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El acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC es un acuerdo político. De tal modo, si los negociadores tenían voluntad de acuerdo, el acuerdo siempre era posible.
Que guste o no, es un problema de preferencias e ideología. Seguramente la sensatez y la razonabilidad serán más numerosas y el acuerdo será refrendado por los colombianos; volver a la guerra sería funesto, doloroso y lleno de miedos.
Lo importante es lo que viene después del acuerdo. Eso pasa por construir una economía que sea capaz de generar ingresos adecuados y dignos para quienes se desmovilizarán, de la guerrilla y seguramente y más adelante de las fuerzas armadas. Durante dos años recibirá subsidios y luego que se acaben ¿qué se hará para generar esos ingresos suficientes?
La cuestión es crucial: si esos ingresos no se producen, esos desmovilizados tendrán la tentación de volver a las armas para ganárselos de manera ilegal; esta vez en una situación peor porque se dará sin unidad de mando y sin control.
La pregunta se puede precisar más. La mayor parte de esa gente es de origen campesino. De tal modo, muy probablemente, volverán al sector rural y a trabajar en el campo.
¿Serán la agricultura, la ganadería y la agroindustria suficientemente rentables para permitirles obtener ese ingreso digno con su trabajo?
Esa rentabilidad tiene que ver con precios de venta y costos de producción. Mejor dicho tiene que ver con la competitividad de sus productos. Necesitan que los precios a los cuales puedan venderlos superen los costos de producirlos.
Como estos productos se pueden importar y exportar, la tasa de cambio es crucial en la definición del precio que recibirán. De tal modo, ¿habrá una tasa de cambio elevada que conlleve unos precios adecuados?
Los costos son también cruciales. Deben ser reducidos. Para que sus costos financieros sean reducidos se necesita, a su vez, que la tasa de interés sea reducida y los créditos abundantes ¿será así? Necesitan además que sus insumos agropecuarios sean baratos ¿lo serán porque las cadenas de comercialización de esos insumos dejarán de estar oligopolizados? Deberían contar además con asistencia técnica oportuna y suficiente para atender las enfermedades y plagas que pueden destruir sus productos.
Si son productores pequeños y muy pequeños, su capacidad de negociación con los compradores mayoristas será muy escasa ¿existirán los mecanismos institucionales adecuados para facilitarles la comercialización de sus productos a precios razonables?
¿Existirá desde el Estado la voluntad de asistirlos para organizarlos por ejemplo en cooperativas para que puedan generar sus propios canales de distribución?
Y si logran producir competitivamente, ¿tendrán las carreteras secundarias y terciarias, suficientes y en buenas condiciones para poder sacar sus productos a los mercados?
¿Tendrán la información suficiente y oportuna para saber cuándo sacar esos productos, para no inundar los mercados y recibir precios miserables?
¿Contarán con la asistencia técnica adecuada para volverse innovadores? Por ejemplo:
en un país de producción lechera ¿alguien les enseñará como fabricar quesos maduros y semi-maduros que son los que tienen los mejores precios y son los que se venden en los mercados internacionales?
Resolver esas inquietudes es una cuestión de políticas monetarias, fiscales, de regulación y también sectoriales. Un gran desafío para el Gobierno y el Banco de la República. (Continuará)
César Ferrari, Profesor, Universidad Javeriana, Departamento de Economía.