Cada vez que hay cambios significativos en la política científica de un país, surgen posiciones discordantes y brota el debate nacional. En principio, es de agradecer que exista tal debate porque muestra la importancia de la ciencia para el desarrollo democrático del país. Resulta que el debate a veces asume características antidemocráticas e incluso pococientíficas. Este es el caso cuando las mudanzas propuestas se enfrentan a grupos de interés instalados dentro del sistema científico nacional que controlan directa o indirectamente el destino de los recursos públicos en la ciencia.
Por Boaventura de Sousa Santos, especial para El Espectador
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación