Querido Juan Pablo, te escribo
Paola Agostini
Querido Juan Pablo,
Te escribo y así me distraigo un poco, y ya que estás tan lejos, con más fuerza te escribiré (palabras de la canción L’anno che verrà, de Lucio Dalla).
Durante la COP16 de Biodiversidad estuve en Cali por trabajo. Cali no es sólo la ciudad de tu familia paterna, adonde fuimos muchas veces a visitar al abuelo Pablo; también está muy cerca del lugar donde nos enamoramos, en el Pacífico, y es además la ciudad donde aprendimos juntos a conocer los sistemas silvopastoriles con el acompañamiento del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria; esto se volvió nuestra gran pasión profesional y personal.
Todos estos días de la COP16 me han hablado de ti y de tu trabajo como ambientalista, economista, profesor, agricultor de producción sostenible, miembro de reservas naturales de la sociedad civil, defensor de la paz y del medio ambiente, hombre de gran sensibilidad, de amistades sencillas y profundas al mismo tiempo, como dijeron los numerosos amigos en los diversos encuentros y homenajes que te hicieron durante la COP16.
Este año es muy especial porque la COP de Biodiversidad, la de Cambio Climático y la de Desertificación se celebrarán una tras otra. Se alinearán como las estrellas. Sin embargo, ninguna será tan especial como la de Cali, con su zona verde y la COP de la gente, y con la educación ambiental que generó en Colombia.
También este año fui muchas veces a Café y Crêpes —el Café de la Montaña, el restaurante que tienes desde hace más de 40 años—, donde los amigos del colegio y los montanistas siguen reuniéndose, los Mauricios y Yesid siguen invirtiendo, Piqui sigue llevando flores a tu chaqueta del Everest y yo lo uso de oficina para mis reuniones, en el piso de arriba como te gusta a ti, cuando estoy en Bogotá en la Macarena.
La expedición Andina de montaña continúa con Epopeya/La Cumbre y con tu amigo Marcelo aprendiendo a liderar expediciones complicadas, pero siempre guiado por tus enseñanzas y por tu libro Aprendizaje camino a la cumbre. Los montanistas ya fueron a la cordillera blanca, en Perú, y en enero, para tu cumpleaños, irán al Aconcagua con nuestro hijo menor, que antes o después de una expedición pasa por Colombia para obtener la bendición del tío Gustavo, el tío que te transmitió el amor por la exploración y la montaña. Ya hay un mosquetón de montaña con tu nombre, símbolo de que la cordada contigo será eterna.
Cuando estoy en Colombia paso la mayoría del tiempo en nuestra Reserva Natural Naranja, Café y Pimienta, en Machetá, Cundinamarca. Allí, con Jorge, Marcela, Carlos y sus familias seguimos restaurando bosques degradados, cultivamos café con sombra a 2.100 m., hacemos arreglos silvopastoriles y avistamos aves. No te preocupes, Juan Pablo, la reserva natural está más linda que nunca, el café este año va muy bien, logramos reparar el sector del derrumbe que tanto te inquietaba, producimos una panela y una quinoa deliciosas, y ahora, además del libro de las aves de la reserva natural, tenemos el libro que tú habías pedido sobre las flores melíferas de la reserva.
¿Sabes que también empezamos a trazar un camino que una a todos los amigos apasionados por el medio ambiente y las reservas naturales? Se llama el Camino de Juan Pablo y empieza en El Cubo, Sopó, donde Natalia, y sigue en La Cumbre en Suesca, en Naranja, Café y Pimienta, Machetá, y así se irá extendiendo. ¿Y sabes que el Foro Nacional Ambiental tiene una página web sobre ti y salió un nuevo libro dedicado a ti? Lo escribió Manuel Guzmán y se llama Botella al mar.
Con la familia y los amigos, en Colombia, Italia y Bethesda, con los UN Bikers, hacemos celebraciones en las que siempre estás presente. Con los amigos médicos, los compadres y las comadres, los ahijados, los de Huita, los de Mulata y con los amigos ambientalistas del Platanal tomamos whisky, porque como tú dices, «el whisky es medicina». Los amigos son como una cobija que nos envuelve y nos sigue protegiendo, y son una gran herencia que nos dejaste tú, gracias.
Sin embargo, todavía hay algo que no funciona: estas tres conferencias internacionales por el medio ambiente han tenido muy poco éxito y están estancadas en muchos puntos, pero quizás lo más problemático sea la financiación. Hay guerras, derrumbes, incendios, atentados, violencia y malentendidos entre personas.
¿Será que el nuevo año traerá una transformación positiva? Todos estamos esperando un nuevo año lleno de amor, paz con la naturaleza, paz con la humanidad y paz entre todos nosotros. ¿Tú nos podrías ayudar? Espero que me puedas contestar «lógico».
Hoy, 22 de noviembre, estoy en Montreal, donde estudiaron cuatro de nuestros hijos. Iremos a comer a tu restaurante preferido, el hindú, e iremos al Mont Royal, como lo hicimos tantas veces juntos para mirar el horizonte.
El mes en que conmemoramos el aniversario de tu partida finalizará el 30 de noviembre en Bethesda, Maryland, donde pasaste los últimos días de tu vida en esta tierra, rodeado día y noche, minuto a minuto, por la familia y los amigos, cercanos y lejanos, que llegaron para acompañarte en esta octava cumbre, y que ahora nos acompañan a nosotros en las muchas más cumbres que tendremos que enfrentar.
Juan Pablo, quiero agradecerte porque a pesar de la distancia nos hablas todos los días. Estás presente y nos guías para seguir tu legado de lucha y esperanza por un mundo mejor, tanto respecto del medio ambiente, como en la empresa, en la montaña y en las relaciones humanas, para asegurar que «como vamos, vamos bien».
Juan Pablo, sigue viviendo y actuando a través de cada uno de nosotros, y sonriendo en los demás como sonríes cada día dentro de mí.
Querido Juan Pablo,
Te escribo y así me distraigo un poco, y ya que estás tan lejos, con más fuerza te escribiré (palabras de la canción L’anno che verrà, de Lucio Dalla).
Durante la COP16 de Biodiversidad estuve en Cali por trabajo. Cali no es sólo la ciudad de tu familia paterna, adonde fuimos muchas veces a visitar al abuelo Pablo; también está muy cerca del lugar donde nos enamoramos, en el Pacífico, y es además la ciudad donde aprendimos juntos a conocer los sistemas silvopastoriles con el acompañamiento del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria; esto se volvió nuestra gran pasión profesional y personal.
Todos estos días de la COP16 me han hablado de ti y de tu trabajo como ambientalista, economista, profesor, agricultor de producción sostenible, miembro de reservas naturales de la sociedad civil, defensor de la paz y del medio ambiente, hombre de gran sensibilidad, de amistades sencillas y profundas al mismo tiempo, como dijeron los numerosos amigos en los diversos encuentros y homenajes que te hicieron durante la COP16.
Este año es muy especial porque la COP de Biodiversidad, la de Cambio Climático y la de Desertificación se celebrarán una tras otra. Se alinearán como las estrellas. Sin embargo, ninguna será tan especial como la de Cali, con su zona verde y la COP de la gente, y con la educación ambiental que generó en Colombia.
También este año fui muchas veces a Café y Crêpes —el Café de la Montaña, el restaurante que tienes desde hace más de 40 años—, donde los amigos del colegio y los montanistas siguen reuniéndose, los Mauricios y Yesid siguen invirtiendo, Piqui sigue llevando flores a tu chaqueta del Everest y yo lo uso de oficina para mis reuniones, en el piso de arriba como te gusta a ti, cuando estoy en Bogotá en la Macarena.
La expedición Andina de montaña continúa con Epopeya/La Cumbre y con tu amigo Marcelo aprendiendo a liderar expediciones complicadas, pero siempre guiado por tus enseñanzas y por tu libro Aprendizaje camino a la cumbre. Los montanistas ya fueron a la cordillera blanca, en Perú, y en enero, para tu cumpleaños, irán al Aconcagua con nuestro hijo menor, que antes o después de una expedición pasa por Colombia para obtener la bendición del tío Gustavo, el tío que te transmitió el amor por la exploración y la montaña. Ya hay un mosquetón de montaña con tu nombre, símbolo de que la cordada contigo será eterna.
Cuando estoy en Colombia paso la mayoría del tiempo en nuestra Reserva Natural Naranja, Café y Pimienta, en Machetá, Cundinamarca. Allí, con Jorge, Marcela, Carlos y sus familias seguimos restaurando bosques degradados, cultivamos café con sombra a 2.100 m., hacemos arreglos silvopastoriles y avistamos aves. No te preocupes, Juan Pablo, la reserva natural está más linda que nunca, el café este año va muy bien, logramos reparar el sector del derrumbe que tanto te inquietaba, producimos una panela y una quinoa deliciosas, y ahora, además del libro de las aves de la reserva natural, tenemos el libro que tú habías pedido sobre las flores melíferas de la reserva.
¿Sabes que también empezamos a trazar un camino que una a todos los amigos apasionados por el medio ambiente y las reservas naturales? Se llama el Camino de Juan Pablo y empieza en El Cubo, Sopó, donde Natalia, y sigue en La Cumbre en Suesca, en Naranja, Café y Pimienta, Machetá, y así se irá extendiendo. ¿Y sabes que el Foro Nacional Ambiental tiene una página web sobre ti y salió un nuevo libro dedicado a ti? Lo escribió Manuel Guzmán y se llama Botella al mar.
Con la familia y los amigos, en Colombia, Italia y Bethesda, con los UN Bikers, hacemos celebraciones en las que siempre estás presente. Con los amigos médicos, los compadres y las comadres, los ahijados, los de Huita, los de Mulata y con los amigos ambientalistas del Platanal tomamos whisky, porque como tú dices, «el whisky es medicina». Los amigos son como una cobija que nos envuelve y nos sigue protegiendo, y son una gran herencia que nos dejaste tú, gracias.
Sin embargo, todavía hay algo que no funciona: estas tres conferencias internacionales por el medio ambiente han tenido muy poco éxito y están estancadas en muchos puntos, pero quizás lo más problemático sea la financiación. Hay guerras, derrumbes, incendios, atentados, violencia y malentendidos entre personas.
¿Será que el nuevo año traerá una transformación positiva? Todos estamos esperando un nuevo año lleno de amor, paz con la naturaleza, paz con la humanidad y paz entre todos nosotros. ¿Tú nos podrías ayudar? Espero que me puedas contestar «lógico».
Hoy, 22 de noviembre, estoy en Montreal, donde estudiaron cuatro de nuestros hijos. Iremos a comer a tu restaurante preferido, el hindú, e iremos al Mont Royal, como lo hicimos tantas veces juntos para mirar el horizonte.
El mes en que conmemoramos el aniversario de tu partida finalizará el 30 de noviembre en Bethesda, Maryland, donde pasaste los últimos días de tu vida en esta tierra, rodeado día y noche, minuto a minuto, por la familia y los amigos, cercanos y lejanos, que llegaron para acompañarte en esta octava cumbre, y que ahora nos acompañan a nosotros en las muchas más cumbres que tendremos que enfrentar.
Juan Pablo, quiero agradecerte porque a pesar de la distancia nos hablas todos los días. Estás presente y nos guías para seguir tu legado de lucha y esperanza por un mundo mejor, tanto respecto del medio ambiente, como en la empresa, en la montaña y en las relaciones humanas, para asegurar que «como vamos, vamos bien».
Juan Pablo, sigue viviendo y actuando a través de cada uno de nosotros, y sonriendo en los demás como sonríes cada día dentro de mí.