Cuando se descubrió el esquema de corrupción que impulsaba los meganegocios de la constructora brasilera Odebrecht, que consistía en lograr la adjudicación de las obras públicas de infraestructura más costosas del continente sobornando a gobiernos y funcionarios en cada país, siempre se comentó que su socio local en Colombia nunca sería sometido a la justicia nacional. El único temor real del Grupo Aval, socio de Odebrecht en la construcción de la Ruta del Sol, según se argumentaba, radicaba en las investigaciones que pudieran adelantar los organismos judiciales y de control financiero en Estados Unidos. Dicho y hecho. Sarmiento Angulo y Sarmiento Gutiérrez, intocables cabezas de Aval, terminaron negociando, en territorio norteamericano y por US$60 millones, sus culpas. Su asesor jurídico, el también intocable Néstor Humberto Martínez, cuidó sus espaldas y la suya, y solo aceptó a regañadientes y de manera tardía declarar su impedimento como fiscal general que había llegado a ser. Es un buen momento, magnífico momento, para rendir homenaje a la memoria del ingeniero Jorge Enrique Pizano, quien murió arrinconado por el poder económico y judicial que suele manejar los hilos de las investigaciones de la Fiscalía con el fin de proteger a los culpables de su círculo o de hundir, en sospechas y celdas, a quienes se salen de su redil. El que transcribo a continuación es un extracto de las denuncias de Pizano ante el abogado de Aval, Martínez Neira, que el primero grabó entre 2013 y 2015 para protegerse. Tanto Pizano como Martínez quedaron fotografiados de cuerpo entero: Pizano, íntegro, juicioso con sus tareas, inocente y humillado por sus empleadores. Martínez Neira… El país ya sabe cómo es.
La sonrisa de Jorge Enrique Pizano
16 de agosto de 2023 - 02:05 a. m.