No sé ustedes, pero yo no encuentro una explicación razonable para entender por qué crece el número de niños, niñas y adolescentes que gozan maltratando a otros. Conozco las características que describen a un agresor de bullying, pero ninguna ni todas juntas abarcan la totalidad de ese ser dañado y que daña sin reparo alguno.
Sobre el tema, que también está asociado a los altos índices de suicidios en Colombia y el resto del mundo, he escrito varias columnas y hoy vuelvo con otra inspirada en Heaven, una novela de la escritora japonesa Mieko Kawakami, publicada por Seix Barral y que recién terminé de leer.
El narrador es un niño de 14 años quien, desde que empieza la historia, le deja claro al lector que es víctima de bullying. En las primeras páginas cuenta que llegan a su pupitre unas cartas que lo invitan a verse con alguien en un parque. El niño va y encuentra a Kojima, una compañera de su salón que también es agredida a diario por otras estudiantes. Kojima le dice al niño (que no tiene nombre en la novela) que quiere que sean amigos y así es como él y ella construyen por primera vez algo tan esquivo en sus mundos: una amistad.
El niño asocia su matoneo a un estrabismo que sufre desde pequeñito y Kojima sabe que la matonean por su apariencia: lleva el uniforme arrugado y sucio; ella expele un olor desagradable y su pelo y su piel están descuidados. Su condición tiene una dolorosa razón de ser.
Ninomiya es el jefe matoneador. Es el niño popular del colegio y siempre está acompañado de Momosa y otros tres matoneadores que obedecen sus órdenes.
“Me dieron patadas en las rodillas y los muslos, fueron desplazando poco a poco los pies, pisándome la barriga como si quisieran comprobar su blandura con las suelas de sus zapatillas, y al final me patearon todo el cuerpo… me levantaron agarrándome del pelo, me clavaron dos trozos de tiza en los orificios de la nariz, trajeron el tercero y me lo metieron entre los dientes delanteros. Hasta entonces me habían hecho tragar agua del estanque, agua del váter, peces de colores, restos de verduras de la jaula de los conejos, pero lo de la tiza era nuevo”, describe el narrador.
Kojima dice que el sufrimiento al que los someten los está preparando para algo mejor en sus vidas. El narrador, en cambio, no entiende ese razonamiento.
Un diálogo muy potente es el que tienen el niño y Momosa una noche que se encuentran en un hospital. Nunca se habían visto fuera del colegio y sin los otros matoneadores. El niño le pregunta Momosa por qué le hacen daño y él, entre muchas cosas, responde con esta frase: “Tú a mí me importas una mierda y yo no tengo ningún interés personal en lo que están haciendo Ninomiya y los demás. Aunque esté allí no pienso nada y no opino nada”.
Momosa da en el clavo: a la sociedad le importa una mierda el bullying. Las cifras, año tras año son peores:
- En marzo de este año, el Ministerio de Educación Nacional informó que conoció 2.345 casos de acoso.
- Según la ONG internacional Bullying Sin Fronteras, Colombia ocupa el segundo lugar entre los 30 países con mayor presencia del matoneo escolar.
- El Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana publicó en mayo un informe de análisis estadístico sobre de los datos PISA del año 2018 (los últimos disponibles), para destacar cifras sobre el acoso escolar en Colombia. “El 32 % de los estudiantes han sufrido cualquier tipo de bullying en su colegio, comparado con el promedio de la OCDE que es del 22 %”.
En las vacaciones, el narrador y Kojima van a un museo en el que estaba un cuadro que a ella le fascinaba y al que tituló Heaven. Ese día hizo mucho calor y no lograron verlo. Meses después, los dos fueron víctimas de un atroz (otro) acto de bullying. Luego de eso, él rehízo su vida. Ella desapareció.
* Periodista, @ClaMoralesM
No sé ustedes, pero yo no encuentro una explicación razonable para entender por qué crece el número de niños, niñas y adolescentes que gozan maltratando a otros. Conozco las características que describen a un agresor de bullying, pero ninguna ni todas juntas abarcan la totalidad de ese ser dañado y que daña sin reparo alguno.
Sobre el tema, que también está asociado a los altos índices de suicidios en Colombia y el resto del mundo, he escrito varias columnas y hoy vuelvo con otra inspirada en Heaven, una novela de la escritora japonesa Mieko Kawakami, publicada por Seix Barral y que recién terminé de leer.
El narrador es un niño de 14 años quien, desde que empieza la historia, le deja claro al lector que es víctima de bullying. En las primeras páginas cuenta que llegan a su pupitre unas cartas que lo invitan a verse con alguien en un parque. El niño va y encuentra a Kojima, una compañera de su salón que también es agredida a diario por otras estudiantes. Kojima le dice al niño (que no tiene nombre en la novela) que quiere que sean amigos y así es como él y ella construyen por primera vez algo tan esquivo en sus mundos: una amistad.
El niño asocia su matoneo a un estrabismo que sufre desde pequeñito y Kojima sabe que la matonean por su apariencia: lleva el uniforme arrugado y sucio; ella expele un olor desagradable y su pelo y su piel están descuidados. Su condición tiene una dolorosa razón de ser.
Ninomiya es el jefe matoneador. Es el niño popular del colegio y siempre está acompañado de Momosa y otros tres matoneadores que obedecen sus órdenes.
“Me dieron patadas en las rodillas y los muslos, fueron desplazando poco a poco los pies, pisándome la barriga como si quisieran comprobar su blandura con las suelas de sus zapatillas, y al final me patearon todo el cuerpo… me levantaron agarrándome del pelo, me clavaron dos trozos de tiza en los orificios de la nariz, trajeron el tercero y me lo metieron entre los dientes delanteros. Hasta entonces me habían hecho tragar agua del estanque, agua del váter, peces de colores, restos de verduras de la jaula de los conejos, pero lo de la tiza era nuevo”, describe el narrador.
Kojima dice que el sufrimiento al que los someten los está preparando para algo mejor en sus vidas. El narrador, en cambio, no entiende ese razonamiento.
Un diálogo muy potente es el que tienen el niño y Momosa una noche que se encuentran en un hospital. Nunca se habían visto fuera del colegio y sin los otros matoneadores. El niño le pregunta Momosa por qué le hacen daño y él, entre muchas cosas, responde con esta frase: “Tú a mí me importas una mierda y yo no tengo ningún interés personal en lo que están haciendo Ninomiya y los demás. Aunque esté allí no pienso nada y no opino nada”.
Momosa da en el clavo: a la sociedad le importa una mierda el bullying. Las cifras, año tras año son peores:
- En marzo de este año, el Ministerio de Educación Nacional informó que conoció 2.345 casos de acoso.
- Según la ONG internacional Bullying Sin Fronteras, Colombia ocupa el segundo lugar entre los 30 países con mayor presencia del matoneo escolar.
- El Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana publicó en mayo un informe de análisis estadístico sobre de los datos PISA del año 2018 (los últimos disponibles), para destacar cifras sobre el acoso escolar en Colombia. “El 32 % de los estudiantes han sufrido cualquier tipo de bullying en su colegio, comparado con el promedio de la OCDE que es del 22 %”.
En las vacaciones, el narrador y Kojima van a un museo en el que estaba un cuadro que a ella le fascinaba y al que tituló Heaven. Ese día hizo mucho calor y no lograron verlo. Meses después, los dos fueron víctimas de un atroz (otro) acto de bullying. Luego de eso, él rehízo su vida. Ella desapareció.
* Periodista, @ClaMoralesM