SI NO FUERA PORQUE LAS PROYECCIONES demográficas indican que en el 2050 en el mundo habrá tantos cristianos como musulmanes, la novela Sumisión, de Michel Houellebecq (Editorial Anagrama) podría tomarse como un libro extravagante que tuvo el sino trágico de salir a las librerías francesas el mismo día que ocurrió en París el atentado terrorista contra el semanario Charlie Hebdo.
Ciertamente, en un contexto político en que amplios sectores del país consideran la inmigración musulmana como uno de los mayores males de la sociedad francesa, el novelista apela al miedo al situar en el cercano 2022 la llegada al poder de Mohammed Ben Abbes, líder del partido de los Hermanos Musulmanes. En la trama, ello ocurre gracias a una alianza con el Partido Socialista, que con ello revela una mayor aversión al derechista Frente Nacional que compromiso con la laicidad y la igualdad, los primeros principios que el régimen islámico pasa al retiro.
Esta sugestiva obra de ficción política narra cómo se impone la sharia o ley islámica desde el Elíseo: mujeres con velo, legalización de la poligamia, conversiones masivas y posicionamiento de los valores religiosos en la agenda pública. El fenómeno no ocurre únicamente en Francia: en Holanda, Alemania e Inglaterra los partidos islamistas hacen parte de coaliciones de gobierno. Pero es Francia el pivote del nuevo Imperio Romano de signo musulmán y de una campaña de reconquista diplomática de Europa que comanda Ben Abbes, una suerte de Napoleón posmoderno.
Sumisión es una sugerente sátira que, como tal, exagera las verdades que dice. Pero las dice.
De la cultura occidental, satiriza su defensa desganada de los valores liberales, ilustrados y laicos, al punto que, por ejemplo, los otrora revolucionarios profesores de la Sorbona no solo no salen a las calles a protestar por las políticas del líder musulmán, sino que escogen cómodamente uno de los dos caminos que les ofrecen: recibir una jugosa jubilación anticipada o convertirse a la religión oficial.
Houellebecq, sin embargo, no sólo la emprende contra los académicos. También contra los intelectuales y los medios de comunicación, cómplices del ascenso del islamismo. “El intelectual en Francia no tenía que ser responsable, eso no estaba en su naturaleza”, ironiza François, el protagonista, un profesor universitario cuya vida transcurre entre el aburrimiento y una desganada búsqueda religiosa.
Algunas lecturas alarmistas han visto en este libro una profecía al estilo 1984 o Un mundo feliz, que incrementará la xenofobia y la islamofobia europea. Sin embargo, Sumisión es un elogio de la diplomacia del islamismo político. Pero sobre todo, es una sátira del islam como religión, pues muestra a unas elites que les rinden más culto a las chequeras saudíes y cataríes que al Profeta, y la poligamia es defendida como un privilegio de algunos seres superiores, entre los cuales el nuevo régimen incorpora a los profesores universitarios como machos dominantes del nuevo orden. No importa que sea una forma de recompensar en especie la sumisión de las elites a los nuevos amos.
@IGarzonVallejo
SI NO FUERA PORQUE LAS PROYECCIONES demográficas indican que en el 2050 en el mundo habrá tantos cristianos como musulmanes, la novela Sumisión, de Michel Houellebecq (Editorial Anagrama) podría tomarse como un libro extravagante que tuvo el sino trágico de salir a las librerías francesas el mismo día que ocurrió en París el atentado terrorista contra el semanario Charlie Hebdo.
Ciertamente, en un contexto político en que amplios sectores del país consideran la inmigración musulmana como uno de los mayores males de la sociedad francesa, el novelista apela al miedo al situar en el cercano 2022 la llegada al poder de Mohammed Ben Abbes, líder del partido de los Hermanos Musulmanes. En la trama, ello ocurre gracias a una alianza con el Partido Socialista, que con ello revela una mayor aversión al derechista Frente Nacional que compromiso con la laicidad y la igualdad, los primeros principios que el régimen islámico pasa al retiro.
Esta sugestiva obra de ficción política narra cómo se impone la sharia o ley islámica desde el Elíseo: mujeres con velo, legalización de la poligamia, conversiones masivas y posicionamiento de los valores religiosos en la agenda pública. El fenómeno no ocurre únicamente en Francia: en Holanda, Alemania e Inglaterra los partidos islamistas hacen parte de coaliciones de gobierno. Pero es Francia el pivote del nuevo Imperio Romano de signo musulmán y de una campaña de reconquista diplomática de Europa que comanda Ben Abbes, una suerte de Napoleón posmoderno.
Sumisión es una sugerente sátira que, como tal, exagera las verdades que dice. Pero las dice.
De la cultura occidental, satiriza su defensa desganada de los valores liberales, ilustrados y laicos, al punto que, por ejemplo, los otrora revolucionarios profesores de la Sorbona no solo no salen a las calles a protestar por las políticas del líder musulmán, sino que escogen cómodamente uno de los dos caminos que les ofrecen: recibir una jugosa jubilación anticipada o convertirse a la religión oficial.
Houellebecq, sin embargo, no sólo la emprende contra los académicos. También contra los intelectuales y los medios de comunicación, cómplices del ascenso del islamismo. “El intelectual en Francia no tenía que ser responsable, eso no estaba en su naturaleza”, ironiza François, el protagonista, un profesor universitario cuya vida transcurre entre el aburrimiento y una desganada búsqueda religiosa.
Algunas lecturas alarmistas han visto en este libro una profecía al estilo 1984 o Un mundo feliz, que incrementará la xenofobia y la islamofobia europea. Sin embargo, Sumisión es un elogio de la diplomacia del islamismo político. Pero sobre todo, es una sátira del islam como religión, pues muestra a unas elites que les rinden más culto a las chequeras saudíes y cataríes que al Profeta, y la poligamia es defendida como un privilegio de algunos seres superiores, entre los cuales el nuevo régimen incorpora a los profesores universitarios como machos dominantes del nuevo orden. No importa que sea una forma de recompensar en especie la sumisión de las elites a los nuevos amos.
@IGarzonVallejo