La salud mental: el suicidio un tema que nos compromete como sociedad
Colombia vive en medio de permanentes eventos que comprometen la vida y el bienestar de personas, comunidades y la sociedad en su conjunto, situaciones relacionadas con las violencias asociadas a una historia de conflicto prolongado y complejo que incluye la desigualdad, la pobreza, el narcotráfico, los desastres naturales, eventos que comprometen la cotidianidad de las personas, las comunidades en los múltiples ámbitos como la educación, el trabajo, la comunidad, y las relaciones. La cotidianidad del conflicto se visibiliza en los medios de comunicación y redes sociales que desafortunadamente multiplican el impacto en la salud y el bienestar de nuestras poblaciones. En este sentido tratar de desarrollar estrategias para afrontar los múltiples desafíos nos comprometen a todos.
De manera particular, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental es importante insistir en las acciones que podemos tener en cuenta para contribuir a la promoción del bienestar emocional y la reducción de problemáticas como el suicidio en diferentes contextos. El suicidio es una problemática que genera preocupación, en particular el incremento que ha tenido en los jóvenes y aunque es un tema complejo, todos podemos aportar. Según el informe de la Organización Panamericana de la Salud del 2023 sobre el panorama del intento del suicidio y suicidio consumado en Colombia, cada día 82 personas intentan quitarse la vida y por cada suicidio en el país ocurren 11 intentos. De igual manera, los datos oficiales del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses indican que entre enero y agosto del presente año se han presentado 1.942 muertes por suicidio y el mayor porcentaje de casos (25,9 %) se ubica en el rango entre los 20 y 29 años. Si bien se observa una leve reducción respecto a las cifras del 2023, en donde se presentaron 2.063 casos de suicidio en el mismo periodo de tiempo, sigue siendo un motivo de preocupación dados los efectos que provoca en las familias y personas cercanas, quienes deben afrontar un profundo dolor por la repentina pérdida de su ser querido, así como el impacto a nivel social que un hecho como éste ocasiona.
Frente a ello, es importante señalar que existen diferentes factores que influyen en el comportamiento humano: biológicos, psicológicos y ambientales, así como el contexto histórico de la persona o su historia de vida y por esa razón, al referirse al suicidio, es importante comprender que existe un conjunto de circunstancias que pueden estar relacionadas y no sólo un único factor, entender la complejidad del ser humano amplía la perspectiva y permite proyectar múltiples acciones encaminadas a la prevención de este tipo de hechos, en diferentes niveles.
En primer lugar, se requieren acciones que dependen en gran medida del sistema de salud y las instituciones, que den la relevancia que amerita a la promoción de la salud mental, apoyándose en prácticas basadas en evidencia sin dejar de lado el sentido humano.
En segundo lugar, algunas acciones que están bajo nuestro control y que, por tanto, nos permiten tomar un papel activo para contribuir a nuestra propia salud mental y de alguna manera, a la de los demás, son: mantener hábitos saludables (alimentación balanceada, sueño reparador y actividad física frecuente), incluir prácticas de autocuidado de forma más recurrente en la rutina (lo que implica dedicar un tiempo de calidad a uno mismo), reconocer y darle nombre a nuestras emociones, enfocar la atención en el momento presente, ser más amables con nosotros mismos pues a veces no lo somos y entender que es válido experimentar algunas emociones indeseadas en esos momentos difíciles y que, a pesar de ello, podemos actuar de acuerdo con lo que es importante para nosotros. También es importante buscar ayuda profesional de manera oportuna e identificar nuestra red de apoyo para hablar sobre lo que sentimos y compartir con las personas que son importantes en nuestra vida.
En tercer lugar, podemos ofrecer apoyo a las personas que lo requieren y si es algo que supera nuestros conocimientos o posibilidades, brindar las orientaciones para que la persona pueda acceder a una ayuda especializada. También en la interacción cotidiana con los demás, si damos un trato respetuoso, compasivo y humanizado, en el ámbito familiar, académico y laboral, estamos aportando algo que puede marcar la diferencia de manera considerable, pues día a día muchas personas experimentan sufrimiento, enfrentan grandes adversidades en nuestro país y cada una de esas personas importa, esa persona puedes ser tu o la persona que está al lado.
Si bien se proponen algunas acciones que podrían contribuir a la promoción de la salud mental, también es importante considerar algunas barreras que interfieren en ello. La principal barrera social es el estigma que hay en torno al tema de la salud mental, reflejado en la discriminación y aislamiento que sufren las personas que presentan alguna condición clínica, por parte de los demás, así como en las creencias erróneas sobre los servicios disponibles para la prevención e intervención en salud mental, por considerarse que sólo están indicadas para unos pocos y esto limita el acceso a estos servicios por el temor a ser juzgado.
Por lo tanto, es importante continuar uniendo esfuerzos desde las diferentes agremiaciones, el sistema de salud y todos como sociedad, para generar cambios que se traduzcan en condiciones óptimas para un desarrollo integral como seres humanos y esto incluye la promoción de la salud mental. Al respecto existen intervenciones basadas en evidencia propuestas por entidades como la Organización Mundial de la Salud para el afrontamiento del estrés y las adversidades, que ayudan a la reducción del malestar psicológico y la prevención de problemas de salud mental, que pueden ser consideradas para la población con mayor vulnerabilidad, entre ellos, los jóvenes en nuestro país.
Al conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental, es necesario que todos adoptemos un papel activo en nuestra vida cotidiana para aportar a nuestro propio bienestar emocional y al de los demás, esto implica continuar con acciones que permitan combatir el estigma y un primer paso puede ser recobrar la humanidad compartida que nos une, ser amables y compasivos con nosotros mismos y con los demás, admitiendo que cada acción cuenta y así se pueden lograr acciones transformadoras que nos comprometan a todos como país y fomenten una cultura de paz.
* María Luisa Barreto-Zambrano es psicóloga clínica y profesora del Politécnico Grancolombiano.
** Wilson López López es profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana.
Colombia vive en medio de permanentes eventos que comprometen la vida y el bienestar de personas, comunidades y la sociedad en su conjunto, situaciones relacionadas con las violencias asociadas a una historia de conflicto prolongado y complejo que incluye la desigualdad, la pobreza, el narcotráfico, los desastres naturales, eventos que comprometen la cotidianidad de las personas, las comunidades en los múltiples ámbitos como la educación, el trabajo, la comunidad, y las relaciones. La cotidianidad del conflicto se visibiliza en los medios de comunicación y redes sociales que desafortunadamente multiplican el impacto en la salud y el bienestar de nuestras poblaciones. En este sentido tratar de desarrollar estrategias para afrontar los múltiples desafíos nos comprometen a todos.
De manera particular, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental es importante insistir en las acciones que podemos tener en cuenta para contribuir a la promoción del bienestar emocional y la reducción de problemáticas como el suicidio en diferentes contextos. El suicidio es una problemática que genera preocupación, en particular el incremento que ha tenido en los jóvenes y aunque es un tema complejo, todos podemos aportar. Según el informe de la Organización Panamericana de la Salud del 2023 sobre el panorama del intento del suicidio y suicidio consumado en Colombia, cada día 82 personas intentan quitarse la vida y por cada suicidio en el país ocurren 11 intentos. De igual manera, los datos oficiales del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses indican que entre enero y agosto del presente año se han presentado 1.942 muertes por suicidio y el mayor porcentaje de casos (25,9 %) se ubica en el rango entre los 20 y 29 años. Si bien se observa una leve reducción respecto a las cifras del 2023, en donde se presentaron 2.063 casos de suicidio en el mismo periodo de tiempo, sigue siendo un motivo de preocupación dados los efectos que provoca en las familias y personas cercanas, quienes deben afrontar un profundo dolor por la repentina pérdida de su ser querido, así como el impacto a nivel social que un hecho como éste ocasiona.
Frente a ello, es importante señalar que existen diferentes factores que influyen en el comportamiento humano: biológicos, psicológicos y ambientales, así como el contexto histórico de la persona o su historia de vida y por esa razón, al referirse al suicidio, es importante comprender que existe un conjunto de circunstancias que pueden estar relacionadas y no sólo un único factor, entender la complejidad del ser humano amplía la perspectiva y permite proyectar múltiples acciones encaminadas a la prevención de este tipo de hechos, en diferentes niveles.
En primer lugar, se requieren acciones que dependen en gran medida del sistema de salud y las instituciones, que den la relevancia que amerita a la promoción de la salud mental, apoyándose en prácticas basadas en evidencia sin dejar de lado el sentido humano.
En segundo lugar, algunas acciones que están bajo nuestro control y que, por tanto, nos permiten tomar un papel activo para contribuir a nuestra propia salud mental y de alguna manera, a la de los demás, son: mantener hábitos saludables (alimentación balanceada, sueño reparador y actividad física frecuente), incluir prácticas de autocuidado de forma más recurrente en la rutina (lo que implica dedicar un tiempo de calidad a uno mismo), reconocer y darle nombre a nuestras emociones, enfocar la atención en el momento presente, ser más amables con nosotros mismos pues a veces no lo somos y entender que es válido experimentar algunas emociones indeseadas en esos momentos difíciles y que, a pesar de ello, podemos actuar de acuerdo con lo que es importante para nosotros. También es importante buscar ayuda profesional de manera oportuna e identificar nuestra red de apoyo para hablar sobre lo que sentimos y compartir con las personas que son importantes en nuestra vida.
En tercer lugar, podemos ofrecer apoyo a las personas que lo requieren y si es algo que supera nuestros conocimientos o posibilidades, brindar las orientaciones para que la persona pueda acceder a una ayuda especializada. También en la interacción cotidiana con los demás, si damos un trato respetuoso, compasivo y humanizado, en el ámbito familiar, académico y laboral, estamos aportando algo que puede marcar la diferencia de manera considerable, pues día a día muchas personas experimentan sufrimiento, enfrentan grandes adversidades en nuestro país y cada una de esas personas importa, esa persona puedes ser tu o la persona que está al lado.
Si bien se proponen algunas acciones que podrían contribuir a la promoción de la salud mental, también es importante considerar algunas barreras que interfieren en ello. La principal barrera social es el estigma que hay en torno al tema de la salud mental, reflejado en la discriminación y aislamiento que sufren las personas que presentan alguna condición clínica, por parte de los demás, así como en las creencias erróneas sobre los servicios disponibles para la prevención e intervención en salud mental, por considerarse que sólo están indicadas para unos pocos y esto limita el acceso a estos servicios por el temor a ser juzgado.
Por lo tanto, es importante continuar uniendo esfuerzos desde las diferentes agremiaciones, el sistema de salud y todos como sociedad, para generar cambios que se traduzcan en condiciones óptimas para un desarrollo integral como seres humanos y esto incluye la promoción de la salud mental. Al respecto existen intervenciones basadas en evidencia propuestas por entidades como la Organización Mundial de la Salud para el afrontamiento del estrés y las adversidades, que ayudan a la reducción del malestar psicológico y la prevención de problemas de salud mental, que pueden ser consideradas para la población con mayor vulnerabilidad, entre ellos, los jóvenes en nuestro país.
Al conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental, es necesario que todos adoptemos un papel activo en nuestra vida cotidiana para aportar a nuestro propio bienestar emocional y al de los demás, esto implica continuar con acciones que permitan combatir el estigma y un primer paso puede ser recobrar la humanidad compartida que nos une, ser amables y compasivos con nosotros mismos y con los demás, admitiendo que cada acción cuenta y así se pueden lograr acciones transformadoras que nos comprometan a todos como país y fomenten una cultura de paz.
* María Luisa Barreto-Zambrano es psicóloga clínica y profesora del Politécnico Grancolombiano.
** Wilson López López es profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana.