No mentirás: los peligros de los discursos mentirosos contra personas LGBT
Por Marcela Sánchez Buitrago*
Mi amiga Gloria me contó que, cuando era niña en los 70, en Chile decían que los comunistas desmembraban las familias y “se comían las guaguas”, y la gente lo creía. Ahora la gente dice que gais y lesbianas quieren “homosexualizar” niños, cambiarles el sexo y acabar con la familia. Y la gente lo cree. Parece absurdo, pero estas mentiras se generalizan en contextos de miedos infundados, desinformación, y por eso se asientan con tanta fuerza.
Así funcionan las estrategias de movilización del miedo, que también logran la movilización en las calles y en agendas electorales. Usan una figura de autoridad, pastor o líder político, que dice una verdad a medias o algunas mentiras a través de WhatsApp, videos y audios cortos. Esas herramientas capturan audiencias específicas y no permiten discusión, ni réplica, pero tienen el poder de instalar ideas simples mediante frases cortas y emotivas. Todo ello sumado a que los mensajes provienen de una figura de autoridad que no se cuestiona. Y la gente lo cree.
Hay dos ejemplos claros de las innumerables verdades a medias que circulan hoy: “en los colegios les enseñan a los niños a masturbarse porque dan clases de educación sexual”. La primera parte es falsa, la segunda es verdadera. El padre de familia va al colegio y efectivamente verifica que hay educación sexual porque en Colombia existe una ley sobre la materia. El padre no vio el currículum, solo confirmó su miedo a que su hijo se masturbe porque en el colegio le enseñan educación sexual. Y la gente lo cree.
El segundo ejemplo es difundir que los Acuerdos de Paz con las Farc promovían el matrimonio de parejas del mismo sexo y el aborto porque hablaban de género. Y sí, el Acuerdo se refiere al género como herramienta para evidenciar impactos diferenciales del conflicto entre hombres y mujeres. La gente buscó la palabra género en el texto del Acuerdo, efectivamente la encontró, y “confirmaba una falsedad sin leer todo el texto”. Y la gente lo cree.
La estrategia de verdades a medias va de la mano de campañas de desprestigio. Es así como políticos o fundamentalistas religiosos (no me refiero a las comunidades de fe) difunden mensajes entre sus cautivas audiencias y afirman, por ejemplo en nuestro caso, que Colombia Diversa es la principal difusora de la llamada “ideología de género” y la cabeza del “lobby gay”. Y la gente lo cree.
Estas campañas de desprestigio que usan la expresión “ideología de género” nos hacen ver a las activistas LGBT como enemigos de la familia, los niños y la sociedad. Nos asocian negativamente con el comunismo (por cierto, otro de los enemigos/demonios que ellos combaten) e incluso llegan a vincularnos tendenciosamente a grupos armados ilegales. Estas estrategias escalan y son muy peligrosas. A tal punto que en agosto de 2018 fuimos amenazados por un grupo autodenominado Bloque Central de las Águilas Negras en un panfleto que circuló en Bogotá.
Todas estas campañas de desprestigio y desinformación ponen en riesgo la vida e integridad personal de lesbianas, gais, bisexuales y personas trans porque promueven que la gente se organice en contra nuestra. Eso además deslegitima nuestro trabajo como defensores de derechos humanos. Pero ahí sí, la gente NO cree.
Es fundamental entablar una nueva conversación que sirva para derribar los muros de mentira, odio y difamación que montan quienes tienen intereses electorales para crear corrientes más centradas en su propio provecho individual y grupal, y menos en el interés colectivo como sociedad colombiana.
* Directora de Colombia Diversa.
Por Marcela Sánchez Buitrago*
Mi amiga Gloria me contó que, cuando era niña en los 70, en Chile decían que los comunistas desmembraban las familias y “se comían las guaguas”, y la gente lo creía. Ahora la gente dice que gais y lesbianas quieren “homosexualizar” niños, cambiarles el sexo y acabar con la familia. Y la gente lo cree. Parece absurdo, pero estas mentiras se generalizan en contextos de miedos infundados, desinformación, y por eso se asientan con tanta fuerza.
Así funcionan las estrategias de movilización del miedo, que también logran la movilización en las calles y en agendas electorales. Usan una figura de autoridad, pastor o líder político, que dice una verdad a medias o algunas mentiras a través de WhatsApp, videos y audios cortos. Esas herramientas capturan audiencias específicas y no permiten discusión, ni réplica, pero tienen el poder de instalar ideas simples mediante frases cortas y emotivas. Todo ello sumado a que los mensajes provienen de una figura de autoridad que no se cuestiona. Y la gente lo cree.
Hay dos ejemplos claros de las innumerables verdades a medias que circulan hoy: “en los colegios les enseñan a los niños a masturbarse porque dan clases de educación sexual”. La primera parte es falsa, la segunda es verdadera. El padre de familia va al colegio y efectivamente verifica que hay educación sexual porque en Colombia existe una ley sobre la materia. El padre no vio el currículum, solo confirmó su miedo a que su hijo se masturbe porque en el colegio le enseñan educación sexual. Y la gente lo cree.
El segundo ejemplo es difundir que los Acuerdos de Paz con las Farc promovían el matrimonio de parejas del mismo sexo y el aborto porque hablaban de género. Y sí, el Acuerdo se refiere al género como herramienta para evidenciar impactos diferenciales del conflicto entre hombres y mujeres. La gente buscó la palabra género en el texto del Acuerdo, efectivamente la encontró, y “confirmaba una falsedad sin leer todo el texto”. Y la gente lo cree.
La estrategia de verdades a medias va de la mano de campañas de desprestigio. Es así como políticos o fundamentalistas religiosos (no me refiero a las comunidades de fe) difunden mensajes entre sus cautivas audiencias y afirman, por ejemplo en nuestro caso, que Colombia Diversa es la principal difusora de la llamada “ideología de género” y la cabeza del “lobby gay”. Y la gente lo cree.
Estas campañas de desprestigio que usan la expresión “ideología de género” nos hacen ver a las activistas LGBT como enemigos de la familia, los niños y la sociedad. Nos asocian negativamente con el comunismo (por cierto, otro de los enemigos/demonios que ellos combaten) e incluso llegan a vincularnos tendenciosamente a grupos armados ilegales. Estas estrategias escalan y son muy peligrosas. A tal punto que en agosto de 2018 fuimos amenazados por un grupo autodenominado Bloque Central de las Águilas Negras en un panfleto que circuló en Bogotá.
Todas estas campañas de desprestigio y desinformación ponen en riesgo la vida e integridad personal de lesbianas, gais, bisexuales y personas trans porque promueven que la gente se organice en contra nuestra. Eso además deslegitima nuestro trabajo como defensores de derechos humanos. Pero ahí sí, la gente NO cree.
Es fundamental entablar una nueva conversación que sirva para derribar los muros de mentira, odio y difamación que montan quienes tienen intereses electorales para crear corrientes más centradas en su propio provecho individual y grupal, y menos en el interés colectivo como sociedad colombiana.
* Directora de Colombia Diversa.