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Las similitudes entre los presidentes Petro y Trump son cada vez más palpables. Uno de los aspectos más similares entre ambos, y uno poco discutido, es el objetivo de desmantelar la capacidad técnica del Estado. La capacidad del Estado es la habilidad que tiene el Gobierno de implementar políticas y llevar bienes públicos a los ciudadanos. La memoria institucional es fundamental para desarrollar estas políticas. Generar capacidad estatal requiere mucho tiempo, pero destruirla ocurre rápidamente. Petro y Trump han buscado debilitar las instituciones que implementan las políticas. Esto puede deberse a que quieren colocar en puestos clave personas políticas, sin capacidad técnica, que sigan sus directrices ideológicas. Una institución débil permite abusos más fáciles y reemplaza una cultura técnica por una ideológica. Tanto Petro como Trump están buscando esto.
Los argumentos de ambos para debilitar la capacidad del Estado son muy similares. Trump mantiene que existe un “Estado profundo” que ha llevado a Estados Unidos a la decadencia, a pesar de los datos que indican lo contrario, como el impresionante crecimiento en productividad y la baja tasa de desempleo en décadas. Trump insiste en que el “Estado profundo” evita las reformas que él desea, como eliminar regulaciones ambientales para beneficiar a multimillonarios. Petro ha argumentado lo mismo, diciendo que una burocracia “neoliberal” impide reformas en el país, al mantener el poder de unos pocos. Ignora los datos que muestran el crecimiento sostenido y los cambios sociales importantes que ha logrado Colombia gracias a esa burocracia. En contraste, Petro mantiene que los neoliberales dentro de las instituciones no permiten las reformas que él quiere.
La capacidad de implementar políticas es crucial y depende de las personas que lideran las instituciones estatales. Hay tres niveles de burocracia: altos funcionarios, subdirectores y funcionarios de carrera. Cuando un nuevo gobierno asume el poder, suele haber cambios en el primer nivel de personas, y es importante que tengan una calidad técnica adecuada. El presidente elige a aquellos en quienes confía para llevar a cabo su programa de gobierno. La calidad técnica de estas personas es un indicador de un buen gobierno. Existe un equilibrio delicado entre tener conocimiento en un área y ser capaz de implementar políticas. Al inicio de sus respectivos gobiernos, tanto Trump como Petro intentaron asignar a personas equilibradas en conocimiento y capacidad de implementación, pero muchos de ellos fueron despedidos y la calidad de los funcionarios de primer nivel se deterioró en ambos casos. En el segundo periodo de Trump, ya no queda rastro de vergüenza: los nombrados son personas sin capacidad técnica y con la única fortaleza del respaldo incondicional a Trump. El paralelo con Petro es evidente.
Pero el problema más complicado radica en el debilitamiento del tercer nivel de burocracia. En este nivel, se encuentran las personas de carrera que conocen la institución y saben cómo implementar reformas. Son las personas que informan al jefe sobre lo que se puede y no se puede hacer. En su primer periodo, Trump comenzó a desmantelar a los funcionarios de carrera civil, y para su segundo periodo prometió reemplazar a muchos empleados del servicio civil con el Programa F (Schedule F), lo que facilitaría el despido de funcionarios de carrera. Una vez más, el objetivo es dispersar las instituciones e instalar a personas que carecen de la capacidad técnica y el conocimiento para formular políticas públicas. Ya no queda duda de que es una acción deliberada y con un claro objetivo: diezmar la capacidad estatal.
Un ejemplo ilustrativo en Colombia es el Departamento Nacional de Planeación (DNP). Desde el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, el DNP ha sido un importante motor técnico para el país. En ese momento, el presidente Lleras designó a personas altamente capacitadas y jóvenes graduados de doctorados en el extranjero en puestos directivos. Aunque carecían de experiencia en políticas públicas, tenían la capacidad de aprender rápidamente. Desde entonces, el DNP ha cultivado mandos intermedios y de tercer nivel con personas altamente capacitadas. Desde el gobierno de Lleras hasta el de Petro, el DNP siempre estuvo dirigido por personas técnicas, y los mandos inferiores también fueron ocupados por personas no políticas pero técnicas. Petro nombró a alguien sin experiencia técnica, pero, eso sí, un político profesional. La alarmante salida del tercer nivel de funcionarios del DNP en el último año ha diezmado de manera sistemática y clara la capacidad técnica de la institución.
Quizás Petro no tenga una estrategia explicita para debilitar la capacidad estatal, pero comparte la misma intuición que tuvo Trump en su primer mandato: en su visión de mundo, es importante desmantelar la capacidad técnica del Estado. Y está tomando acciones claras en esa dirección. Recuperarse de esto llevará muchos años. Décadas.
* Profesor asistente, Universidad de Vanderbilt.