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Los desaciertos del gobierno Petro acerca de Taiwán

Columnista invitado EE: Juan Gabriel Gómez Albarello*
16 de mayo de 2023 - 10:39 p. m.
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En el contexto del aumento de las tensiones en el estrecho de Taiwán, el gobierno del presidente Petro ha tomado un curso de acción desacertado. La manifestación más clara de ello es la directiva del viceministro de Relaciones Exteriores, Francisco Coy, en la que establece que “todos los funcionarios del sector público del orden nacional, departamental y municipal deben abstenerse (el subrayado es del original) de tener contacto, reuniones, y/o manifestaciones de apoyo con funcionarios de la Región de Taiwán, China.”

Según el viceministro Coy, esta directiva tiene su fundamento en la “firme adhesión” del Estado colombiano al principio de “Una sola China” según el cual la República Popular China (RPC) y sus autoridades son reconocidas como “el único Estado legítimo”. Aquí comienzan los desaciertos, los cuales también son imputables a gobiernos anteriores – recuerdo, por ejemplo, a una antigua funcionaria del gobierno Santos referirse a Taiwán, con bastante ligereza y supina ignorancia, como “la provincia rebelde” de China.

Como este es un asunto tan delicado, conviene citar literalmente el siguiente documento: el comunicado suscrito conjuntamente por los representantes de Colombia, Indalecio Liévano Aguirre, y de la RPC, Chen Chu, con ocasión del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. Según lo anunciado en este comunicado, esas relaciones comenzaron el 7 de febrero de 1980.

“El Gobierno de la República de Colombia reconoce al Gobierno de la República Popular China como el único gobierno legal de China. El Gobierno chino reafirma que Taiwan (sic) es una parte inalienable del territorio de la República Popular China. El Gobierno de la República de Colombia toma nota de esta posición del Gobierno de la República Popular China.”

“Tomar nota” del reclamo de China sobre Taiwán no equivale a “reconocer” o “aceptar” la validez de ese reclamo. Quienes están familiarizados con las sutilezas del lenguaje diplomático saben muy bien a qué me estoy refiriendo. Para los legos, todo esto puede tener la apariencia de meandros y sinuosidades que nos distraen de lo esencial. Sin embargo, es precisamente lo esencial lo que está en juego en la elección de una u otra expresión.

El lenguaje diplomático, además de medio para expresar acuerdos, rebosa en fórmulas para expresar sin estridencia los graves desacuerdos que persisten entre las partes, cuando firman un tratado o hacen una expresión conjunta. Uno de los problemas más graves de la diplomacia, y en general de las relaciones internacionales, concierne precisamente a la dificultad para traducir de una lengua a otra estas sutilezas. (Quienes quieran profundizar en el tema, podrían revisar la historia de las gravísimas consecuencias que tuvo la mala traducción de la palabra japonesa mokusatsu en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial).

Esa sutileza es la que la RPC se ha empeñado en desconocer al traducir “tomar nota” como “reconocer” o “aceptar”. Hoy clama al cielo y protesta, e incluso amenaza con usar la fuerza, en una clara violación de la Carta de Naciones Unidas, porque afirma que Estados Unidos no respeta el principio de “una sola China”. Espera, además, que todos los países que tienen relaciones diplomáticas con China se acojan a su equivocada interpretación.

Desde hace más o menos veinte años, cuando el entonces presidente Álvaro Uribe visitó China, el gobierno colombiano interiorizó la aspereza de su contraparte en Beijing y hoy ha vuelto a hacer gala de esa misma falta de finura. Por eso, es totalmente desacertado invocar la aceptación del principio de “una sola China” para desconocer a Taiwán. Hemos de tener presente que esa es la política que Beijing quiere que sigamos. No es la que está conforme con nuestros valores y nuestros intereses.

Uno de los principios fundamentales de nuestra Constitución se refiere expresamente a los valores de acuerdo con los cuales Colombia debe conducir sus relaciones internacionales. Ese principio establece que el fundamento de nuestra política exterior reside “en la soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el reconocimiento de los principios del derecho internacional aceptados por Colombia”. De partida, no estamos siendo muy soberanos cuando aceptamos que una potencia nos diga con quién podemos relacionarnos y con quién no.

No somos tampoco leales a la Constitución, cuando hacemos caso omiso del principio de autodeterminación de los pueblos. La RPC nunca ha ejercido soberanía sobre Taiwán. Las autoridades legítimas de Taiwán, en contraste con China, han sido establecidas democráticamente. Luego de una transición exitosa de un régimen autoritario a uno democrático, Taiwán es un país ejemplar en muchas dimensiones: reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y de las minorías sexuales, acceso a la salud y la educación; es ejemplar incluso en materia de justicia transicional.

De lo anterior no se sigue, como equivocadamente algunos tratan de sugerir, que lo que aquí se propone es romper relaciones diplomáticas con China. Colombia puede tomar el camino de otros países que mantienen relaciones bastante estrechas de comercio y cooperación con Taiwán, y tienen al mismo tiempo relaciones diplomáticas con el gobierno de la RPC.

Durante el tiempo que he estado en Taipei como recipiente de la beca Taiwán del Ministerio de Relaciones Exteriores de este país, he visto la visita de delegaciones parlamentarias de Francia y Filipinas. En los meses previos, además de la visita de Nancy Pelosi, la presidenta Tsai recibió a un ministro alemán y a una delegación parlamentaria de Indonesia y del Reino Unido. ¿Por qué no podría venir a Taipei una delegación colombiana?

Se equivocaría gravemente el Ministerio de Relaciones Exteriores si tratara de impedirlo. Una acción de ese talante es propia de regímenes como el de Cuba o Corea del Norte, donde la oposición está sofocada por la represión del gobierno. En un país pluralista como Colombia, líderes parlamentarios de cualquier partido podrían tomar la iniciativa de visitar Taiwán con el propósito de conocer de primera mano qué es lo que hace a este país ejemplar y cómo nuestra nación podría beneficiarse de una relación estrecha con la isla que antiguamente era conocida como Formosa.

El Ministerio de Relaciones Exteriores también se equivocaría, gravemente, si quisiera impedir acuerdos de cooperación en la esfera educativa y cultural, como los que nos han beneficiado a muchos becarios en el pasado, pues es un derecho de todas las personas en Colombia la libre “búsqueda del conocimiento y la expresión artística”, tal y como lo establece el artículo 71 de la Constitución.

No es ningún asunto menor que China amenace con usar la fuerza contra Taiwán y que esté dispuesta a desencadenar una Tercera Guerra Mundial. Las ambigüedades, como las del presidente Petro frente a la agresión rusa en Ucrania, son inaceptables. La conducta más consecuente con nuestros valores e intereses es unirnos a las voces de quienes reprochan a China realizar una y otra vez amenazas a la integridad de Taiwán.

Colombia no debe estar en el lado equivocado de la historia. Taiwán es una nación democrática cuya voz debe ser reconocida y escuchada en los foros internacionales. A este respecto, conviene mencionar, a modo de conclusión, que en la próxima reunión de la Organización Mundial de la Salud, Taiwán podría aportar su experiencia en el manejo exitoso del Covid-19, pues contrasta con la política draconiana y opaca de China. Como ciudadanos de este planeta, no solo de Colombia, hemos de procurar un curso de acción distinto del seguido hasta ahora.

* Abogado, Ph D en ciencia política, profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia.

Por Juan Gabriel Gómez Albarello*

Camilo(v9l66)20 de mayo de 2023 - 05:33 p. m.
La prudencia, en estos momentos de guerra, debe ser extrema. Afiliarse como propone a Taiwan es aceptar el control de USA lo cual conducirá a que nos inviten a poner muertos en esa otra guerra, que como todas, USA propone con muertos ajenos (ya ponemos los muertos en la guerra anti drogas, no más gracias!). Por fortuna podemos afiliarnos a la posición brasileña, de Lula, mucho menos comprometida con poderes extranjeros. Un día seremos independientes, al fin. (no será pronto...)
Javier(qfigf)18 de mayo de 2023 - 11:46 a. m.
A la fecha solo 15 naciones reconocen a Taiwán como República independiente, lo que desdice lo dicho en su artículo cuando se refiere a esa isla como tal. Lo único válido en su discertación aquí es la recomendación uno de la prudencia diplomática que Colombia debiera adoptar más no la de realizar visitas oficiales a la isla.
Pedro(86870)18 de mayo de 2023 - 12:45 a. m.
Interesante el tema. de todos modos, el mundo hoy es multipolar. El nuevo socio comercial destacado en América Latina es China y ahí la línea es delicada. Tampoco uno sabe hasta qué punto China es una dictadura o no lo es. Ellos tienen una concepción diferente de la política. Eso por que aquí entregamos a Panamá puede que chinos no estén dispuestos a eso
Eduardo(7668)17 de mayo de 2023 - 08:47 p. m.
Respeto con Petro, sinólogo por excelencia.
Luis(04584)17 de mayo de 2023 - 07:02 p. m.
Y este balurdo de donde salio
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