante de sus vidas sin importar si estaban frente a la pantalla o no, porque incidió en hitos de la historia del país en que residen, mediante su periodismo vigilante e independiente; y con esto, en el respeto a los principios democráticos y los derechos civiles cada vez más atropellados por un autoritarismo sin controles.
Corría mayo de 2004, hace 15 años. Después de 11 horas de un agitado debate en la Comisión Primera de la Cámara, 17 representantes contra 15 decidieron el destino que todavía padecemos 48 millones de habitantes. Tal noche, la votación por el sí a la reelección presidencial inmediata, prohibida en la Constitución, dio vía libre a un segundo periodo de Álvaro Uribe. Los dos votos de la mayoría fueron cuestionados por la oposición por el extraño giro que habían tomado, la noche anterior, quienes habían manifestado públicamente su desacuerdo con el “articulito” que desajustó el sistema de pesos y contrapesos de la democracia. Yidis Medina votó a favor de la reelección. Teodolindo Avendaño desapareció a tiempo para no tener que votar. Hubo protestas, denuncias y, como casi siempre, todo terminó en silencio político y mediático. Tres meses después, Daniel Coronell, director de Noticias Uno, recibió una llamada de Yidis Medina para solicitarle una cita urgente. (¿Por qué la representante no se comunicó con otro periodista u otro medio de mayor rating? Le habría convenido, dirían Ibope y sus clientes).
Yidis prefirió confiar en Coronell y en Noticias Uno. Le reveló al periodista que su voto por la reelección de Uribe había sido comprado por este y por su gobierno: le habían ofrecido contratos y puestos en entidades públicas a cambio de su favor. Pero le habían incumplido y creía que su vida estaba en riesgo porque se había quejado. Al otro día, aceptó grabar su declaración a condición de guardarla, salvo que autorizara hacerlo o algo le pasara. Coronell cumplió lo prometido: la gravísima prueba de que el jefe de Estado iba a ser reelegido con base en varios delitos quedó guardada en una caja fuerte. En diciembre de ese año, el Congreso formalizó el acto legislativo de la reelección; en 2005, la Corte Constitucional lo declaró ajustado a la Carta y en 2006, el doctor Uribe Vélez inició su segundo periodo. Coronell, a quien el expresidente y el uribismo califican de perseguidor de este, mantuvo silencio y prefirió honrar su palabra de reportero que impedir, como lo hubiera podido hacer, el fraudulento segundo gobierno del hombre más poderoso de Colombia. Dos años después de su nueva administración, en 2008, Noticias Uno develó la bomba noticiosa. Varios ministros y altos funcionarios y la propia Yidis pagaron condena por lo que hicieron. Curiosamente, el beneficiario de sus delitos nunca ha sido investigado ni menos castigado.
Una década después de la yidispolítica, en noviembre de 2018, Noticias Uno explotó otra información escandalosa, en esta ocasión, para el sistema judicial del que depende nuestra libertad, ni más ni menos. Acababa de fallecer Jorge Enrique Pizano, el exauditor del socio colombiano de Odebrecht. El reportero Iván Serrano y quien escribe estas líneas, directora del noticiero desde 2011, nos reunimos con carácter urgente. En privado, primero, y luego con el apoyo de la magnífica planta de periodistas de Noticias Uno, revisamos, organizamos y clasificamos la entrevista, las grabaciones y los mensajes que Pizano nos había confiado durante meses bajo una condición similar a la de Yidis: no podíamos revelar nada excepto con su autorización expresa, si se iba del país o si moría. Esta otra información produjo un cataclismo que terminó con la renuncia del fiscal general, Néstor Humberto Martínez, aunque este la atribuya, con su inveterada vanidad, a otros sucesos.
Las manchas inocultables que surgieron en Colombia sobre la Presidencia de la República y sobre la Fiscalía General en dos épocas diferentes, pero hondamente conectadas entre sí por hilos contaminados, quedarán en los relatos de la historia gracias al ejercicio profesional de Noticias Uno. Estas dos grandes chivas junto con centenares de noticias más, de denuncia de los maxi y minipoderes privados y públicos, nos granjearon enemigos gigantes y pequeños. Lo sabíamos y conocíamos a ciencia y conciencia los peligros que enfrentaríamos. Hoy los asumimos sin arrepentimiento y con algo que jamás nos podrán arrebatar: la dignidad.