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Enfermos y adictos: así nos quieren ver los dueños de las redes

Claudia Morales
17 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.

Ya es normal que en una mesa en la que se reúnen amigos o familias a compartir un café o una cena, los participantes no se miren a los ojos, no intercambien palabras y, en vez de eso, tengan sus cerebros desconectados de la realidad que los rodea y muy conectados con lo que un algoritmo quiere que vean.

Ese comportamiento humano que hoy nos define está determinado por los poderes detrás de las redes sociales. Así lo han confirmado muchas investigaciones publicadas por medios de comunicación internacionales, pero la más reciente de National Public Radio -NPR- del pasado 11 de octubre, titulada “TikTok executives know about app’s effect on teens, lawsuit documents allege”, es demoledora.

Lo que revela NPR es parte de un material confidencial sobre la aplicación de videos de TikTok que recolectaron 14 fiscales generales a lo largo de dos años y que condujo a funcionarios estatales a demandar a la compañía el pasado 8 de octubres. “La demanda alega que TikTok fue diseñado con la intención expresa de hacer que los jóvenes se vuelvan adictos a la aplicación”.

Sigue la investigación de NPR: “TikTok determinó la cantidad precisa de visualización que se necesita para que alguien adquiera un hábito: 260 videos”, es decir, un promedio de 35 minutos y, después, “es probable que un usuario medio se vuelva adicto a la plataforma”.

Según la demanda que cita NPR, los propios estudios y evaluaciones de TikTok afirman que “el uso compulsivo se correlaciona con una serie de efectos negativos para la salud mental, como pérdida de habilidades analíticas, formación de memoria, pensamiento contextual, profundidad de la conversación, empatía y aumento de la ansiedad”. Los documentos muestran que TikTok era consciente de que ser adicto a la aplicación interfiere con acciones personales esenciales “como dormir lo suficiente, las responsabilidades laborales/escolares y conectarse con sus seres queridos”.

La demanda contra TikTok acusa a la empresa de tener “políticas dispersas sobre contenido que incluye trastornos alimentarios, consumo de drogas, conducción peligrosa, sangre y violencia” y destaca los daños que producen en los niños y jóvenes “los filtros de belleza de la compañía que los usuarios pueden superponer en videos para verse más delgados y jóvenes o tener labios más carnosos y ojos más grandes”. Esto último revela otro elemento perverso y es que el algoritmo de la aplicación le da prelación a las “personas guapas”.

Lo anterior es lo que ha trascendido recientemente sobre las adicciones inducidas desde una aplicación que es universalmente usada y con un agravante: no vale cuánto se expongan los peligros, la realidad es que en los hogares, que deberían ser el primer filtro de protección, poco se está haciendo para controlar la adicción de los hijos a esa y otras aplicaciones y redes sociales.

Lean, entre otros, “Moderadores de Facebook en Barcelona enferman por el contenido atroz a revisar: ‘En mi cabeza ahora sólo hay muerte’” (La Vanguardia, 2023) y “‘Esto es neocolonialismo digital’: Hablan los moderadores africanos que ponen a las grandes tecnológicas contra las cuerdas” (El País, 2023), que revelan las atrocidades que las redes permiten publicar en sus plataformas de manera impune y que han enfermado a los trabajadores contratados por los dueños para filtrar contenidos.

Si los supervisores se enferman por la porquería que rastrean en las redes, ¿qué podemos pensar de los usuarios? Si es evidente la intención de volvernos adictos, ¿por qué no hacemos algo para no seguir rendidos a sus pies?

* Periodista

@ClaMoralesM

 

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