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El mundo observa cómo Estados Unidos se enfrenta a la gripe aviar, y da miedo


Columnista invitado EE: Tulio de Oliveira
24 de noviembre de 2024 - 05:05 a. m.
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Como científico especializado en virus de Sudáfrica, he estado observando con pavor la propagación de la gripe aviar H5N1 entre los animales de Estados Unidos. El patógeno supone una grave amenaza pandémica y se ha detectado en más de 500 rebaños lecheros de 15 estados, lo que probablemente sea un recuento insuficiente. Y, sin embargo, la respuesta estadounidense parece inadecuada y lenta, con muy pocas secuencias genómicas de casos de H5N1 en animales de granja puestas a disposición del público para su revisión científica.

El fracaso en el control del H5N1 entre el ganado estadounidense podría tener consecuencias mundiales, lo cual exige una atención urgente. Estados Unidos ha hecho poco para tranquilizar al mundo asegurando que tiene el brote contenido.

La reciente infección de un cerdo en una granja de Oregón es especialmente preocupante, ya que se sabe que los cerdos son “recipientes de mezcla” para los virus de la gripe. Los cerdos pueden infectarse tanto por virus de gripe aviar como humana, lo que crea el riesgo de que los virus intercambien material genético y aceleren potencialmente la adaptación para la transmisión humana. La pandemia de gripe H1N1 de 2009 fue creada y propagada inicialmente por cerdos.

Más allá de los riesgos para sus propios ciudadanos (hay más de 45 casos de personas en Estados Unidos que han contraído el virus en 2024), Estados Unidos debe recordar que el país donde surge una pandemia puede ser acusado de no hacer lo suficiente para controlarla. Todavía oímos cómo China no hizo lo suficiente para detener la pandemia del COVID-19. Ninguno de nosotros querría una pandemia nueva etiquetada como el “virus americano”, ya que esto podría ser muy perjudicial para la reputación y la economía de Estados Unidos.

Estados Unidos debería aprender de cómo responde el sur global a las enfermedades infecciosas. Quienes trabajamos en la región tenemos un buen historial de respuesta a epidemias y pandemias emergentes, y podemos ayudar a Estados Unidos a identificar nuevas cepas de virus y ofrecer ideas sobre cómo controlar el H5N1. Estos conocimientos no han llegado fácilmente ni sin sufrimiento; se han desarrollado tras décadas de enfrentarnos a enfermedades mortales. Hemos aprendido una sencilla lección: tienes que conocer a tu enemigo lo antes posible para poder combatirlo.

Eso hicimos durante el COVID. En noviembre de 2021, mis colegas y yo, y otras personas en Botsuana, descubrimos la variante ómicron. Advertimos rápida y públicamente al mundo de que podría propagarse rápidamente. Este tipo de transparencia no siempre es fácil porque puede tener un gran costo económico. Por ejemplo, después de compartir nuestro descubrimiento de ómicron, varios países de todo el mundo impusieron prohibiciones de viajar a Sudáfrica antes de las fiestas de diciembre, lo que provocó reacciones violentas. Nuestro equipo recibió amenazas de muerte y llegamos a necesitar seguridad para nuestros laboratorios. Una estimación sugiere que Sudáfrica perdió 63 millones de dólares en reservas canceladas de diciembre a marzo.

Pero era lo que se debía hacer. Por eso es tan frustrante que las secuencias genómicas de los casos animales de H5N1 en Estados Unidos no estén disponibles rápidamente. Compartir inmediatamente los genomas de las muestras de virus es crucial a fin de comprender la amenaza y dar tiempo al mundo para prepararse, incluso con el desarrollo de antivirales y vacunas. Ruanda, por ejemplo, se atrevió hace poco a hacer pública la detección del mortal virus de Marburgo. El personal sanitario de ese país trabajó sin descanso y, en aproximadamente un mes, parece que controlaron el brote. Otros países de África han compartido de forma similar y abierta los datos sobre la propagación del mpox.

Llevo décadas trabajando con científicos estadounidenses, y este verano recorrí muchas de las principales instituciones de investigación científica del país, además, he sido ponente en una de sus mayores reuniones anuales de virología. Sé lo atónitos que están muchos científicos estadounidenses por la lenta respuesta del país al H5N1. Un virólogo estadounidense muy respetado, David O’Connor, me dijo que “parece que Estados Unidos es adicto a jugar con el H5N1. Pero si juegan el tiempo suficiente, el virus podría ganarse el premio gordo”. Un premio gordo para el virus provocaría una pandemia mundial.

Ha llegado el momento de responder de manera enérgica a esta amenaza. Los científicos del mundo están aquí para ayudar, del mismo modo que Estados Unidos nos ha ayudado tantas veces. Los países deben seguir apoyándose mutuamente; necesitamos una fuerza científica y médica internacional que pueda trabajar conjuntamente para responder a nuevas epidemias y pandemias potenciales, incluido el diagnóstico y el análisis genético de cada muestra de H5N1.

Comprendo que no es fácil persuadir a las empresas, como las industrias cárnica y láctea, para que permitan la realización de pruebas a todos sus animales y personal, y para que hagan públicos esos datos con rapidez. Pero también sé que, al final, hacerlo protege vidas, disminuye los perjuicios económicos y crea un mundo más seguro.

El mundo no puede permitirse jugar con este virus, dejando que se propague en los animales y esperando que nunca provoque un brote grave, o cruzando los dedos para que sus efectos no sean graves en las personas. El tiempo lo dirá. Espero que no estemos asistiendo al inicio de una pandemia nueva, en la que tanto la comunidad estadounidense como la internacional escondan la cabeza bajo el ala en lugar de afrontar el peligro potencial.

* Este artículo se publicó originalmente en The New York Times.

Por Tulio de Oliveira

 

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