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Fue impecable la réplica de Humberto de la Calle, acompañado de Sergio Jaramillo, a Álvaro Uribe Vélez sobre la amnistía general, salvo el comentario final que comento adelante. La autoamnistía que propone el expresidente no es de recibo en el derecho internacional, aun antes de la firma del Estatuto de Roma que instauró la Corte Penal Internacional. En el fallo de Barrios Altos vs. Perú (2001), la Corte Interamericana de Derechos Humanos ya había declarado sin efecto las leyes de amnistía No. 26479 y No. 26492 de junio de 1995 por ser incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y ordenado al Perú investigar la matanza de 15 personas a manos de la fuerza pública en Barrios Altos y sancionar a los responsables. El Estatuto de Roma hizo extensiva la prohibición de amnistías a los intervinientes no estatales en una guerra o conflicto armado.
Pero todo eso ya lo sabía el expresidente Uribe, como también que la justicia transicional pactada en el Acuerdo de Paz ha recibido múltiples elogios de parte de la comunidad internacional por el delicado equilibrio que logró establecer entre paz y justicia para evitar precisamente que el país llegara a ser glosado por la Corte Penal Internacional por no investigar y sancionar los graves delitos de lesa humanidad y las violaciones al derecho internacional humanitario ocurridos durante el conflicto armado.
Lo que pasa es que el expresidente Uribe estaba haciendo política, ejemplo que tentó a Humberto de la Calle en su oportuno pronunciamiento sobre la amnistía. En efecto, al final del comunicado hace una referencia polarizante y descalificadora del candidato presidencial Gustavo Petro como si este tuviese alguna cuenta pendiente con la justicia transicional, lo cual es totalmente falso. Ya lo había aclarado públicamente Everth Bustamante, exsenador del Centro Democrático y excomandante del M-19, cuando dijo en marzo pasado: “Petro nunca hizo parte de las estructuras militares del M-19”.
A Humberto de la Calle lo alcanzó a contagiar el bicho de la división que viene dispersando al bloque democrático. No podemos repetir la experiencia de 2018 cuando, por incapacidad de dialogar y pactar acuerdos, permitimos que el uribismo fuera el encargado de mal implementar el Acuerdo de Paz.
Invito a Humberto de la Calle a hacer valer su indeclinable compromiso con el Acuerdo de Paz y servir de puente para generar el diálogo necesario entre la Coalición de la Esperanza y el Pacto Histórico. Estamos a tiempo para seguir el consejo de su columna de El Espectador del 19 de julio de 2020. En ella propuso “la necesidad de construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos, que aleje los riesgos para la nación de los extremismos”, y con señalamiento de las líneas rojas de los distintos candidatos, entre quienes menciona a Petro.
Hoy, como no lo hicimos con suficiente amplitud e insistencia en 2018, debemos sentarnos a hablar de lo fundamental. Dejemos de lado las ofensas y pactemos salvar el Acuerdo de Paz e iniciar el cambio. Manos a la obra. Soy materia disponible.