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El pueblo es el poder

Columnista invitado EE: Gabriel Ángel Muriel González*
28 de julio de 2024 - 05:05 a. m.

En las democracias modernas, el pueblo, como concepto teórico, es el máximo poder, el poder primario, supremo, originario, constituyente, autónomo, extraordinario, incondicional, ilimitado. En la práctica, incluso en las sociedades políticas más avanzadas, ocasionalmente el pueblo pierde su identidad y se convierte en una masa amorfa, manipulable, con salidas en falso en las que patina, cae, es humillado, usado como marioneta. El pueblo es una imagen proyectada de cada uno de sus miembros, la suma de todos, una configuración colectiva.

El pueblo es un ser vivo que evoluciona y se transforma, en permanente movimiento. Adopta formas de organización política y administrativa para el uso más eficiente de los recursos y el logro de sus objetivos de progreso y bienestar, de paz y de justicia. Subsume las demás estructuras o partes internas que lo conforman. La prevalencia del Acuerdo Social no reemplaza al pueblo, por cuanto es éste quien lo suscribe y lo actualiza. El pueblo adopta una Constitución para avanzar, nunca para frenar su fuerza o para substituirlo. Del pueblo emanan todas las instituciones públicas que se le subordinan, lo mismo las personas y organizaciones que operan bajo su égida, bajo sus reglas y protección.

Nadie más ostenta en el territorio de la nación un poder mayor o semejante al que tiene el pueblo. Es él quien ratifica los tratados internacionales a los que se acoge. El pueblo es la primera y última palabra, como instancia local. Ejerce su poder directamente, sin obstáculos ni permisos, sin plazos ni límites distintos a la imaginación de su presente y su futuro posibles.

El Estado es la estructura diseñada por el pueblo con carácter de permanencia para su organización. En la historia de todos los pueblos, ha sido largo y sangriento el trecho para llegar hasta aquí, para alcanzar una vida estable, porque no siempre el pueblo tuvo el sartén por el mango. Incluso -ya dijimos- a veces le seducen los cantos de sirena. Con pocas excepciones, queda en las fábulas infantiles el tiempo de las monarquías, donde un rey decidía en detalle la vida de los seres humanos. El pueblo se ha entronizado y ahora es soberano, autónomo e independiente.

Son accidentes en el camino hacia la justicia y la libertad, los baches en que el pueblo cae, en unos casos sin mayoría de edad, otros por analfabetismo político, o falta de carácter... Pero cada vez es más cierto el destino decretado por los pueblos en Occidente: asumen su presente y toman directamente sus decisiones. Activa su poder constituyente cuando las condiciones o la evolución de los tiempos lo indican, sin someterse a otra autoridad o norma distinta a sus propios designios.

El pueblo de Colombia es un ejemplo vibrante de su poder constituyente, omnímodo, irrefutable, indetenible. Se autoconvocó en 1990 para establecer un nuevo Acuerdo Social, sin regla o procedimiento previo alguno, mediante un mecanismo inédito. A través de la “Séptima Papeleta” decidió un “Plebiscito por Colombia. Voto por una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución y determine cambios políticos, sociales y económicos en beneficio del pueblo”.

33 años después de la Constitución Política de 1991, esos beneficios para el pueblo siguen pendientes. Derogar la Constitución de 1886 fue un paso importante, lo mismo que una bonita lista de derechos enmarcada en la pared. La pretensión de ese acuerdo constitucional, como acuerdo de paz, levantó la bandera blanca para contener la explosión social que, de vez en cuando, resulta inatajable, como en el Estallido Social de 2021.

Las autoridades y gobernantes elegidos o designados por el pueblo se han quedado cortos o han sido incompetentes. Con razón, Jorge Eliécer Gaitán, el inmolado líder que afirmó encarnar al pueblo, también sentenció que “El Pueblo es superior a sus dirigentes”. Por las promesas incumplidas de la Constitución de 1991, la continuidad de una abismal desigualdad entre los colombianos y la necesidad de detener la violencia, en cualquier momento el pueblo activará su poder inquebrantable con los ajustes superiores que requiera.

gabrielangelmuriel@hotmail.com

* Especialista en Derecho Económico, Magíster en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales.

Por Gabriel Ángel Muriel González*

 

Tomas 11(06010)29 de julio de 2024 - 01:50 a. m.
El problema surge cuando alguien se proclama o se proyecta como si él fuera el Pueblo. Una especie de "El Pueblo Soy Yo" que conduciría a una constitución subordinada a un ególatra de estirpe seudo republicana que aspira a ejercer un poder sin límites jurídicos ni políticos.
  • luisfer9348(26884)29 de julio de 2024 - 04:45 a. m.
    Por si estás hablando de Petro, él dijo que iría hasta donde le pueblo quiera. Luego que poder sin límites, ni qué ocho cuartos.
Hugo(14000)29 de julio de 2024 - 12:51 a. m.
La fantasía de la columna con un cierto sesgo político,está lejos de la realidad.Atribuye a un ente etéreo,"el pueblo",un poder "ilimitado"como el de los dioses de los mitos..No define quiénes lo conforman.Conocemos sí una masa de gente pobre casi ignara,colectivos ilustrados,grupos creadores de riqueza.Un conglomerado de millones de personas con algunas necesidades iguales y la mayoría distintas como con muy diferentes intereses,Siendo la gente tan diversa,ese "pueblo"no tiene ningún poder.
FRANCISCO(61977)28 de julio de 2024 - 11:43 p. m.
Convocar a una Asamblea constituyente es urgente para subsanar las falencias de la constitución del 91, comenzando por la reforma política, verbigracia, para revivir las regiones autónomas, quitarle el poder electoral a las Cortes, reducir el número de congresistas, suprimir la Procuraduría y el CNE, y para crear una SUPERCORTE que se encargue de investigar y sancionar a los que gozan de fuero político para cometer bellaquerías. En fin, para hacer todo aquello en que se ha pecado por omisión.
FRANCISCO(dshas)28 de julio de 2024 - 10:13 p. m.
Una cátedra de la soberanía del derecho constitucional del que la derecha y los medios de comunicación tergiversan satanizando la invocación al pueblo para reformar la constitución.
Eduardo Sáenz Rovner(7668)28 de julio de 2024 - 06:06 p. m.
El pueblo suena a la tal constituyente del de la Murga de Panamá...
  • luisfer9348(26884)29 de julio de 2024 - 04:46 a. m.
    Pues una tal constituyente hizo la constitución que nos rige.
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