Publicidad

Lo mejor de la arquitectura en el 2024

Columnista invitado EE: Enrique Uribe Botero, especial para El Espectador
14 de diciembre de 2024 - 04:00 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Un libro selecciona este arquitecto como lo mejor que sucedió en su profesión en este año que termina. Veamos.

Lo mejor de la arquitectura en el 2024
Foto: Enrique Uribe Botero

Es común en los medios de comunicación, en las empresas, entre amigos, deportistas y otros, hacer un balance de lo mejor en el año que termina; ya por ejemplo desde hace décadas -1960- está posicionado y se espera con ansiedad el Deportista del año de El Espectador. De mi parte hoy hago el de mi profesión, la arquitectura.

No lo voy a hacer de las obras arquitectónicas; este año se publicó la bienal de arquitectura en Colombia y en ella se presentaron más de 210 proyectos, en las diferentes categorías,[1] sin duda todos muy buenos, o así lo consideró el jurado. Lo voy a hacer sobre un libro: El proyecto en la arquitectura.

La razón me la da Benjamín Barney cuando cita en el mismo libro al escritor francés Daniel Pennac. "El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal". O, dicho en este libro con otras palabras por el arquitecto japonés Kenzo Tange, “Lo único que sabemos de la ciudad del futuro es que nos tocará convivir con las ruinas del presente. No les pasa lo mismo a los libros. Los buenos sobreviven durante décadas; éste sin duda será uno más de los sobrevivientes en la historiografía colombiana".

Desde mi punto de vista, lo mejor de la arquitectura en Colombia en el año que termina fue la publicación del libro El Proyecto en la arquitectura, del binomio Sylvia Patiño Spitzer y Benjamín Barney-Caldas, libro que no fue presentado para la categoría de publicaciones de la bienal de arquitectura, siendo el que yo considero más importante en varias décadas.

Esto, por supuesto, no les quita el mérito a los libros que se seleccionaron en la bienal, de los que destaco los 15 tomos de los dibujos de viaje de Germán Samper Gnecco y Las huellas del plan para Bogotá de Doris Tarchópoulos, publicados ambos por editoriales universitarias.

De El Proyecto en la arquitectura, que sería la segunda parte del publicado por la misma dupla en el 2019 con el nombre de Introducción a la arquitectura, me atrae, para empezar, la acertada conjunción de saberes y experiencias de los autores: Sylvia, editora y fotógrafa y Benjamín, arquitecto y pedagogo. Caso similar al del libro Garzón, el duelo imposible, editado por Alfredo Garzón y Verónica Ochoa, en este caso, con papeles invertidos, Verónica es la escritora encargada de la redacción de los textos y Alfredo, en su calidad de artista, de las imágenes; lo que garantiza de entrada una total concordancia y acertado diálogo de lo que se muestra con lo que se lee.

Sylvia y Benjamín cultivan y solidifican su curiosidad y saberes por medio de los viajes. Son una pareja de viajeros incansables alrededor del mundo, experiencias que con una generosidad infinita han querido compartir con nosotros en sus libros.

El proyecto en la arquitectura es el producto de un trabajo de décadas de Benjamín Barney como docente y articulista. Un apasionado de su profesión desde todos los puntos de vista, tiene por ejemplo diplomas en historia, sismo resistencia y bioclimática, amén de su interés permanente de estar buscando alrededor del mundo lo mejor de la arquitectura de los países que con Sylvia ha visitado; de ello dan fe las centenas de artículos por él publicados y las distinciones obtenidas por su trabajo.

Sylvia, por su parte, con su bien formado ojo, sentido de la estética, la técnica, la historia y el interés de presentar textos mediante imágenes y ediciones icónicas como lo han sido, entre otros, sus libros La María de Jorge Isaacs y La Vorágine de José Eustasio Rivera -muy recomendados-, enriquece El proyecto en la arquitectura mediante la selección de más de 700 de sus fotografías y algunas imágenes de archivos como no lo ha hecho ninguno de los libros de arquitectura editados en Colombia que yo conozco.

Aquí vale la pena destacar el vigor de una editorial independiente como editorSPatiño, que hoy nos entrega la joya que aquí presento y que se convierte en la golondrina que hace el verano, pues la editorial colombiana de arquitectura Escala desapareció hace años y de Proa es oportuno valorar los esfuerzos titánicos del arquitecto y docente Lorenzo Fonseca por mantener viva a una de las publicaciones más antiguas de América latina. Por fortuna han estado presentes las editoriales universitarias para llenar el vacío que el mercado dejó. Sobresale lo publicado por la Universidad Nacional, los Andes, la Javeriana, la Jorge Tadeo Lozano, la Universidad del Valle, la Universidad de Antioquia y la Universidad del Rosario, principalmente, a la vez que deploro que la entidad del estado encargada por ley del fomento y el ejercicio ético de la arquitectura y cuyos recursos provienen únicamente del bolsillo de los y las arquitect@s en Colombia (El Consejo de Arquitectura), por iniciativa del entonces consejero Alfonso Gómez Gómez, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Javeriana, después de haber publicado decenas de maravillosos títulos, haya adoptado el lema: “El Consejo no es una industria editorial” y hasta ahí se llegó, salvo haber impreso -no tenían otra opción- un libro sobre el trabajo del urbanista austriaco Karl Brunner en Colombia, que dejó hecho la administración anterior.

Tener en las manos El proyecto en la arquitectura es un absoluto deleite. Barney con sus textos nos da la posibilidad de disfrutar el libro de diferentes formas, todas enriquecedoras; podría ser empezando por la primera página y terminando en la última; sin embargo, esto ni siquiera está sugerido; si bien tiene un orden temático, el lector no se sentirá dirigido por un orden de lectura. El autor de los textos da la libertad al lector de definir su orden o escoger los temas que le interesen. Es de los libros que no está necesariamente concebido para ser leído de portada a portada. Puede incluso ser catalogado como un libro de consulta.

Una de las maneras de adentrarse en el libro es, por ejemplo, concentrándose en las frases propias o de grandes arquitectos y pensadores con las que los autores recrean el libro en páginas intercaladas.

Frases que se convierten en lapidarias como: "Cali ignoró su muy bello paisaje andino de cerros cordillera con farallones atrás". O esta de Frank Lloyd Wrigth: "Todo gran arquitecto, necesariamente, es un gran poeta… un gran intérprete original de su tiempo". O "El espacio público debe ser la extensión de la vida privada", de Luis Salvadó. De Socrátes, "De lejos, la mejor y más admirable forma de sabiduría es la necesaria para planificar y embellecer ciudades y comunidades humanas".

Se destaca con agrado, recorriendo el libro, la pasión de Benjamín Barney por enseñar; diría que es un pedagogo nato, de esos que disfruta compartiendo el conocimiento, juicioso y detallista como todo buen profesor. Con sus textos, más que darnos lecciones nos abre los ojos a los lectores para que descubramos las maravillas de la arquitectura; ojos que mantendremos bien abiertos motivados a la vez por las elocuentes imágenes de Sylvia Patiño.

No es por azar que el colofón de su libro sea: "La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz", de Imanuel Kant.

Y, para cerrar el libro y que se consolide como lo que yo creo que es, una imprescindible guía para aprender y conocer arquitectura, no solo para arquitect@s y estudiantes de la misma sino para los miles de apasionad@s que disfrutan de esta disciplina, termina Barney con un detallado glosario especialmente ordenado por él, mediante temas y subtemas que motivan el descubrimiento a medida que pasamos de una palabra a otra; ahí nos podemos quedar un buen rato, aprendiendo o revisando lo que ya conocemos.

Y, claro, una deliciosa, extensa -cinco páginas- y variada bibliografía que puede ir desde documentos técnicos del Departamento Nacional de Planeación, pasando por libros de arquitectura nacionales e internacionales de diferentes autores, hasta llegar a nombres como los de Mario Vargas Llosa o el poeta T.S. Eliot, el ensayista Carlos Granés y Milan Kundera. Una brújula que marca el norte al lector hacia donde lo quiera dirigir.

Imprescindible en la biblioteca de cualquiera que guste de la arquitectura.

Termino mi escrito por donde Barney empezó su libro, con los agradecimientos. Recuerda en primera instancia a sus profesores de infancia y adolescencia. Al profesor Ernesto Bein en el Gimnasio Moderno y a Leopoldo Rother en la Universidad de los Andes, a la vez que a sus amigos Willy Drews, Carlos Morales, Rogelio Salmona y Germán Colmenares. Lo hago porque me llama la atención cómo grandes personajes de la historia agradecen. Como Albert Camus, quien al recibir el premio Nobel de Literatura escribió a su profesor de primaria reconociéndolo como la persona que lo llevó a recibir el premio. Así se lo manifestó: "Sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto". O Simón Bolívar, cuando le escribió a su tutor Simón Rodríguez: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso". Y Gabriel García Márquez, quien en su discurso al recibir el premio Nobel escribió: "Dedico este premio a mi primera maestra del colegio Montessori de Aracataca -Rosa Ferguson-, que a los 5 años me enseñó a amar la literatura.

[1] Ordenamiento urbano y regional, Diseño urbano y paisajismo, Proyecto arquitectónico, Hábitat social, Vivienda unifamiliar y multifamiliar, Arquitectura de interiores e investigación en el patrimonio.

Por Enrique Uribe Botero, especial para El Espectador

 

Heliodoro(58669)14 de diciembre de 2024 - 04:39 p. m.
Bien artículo para un país que desdeña lo sensitivo de l hábitat dentro del paisage
  • Camilo(5290)16 de diciembre de 2024 - 03:40 p. m.
    De acuerdo, suscribo su comentario 👍🏼
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar