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César Niño
23 de abril de 2025 - 07:13 p. m.
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En Colombia, como en muchos otros lugares, parece haber una fascinación, a veces contraproducente, por China. Hay una romantización peligrosa del régimen de Xi Jinping y de lo que podría representar, en términos comerciales, una mayor cercanía con Beijing.

Y no es para menos: China es una potencia en proceso de consolidación hegemónica en múltiples frentes. Es el mercado con el que, al parecer, todos quieren establecer vínculos, convertirse en socios y posicionarse como clientes estratégicos. Es también el país que exporta infraestructura y que ha impulsado una forma de “diplomacia infraestructural” que capta cada vez más atención. Es con el que todos quieren bailar. China se ha mostrado como un actor global cada vez con mayor capacidad de influencia, esto lo ha demostrado en la actual crisis geopolítica, la tensión comercial, la guerra en Ucrania (donde ahora ha mandado solados a pelear de la mano con los rusos), el desarrollo de inteligencia artificial y la carrera espacial.

Su crecimiento económico es envidiable, y la mayoría de las cifras en materia económica, comercial, espacial y tecnológica la han posicionado como un referente global. Además, es una fuente inagotable de cultura milenaria, lo que le otorga una talla superior frente a otras naciones. Todo esto es valioso. Sin embargo, es necesario ser cautelosos con la forma en que miramos y entendemos al otro, en este caso, a China, su gobierno y su pueblo.

Quiero comenzar subrayando que no es lo mismo China que Xi Jinping. Xi representa a China, pero China no se reduce a su régimen ni a su liderazgo. Es mucho más grande, diversa y compleja. Del mismo modo, las acciones del régimen de Xi no deben llevarnos a asumir posturas prejuiciosas hacia los ciudadanos chinos. Pero sí es un hecho que en materia diplomática y de política exterior, son los gobiernos quienes se encargan de dar la ilusión óptica de que se está tratando y construyendo lazos con un pueblo por el bien de ellos. Sin embargo, el gobierno chino puede alejarse de ser un referente o socio, al menos si aún creemos en la democracia, los derechos humanos y la libertad. Si se condenan a otras potencias por violar derechos, el rasero debe ser consistente, también con China. Beijing se presenta como la alternativa a potencias occidentales en declive, atrae a líderes y proyectos políticos de izquierda y progresistas, pero estos han caído en una trampa.

Las facultades de ciencias económicas con sus programas de Comercio, Finanzas y Negocios, especialmente, pasan por alto un detalle no menor sobre China: la violación de derechos humanos. Es una cosa por la cual no se debería admirar al gobierno de Beijing. De forma reciente, desde 2014, se ha usado la seguridad nacional —con el rótulo de “seguridad nacional integral”— como justificante para impedir el ejercicio de derechos en ese país. Según Amnistía Internacional, en China hay una creciente censura estricta de los debates sobre temas que, para el régimen, son sensibles. Lo sensible no parece ser una dimensión ligada a cuestiones de inteligencia estratégica, de información nuclear o militar, sino a cosas que contradigan al régimen.

Para Amnistía Internacional y Human Rights Watch, en los últimos años ha habido un incremento en las detenciones arbitrarias de defensores de derechos. También, la situación de derechos humanos en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang es grave, y hay prácticas sistemáticas de violencia estatal contra la población uigur, tibetana, kazaja y contra otras minorías predominantemente musulmanas de la región. Es un régimen que ha puesto en su agenda de seguridad, como algo amenazante, la diversidad sexual, étnica y las demandas por los derechos laborales en relación con el trabajo forzoso de minorías; es un gobierno hipervigilante.

Parece cool que los países y universidades hablen de China como un mercado de oportunidades, pero hay que recordar que, bajo esa “moda”, el mercado tiene seres humanos. Se ha advertido sobre las prácticas autoritarias de Donald Trump y de las violaciones de sus antecesores, dentro y fuera de Washington, así como sobre los crímenes de Netanyahu en Gaza. Entonces, es necesario que se condene también lo que hacen Xi Jinping, Putin y otros, dentro y fuera de sus territorios. En Colombia, la Cancillería —que dice representar lo que afirma representar— debería entender que lo contrahegemónico también se puede convertir en hegemónico.

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César Niño

Por César Niño

Profesor de Relaciones Internacionales.@cesarnino4
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Hincha Rojo(87476)24 de abril de 2025 - 08:02 p. m.
Todos en la cama o todos en el suélo.
Mar(60274)24 de abril de 2025 - 07:09 p. m.
Son un ejemplo, allá con mil cuatrocientos millones de personas y se ve que el País progresa. EEUU solo destruye, no hay que ser un experto para ver las diferencias. En EEUU hasta ir al colegio implica un peligro de muerte.
carlos olivares(23084)24 de abril de 2025 - 12:42 p. m.
Yo percibo que en China, distribuyen la riqueza en todo el país,no regalando subsidios,sino acercando sus regiones con infraestructura vial y de servicios. Potencia como EEUU , que tanto admiran, está construida sobre cadáveres y escombros de ciento o miles de niños esclavisados y nativos asesinados por no someterse o protestar. No es justificable la violación de derechos humanos,pero,así estamos.
  • Mar(60274)24 de abril de 2025 - 07:06 p. m.
    La campaña de desprestigio contra China también tiene mucha culpa de la desinformación que existe sobre ella. Precisamente era necesario limitar la natalidad para tener mejor calidad de vida para la gente. Peor es violar niños y niñas a evitar que nazcan, por eso es necesario educar a la gente con métodos de natalidad. Con rezar a imaginarios nada cambia.
Juan Montoya(cnp52)24 de abril de 2025 - 10:05 a. m.
El rasero que se le impone a China es claro: si quieren que los tratemos como a los paises occidentales deben ser angelicales.
  • Mar(60274)24 de abril de 2025 - 07:07 p. m.
    Excelente ironía.
karl(g3os1)23 de abril de 2025 - 08:24 p. m.
Si por allá llueve por acá no escapa Polombia , y ahora ya en el país más "democrático", los Estados Unidos y q ahora con el trato a Europa se reconfirmando no tienen amigos sino intereses . Un reacomodo global , la historia lo ha demostrado se dará , y eso , en este momento , solo lo puede hacer el gran Dragón
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