Dos novedades más de Kafka
Luis Fernando Charry
Este año desastroso (el próximo será peor: en Europa ya suenan tambores de guerra) se ha conmemorado el centenario de muerte de Franz Kafka. Por supuesto, la conmemoración ha desatado una avalancha editorial que ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de los lectores más fervorosos, muchos de los cuales acaso estarán un poco saturados de la dosis de novedades. Entre esas yo destacaría The Diaries of Franz Kafka y Tú eres la tarea.
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Este año desastroso (el próximo será peor: en Europa ya suenan tambores de guerra) se ha conmemorado el centenario de muerte de Franz Kafka. Por supuesto, la conmemoración ha desatado una avalancha editorial que ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de los lectores más fervorosos, muchos de los cuales acaso estarán un poco saturados de la dosis de novedades. Entre esas yo destacaría The Diaries of Franz Kafka y Tú eres la tarea.
Con elogios de figuras de renombre como J.M. Coetzee, Cynthia Ozick, William Boyd o Joy Williams, la nueva edición de los diarios de Kafka tiene el “atractivo” de ser la primera que se publica “sin censura” (aún no hay traducción al español). De ahí que en sus 704 páginas, a lo largo de un arco temporal que va de 1909 a 1923, salga a la luz una serie de materiales omitidos o censurados en las ediciones anteriores: nombres propios de muchos contemporáneos de Kafka (más de uno se habrá retorcido en su tumba) y un número considerable de pasajes con connotaciones sexuales (más de uno se ruborizará mientras le llega la hora).
Aparte de estas “novedades”, el lector encontrará, como señala Ross Benjamin en el prólogo, otros rasgos inquietantes del proceso creativo: “A menudo no se puede determinar en un pasaje dado si Kafka está registrando una experiencia privada, haciendo ficción o transformando una experiencia en ficción”. Entre los temas más recurrentes cabe destacar las observaciones sobre la vida cotidiana, los borradores de proyectos literarios que serán a su vez el punto de partida de otros borradores, las reflexiones sobre asuntos divinos y humanos o el registro sintomático de numerosos sueños con sus respectivas interpretaciones magistrales.
La prehistoria de Tú eres la tarea, por otro lado, estuvo marcada por la familia y la enfermedad. A principios de 1917, Ottla, la hermana menor de Kafka, alquiló una casa en el distrito praguense de Hradčany. Tenía un plan en mente: verse a escondidas de su familia con su amante. Los encuentros, con el paso de los días y la agudización de la guerra, se volvieron infrecuentes. Así que una noche resolvió sugerirle a Kafka que se instalara en la casa con ella. Kafka no tardó en aceptar. En los siguientes meses escribió mucho, en especial cuentos. Por desgracia, Ottla se trasladó a Zürau en abril.
Kafka alquiló entonces un apartamento en el palacio Schönborn. El 11 de agosto escupió por primera vez sangre. Un mes más tarde llegó a Zürau. No esperaba quedarse mucho tiempo, pero al final pasó ocho meses. De esa estadía surgieron 109 aforismos. Son oscuros, casi impenetrables. Y, aunque parezca un oxímoron, extraordinarios. El número cinco, por ejemplo: “A partir de cierto punto ya no hay vuelta atrás. Ese es el punto que hay que alcanzar”. O el número 30: “El bien es en cierto sentido desconsolador”. O el número 90: “Dos posibilidades: hacerse infinitamente pequeño o serlo. La primera es perfección, es decir, inacción; la segunda, comienzo, es decir, acción”. Por fortuna, cada aforismo viene con su versión original en alemán y con un comentario de Reiner Stach —responsable, además, de la edición y del prólogo—, sin duda el mayor especialista de la historia en la obra de Kafka.