China y la recuperación económica de Colombia
Por: Guillermo Puyana Ramos
El camino de salida de la pandemia sigue siendo sinuoso en tanto que los gobiernos empiezan a tener información sobre los primeros efectos del levantamiento de las restricciones. Sobre la capacidad de países como Colombia de recuperarse, uno de los factores va a ser cómo ampliar las relaciones económicas internacionales y tener términos más equitativos de comercio ya que la recuperación por la ampliación de la demanda es muy baja por nuestras condiciones de empleo y los enormes costos tributarios y legales de tener empresa.
Colombia nunca ha tenido un comercio muy diversificado y la constante ha sido una altísima dependencia de Estados Unidos, que para el 2002 representó el 43 % de nuestras exportaciones y el 33 % de las importaciones según la serie histórica del DANE. Lo seguía Venezuela con el 9 % de las exportaciones y el 6 % de las importaciones. La crisis venezolana, que en momentos llegó a representar moras de muchos meses en los pagos por comercio internacional, obligó a que Colombia buscara otros horizontes.
Esa necesidad coincidió con la intensificación de las relaciones económicas de China en América Latina, de la que la región ha sido ganadora, aunque en su conjunto sólo sea el 6,5 % del comercio internacional de China. Colombia es más marginal aún: nuestro país representa escasamente el 0,3 % del comercio chino.
Aunque Estados Unidos sigue siendo el primer socio comercial de Colombia, desde 2015 tanto las compras como las ventas se han mantenido básicamente en el mismo nivel, entre los 10 mil y los 12 mil millones de dólares. En cambio los negocios con China, que en 2015 fueron 8.200 millones de dólares en importaciones, pasaron a 10.400 en 2019. Más importante es el comportamiento de las exportaciones colombianas a China: pasaron de 1.168 millones de dólares en 2016 a 4.564 en 2019, un crecimiento del 400 %.
El último año la noticia económica nacional fue la adjudicación de la construcción del metro de Bogotá a una empresa china, que se suma a las inversiones en Mar 2 y las minas de Buriticá. Sin embargo, las cifras de años anteriores son muy bajas como para permitir analizar una tendencia. Si la presencia china como inversionista se consolida como es previsible por el interés mostrado en proyectos como el puerto de Barranquilla y refleja un crecimiento estable, podría estar entre las primeras cinco fuentes de inversión extranjera directa en el curso de pocos años.
El buen desempeño de las exportaciones colombianas a China y la atracción de su inversión a Colombia reflejan la importancia de adoptar decisiones correctas para impulsar y profundizar nuestros vínculos con China y no caer en las trampas de lo que Beijing con mucho acierto ha denominado el “virus político”.
Aún hoy Colombia no logra definir una relación que realmente lo identifique como país de la cuenca del Pacífico con vínculos con Asia. Para 2002 no había ningún país asiático dentro de nuestros primeros 10 destinos de exportación y el primero en aparecer era Japón con 1,6 %. Antes de China ningún país asiático había llegado a ser nuestro segundo socio en nada, una incoherencia con el peso que tiene Asia en el mundo.
China es nuestro segundo proveedor desde 2007 pero solo fue nuestro segundo destino de exportaciones en 2018. Así se acumuló un déficit comercial con China que ha causado muchos tropiezos y ha impedido ver que la tendencia se empezó a revertir hace cuatro años, coincidiendo con el periodo en que China fortaleció la capacidad de compra de su población y formuló los lineamientos para América Latina de la iniciativa de la Franja y la Ruta en la reunión de APEC en Lima por el mismo presidente Xi Jinping en 2016, iniciativa que dicho sea de paso no ha suscrito Colombia pero sí 19 países latinoamericanos y del Caribe.
Tres documentos recientes del gobierno chino dan claridad sobre cuál será el aspecto principal de la recuperación económica china. Por un lado el informe presentado por Li Keqian al legislativo chino el 22 de mayo señaló que China dará prioridad a fortalecer la capacidad de consumo, proteger el empleo, liberalizar más el comercio exterior y la inversión e implementar una política fiscal activa. Por otro lado, en el libro blanco Combatiendo el Covid-19: China en acción, el Gobierno afirmó que debe trabajarse en “estabilizar los seis frentes”, siendo estos el empleo, las finanzas, el comercio exterior, la inversión extranjera, la inversión nacional y expectativas del mercado.
Estos dos documentos fueron elaborados con la pandemia azotando el mundo, pero no son de ninguna manera aislados, pues se integran con la visión del papel de China no solo como una enorme fábrica, sino como la principal fuerza de estabilización mundial gracias a su creciente demanda interna. El libro blanco publicado en septiembre del año pasado con el título China y el mundo en la nueva era dice: “China tiene el mercado de consumo más prometedor del mundo. No es solo ‘la fábrica del mundo’, sino también un mercado global. Con una población de casi 1.400 millones y un grupo de ingresos medios de 400 millones, China tiene el mercado más grande del mundo. El desarrollo sostenido y saludable de la economía de China ha creado una gran demanda en muchos campos y ha proporcionado un motor importante para el desarrollo económico. China tiene un gran espacio y potencial de consumo, que claramente está aumentando el mercado y haciendo una contribución creciente a la economía”.
Cuatrocientos millones de consumidores son la tercera parte de la población china, pero más que toda la población de los Estados Unidos. En la medida en que el asalto a los últimos reductos de pobreza, la transición de una economía de rápido crecimiento a desarrollo de alta calidad y el aceleramiento de la urbanización sigan su curso en China, la ampliación del consumo de bienes materiales, sociales y culturales será una tendencia imposible de detener, donde están las oportunidades para Colombia que está en el camino correcto, pues el desarrollo de China abrirá más espacios de intercambio.
Es la primera vez en nuestra historia que realmente tenemos un socio asiático y el gobierno colombiano puede mejorar las condiciones para que esa sociedad se constituya en una relación gana-gana. Hay decisiones políticas que podrían ayudarnos a acelerar el paso: por un lado, la adhesión al protocolo de la iniciativa de la Franja y la Ruta y, por otro, la elevación del perfil de la relación bilateral a una asociación estratégica.
Por: Guillermo Puyana Ramos
El camino de salida de la pandemia sigue siendo sinuoso en tanto que los gobiernos empiezan a tener información sobre los primeros efectos del levantamiento de las restricciones. Sobre la capacidad de países como Colombia de recuperarse, uno de los factores va a ser cómo ampliar las relaciones económicas internacionales y tener términos más equitativos de comercio ya que la recuperación por la ampliación de la demanda es muy baja por nuestras condiciones de empleo y los enormes costos tributarios y legales de tener empresa.
Colombia nunca ha tenido un comercio muy diversificado y la constante ha sido una altísima dependencia de Estados Unidos, que para el 2002 representó el 43 % de nuestras exportaciones y el 33 % de las importaciones según la serie histórica del DANE. Lo seguía Venezuela con el 9 % de las exportaciones y el 6 % de las importaciones. La crisis venezolana, que en momentos llegó a representar moras de muchos meses en los pagos por comercio internacional, obligó a que Colombia buscara otros horizontes.
Esa necesidad coincidió con la intensificación de las relaciones económicas de China en América Latina, de la que la región ha sido ganadora, aunque en su conjunto sólo sea el 6,5 % del comercio internacional de China. Colombia es más marginal aún: nuestro país representa escasamente el 0,3 % del comercio chino.
Aunque Estados Unidos sigue siendo el primer socio comercial de Colombia, desde 2015 tanto las compras como las ventas se han mantenido básicamente en el mismo nivel, entre los 10 mil y los 12 mil millones de dólares. En cambio los negocios con China, que en 2015 fueron 8.200 millones de dólares en importaciones, pasaron a 10.400 en 2019. Más importante es el comportamiento de las exportaciones colombianas a China: pasaron de 1.168 millones de dólares en 2016 a 4.564 en 2019, un crecimiento del 400 %.
El último año la noticia económica nacional fue la adjudicación de la construcción del metro de Bogotá a una empresa china, que se suma a las inversiones en Mar 2 y las minas de Buriticá. Sin embargo, las cifras de años anteriores son muy bajas como para permitir analizar una tendencia. Si la presencia china como inversionista se consolida como es previsible por el interés mostrado en proyectos como el puerto de Barranquilla y refleja un crecimiento estable, podría estar entre las primeras cinco fuentes de inversión extranjera directa en el curso de pocos años.
El buen desempeño de las exportaciones colombianas a China y la atracción de su inversión a Colombia reflejan la importancia de adoptar decisiones correctas para impulsar y profundizar nuestros vínculos con China y no caer en las trampas de lo que Beijing con mucho acierto ha denominado el “virus político”.
Aún hoy Colombia no logra definir una relación que realmente lo identifique como país de la cuenca del Pacífico con vínculos con Asia. Para 2002 no había ningún país asiático dentro de nuestros primeros 10 destinos de exportación y el primero en aparecer era Japón con 1,6 %. Antes de China ningún país asiático había llegado a ser nuestro segundo socio en nada, una incoherencia con el peso que tiene Asia en el mundo.
China es nuestro segundo proveedor desde 2007 pero solo fue nuestro segundo destino de exportaciones en 2018. Así se acumuló un déficit comercial con China que ha causado muchos tropiezos y ha impedido ver que la tendencia se empezó a revertir hace cuatro años, coincidiendo con el periodo en que China fortaleció la capacidad de compra de su población y formuló los lineamientos para América Latina de la iniciativa de la Franja y la Ruta en la reunión de APEC en Lima por el mismo presidente Xi Jinping en 2016, iniciativa que dicho sea de paso no ha suscrito Colombia pero sí 19 países latinoamericanos y del Caribe.
Tres documentos recientes del gobierno chino dan claridad sobre cuál será el aspecto principal de la recuperación económica china. Por un lado el informe presentado por Li Keqian al legislativo chino el 22 de mayo señaló que China dará prioridad a fortalecer la capacidad de consumo, proteger el empleo, liberalizar más el comercio exterior y la inversión e implementar una política fiscal activa. Por otro lado, en el libro blanco Combatiendo el Covid-19: China en acción, el Gobierno afirmó que debe trabajarse en “estabilizar los seis frentes”, siendo estos el empleo, las finanzas, el comercio exterior, la inversión extranjera, la inversión nacional y expectativas del mercado.
Estos dos documentos fueron elaborados con la pandemia azotando el mundo, pero no son de ninguna manera aislados, pues se integran con la visión del papel de China no solo como una enorme fábrica, sino como la principal fuerza de estabilización mundial gracias a su creciente demanda interna. El libro blanco publicado en septiembre del año pasado con el título China y el mundo en la nueva era dice: “China tiene el mercado de consumo más prometedor del mundo. No es solo ‘la fábrica del mundo’, sino también un mercado global. Con una población de casi 1.400 millones y un grupo de ingresos medios de 400 millones, China tiene el mercado más grande del mundo. El desarrollo sostenido y saludable de la economía de China ha creado una gran demanda en muchos campos y ha proporcionado un motor importante para el desarrollo económico. China tiene un gran espacio y potencial de consumo, que claramente está aumentando el mercado y haciendo una contribución creciente a la economía”.
Cuatrocientos millones de consumidores son la tercera parte de la población china, pero más que toda la población de los Estados Unidos. En la medida en que el asalto a los últimos reductos de pobreza, la transición de una economía de rápido crecimiento a desarrollo de alta calidad y el aceleramiento de la urbanización sigan su curso en China, la ampliación del consumo de bienes materiales, sociales y culturales será una tendencia imposible de detener, donde están las oportunidades para Colombia que está en el camino correcto, pues el desarrollo de China abrirá más espacios de intercambio.
Es la primera vez en nuestra historia que realmente tenemos un socio asiático y el gobierno colombiano puede mejorar las condiciones para que esa sociedad se constituya en una relación gana-gana. Hay decisiones políticas que podrían ayudarnos a acelerar el paso: por un lado, la adhesión al protocolo de la iniciativa de la Franja y la Ruta y, por otro, la elevación del perfil de la relación bilateral a una asociación estratégica.