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El significado más profundo de que Taylor Swift haya dicho la última palabra


Columnista invitado EE: Jennifer Weiner
15 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.

Para cierta parte de Estados Unidos, la gran noticia del debate presidencial del martes por la noche no la protagonizaron Donald Trump o Kamala Harris, sino Taylor Swift. Como ustedes probablemente ya habrán oído, momentos después de que los candidatos abandonaron el escenario, Swift apareció en Instagram y manifestó su apoyo a Harris, algo por lo que muchos demócratas rezaban. “Ella lucha por los derechos y las causas que creo que necesitan una guerrera que los defienda”, escribió Swift a sus 283 millones de seguidores.

El apoyo no fue una sorpresa, ni tampoco las respuestas: los demócratas exultaron. Los republicanos echaron humo. Elon Musk intervino con algo profundamente espeluznante.

Muchos expertos describieron la declaración de Swift como un golpe de nocaut, la gota que derramó el vaso de la terrible noche del martes de Trump. Swift, dijeron, había esperado inteligentemente hasta que el expresidente estuviera herido, lloriqueando en el suelo, con el fin de asestar ese golpe final. “No pudo haber mejor momento. La redacción es impecable”, dijo el presentador de MSNBC Lawrence O’Donnell.

Pero la decisión de Swift de dar su bendición poco después de haber concluido el debate dejó a otros rascándose la cabeza. Harris tuvo una gran noche. ¿Por qué no dejarla disfrutar de su éxito? Espera unos días, deja que el ciclo de noticias corra hasta que Trump se tambalee de nuevo y luego deja caer el apoyo para el máximo impacto.

Algunos lo repensaron, preguntándose por qué Swift no había apoyado a Harris en agosto, cuando los partidarios de Trump utilizaron inteligencia artificial para crear una imagen falsa de Swift apoyándolo y él la promocionó como si fuera real. ¿O en la Convención Nacional Demócrata, cuando corrió el rumor de que Swift o Beyoncé, o quizá Swift y Beyoncé, serían las invitadas sorpresa?

Las redes sociales tenían teorías.

Tal vez Swift quería desviar la atención de amigas como Brittany Mahomes, que ha sido objeto de críticas por darle un “me gusta” (y, al parecer, luego quitárselo) a una publicación de Trump que prometía, entre otras cosas: “Mantener a los hombres FUERA de los deportes femeninos”, “deportar a los radicales pro-Hamás” y “construir una gran cúpula de hierro de defensa antimisiles sobre todo nuestro país”. Tal vez Swift quería hacernos sentir identificados, para que pudiéramos imaginarla en su sofá, viendo el debate con nosotros, la gente normal, escuchando atentamente, tomando notas y haciendo clic en “publicar” porque no podía esperar.

Personalmente, me gusta imaginar que Swift vio cómo la displicencia y el humor de Harris, su decisión de tratar a Trump no como una amenaza existencial sino como un hombre poco serio, lo hicieron enojar, y no pudo resistirse a darle el codazo final a ese oso herido.

El equipo de campaña de Harris y Walz dice que se enteró de la declaración de Swift al mismo tiempo que el resto de nosotros, aunque el hecho de que pasara menos de una hora antes de que comenzaran a vender pulseras de la amistad inspiradas en Taylor Swift dejó una impresión diferente. Sea como fuere, Swift tiene un historial de pensarlo mucho antes de prestar su nombre a una causa.

En 2016, cuando algunas de sus compañeras estrellas del pop estaban totalmente a favor de Hillary Clinton, Swift se mantuvo al margen. Algo cambió cuando fue abofeteada con una demanda multimillonaria de un hombre al que acusó de haberla manoseado (ella contrademandó por 1 dólar y ganó). “Estaba tan enojada”, recordó en su documental de Netflix de 2020 “Miss Americana”. “No podía dejar de pensar en ello. Y pensé: ‘La próxima vez que haya alguna oportunidad de cambiar algo, será mejor que sepas lo que defiendes y lo que quieres decir’”.

Esa próxima vez fue en 2018, cuando el demócrata Phil Bredesen contendió contra Marsha Blackburn por un escaño en el Senado de los Estados Unidos en Tennessee, el estado natal de Swift. A pesar de las fuertes objeciones del equipo de Swift y de su padre, todas captadas por la cámara en una escena dramática, ella decidió apoyar a Bredesen. “Sé que es lo correcto”, dijo. “Necesito estar en el lado correcto de la historia”. Blackburn ganó, pero Swift había encontrado su voz, y luego decidió apoyar a Joe Biden en 2020.

Mantenerse al margen puede tener sentido para las estrellas que cuentan cada fan y cada venta. Una encuesta de 2023 comisionada por The Hollywood Reporter reveló que el 25 % de los encuestados creía que “los famosos no deberían expresar al público sus opiniones sobre cuestiones políticas y sociales”. Desde entonces ha habido un sano debate sobre si esas opiniones marcan alguna diferencia en la casilla electoral. En un reciente ensayo para Times Opinion, la crítica B.D. McClay sostenía que, por muy atractivo que resulte imaginar que “una superestrella como Swift pueda aparecer en un caballo blanco para influir en el electorado”, lo cierto es que “el apoyo de famosos tiene un poder limitado para influir en las elecciones”.

No es así como algunos de los críticos de Swift recibieron la sorpresa del martes de septiembre. “Puedes despedirte de tus ventas al público republicano, Taylor”, afirmó Megyn Kelly. “Espero que las hayas disfrutado mientras las tuviste”.

La sarcástica despedida de Swift — “Taylor Swift, la señora con gatos sin hijos”, una clara referencia a los comentarios de JD Vance en 2021 sobre “las señoras con gatos sin hijos que se sienten miserables con su propia vida” — fue una señal de que no le preocupa demasiado.

Para los que tenemos cierta edad, también fue un recordatorio de otra época en la que los conservadores tenían en la mira a las mujeres solteras. No les fue bien.

Vance tenía apenas 7 años en mayo de 1992, cuando Dan Quayle —otro joven miembro de una candidatura presidencial que había sido celebrado como el futuro del partido— decidió atacar a un personaje de un programa de comedia llamado Murphy Brown. Este personaje, interpretado por Candice Bergen, era una presentadora de noticias de televisión que inesperadamente se convertía en madre sin haberse convertido antes en esposa. Se llevaron las manos al collar de perlas por el susto. Afilaron los cuchillos.

“Tener hijos de forma irresponsable es, sencillamente, un error”, declaró Quayle en un discurso. “No ayuda en nada que Murphy Brown, un personaje que supuestamente personifica a la profesionista inteligente y bien pagada de hoy en día, se burle de la importancia de los padres al tener un hijo sola y decir que aquello no es más que una ‘elección de estilo de vida’”.

En septiembre, cuando se emitió la nueva temporada de la serie, Murphy Brown dio su réplica. En un episodio del programa abordó directamente las declaraciones de Quayle, diciendo: “Por desgracia, parece que para él la única definición aceptable de familia es una madre, un padre y niños. Y en un país donde millones de niños crecen en familias no tradicionales, esa definición parece dolorosamente injusta”.

Murphy Brown rio al último. Setenta millones de telespectadores sintonizaron el programa, lo que, según The Washington Post, supuso “unos 31 millones más que los votos obtenidos por Bush y Quayle seis semanas después, cuando perdieron la reelección”.

Puede que el apoyo de Swift no sea determinante para la pequeña parte de votantes susceptibles a ser convencidos en el puñado de estados indecisos. Si la gente quiere tomar sus decisiones basándose en algo que no sea la publicación de Instagram de una estrella del pop, mejor para ellos. Pero ese post, con su humor irónico, suscita la esperanza de que la alegría con la que Harris ha contendido en estas elecciones pueda llevarnos a un lugar al que los ataques nunca pudieron.

* Este artículo fue publicado originalmente en The New York Times.

Por Jennifer Weiner

 

William(16260)15 de septiembre de 2024 - 05:25 p. m.
Es análisis real.
Lola(15127)15 de septiembre de 2024 - 04:28 p. m.
Muy buen análisis
Gilberto(54899)15 de septiembre de 2024 - 02:10 p. m.
De todos los males, el peor es el "Simio Gringo Trump"
Hans(06202)15 de septiembre de 2024 - 09:49 a. m.
No creo que a Taylor Swift le importa mucho que los republicanos extremos no van más a sus conciertos y no le compran más sus artículos de Merchandising.
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