Oportunidades de Colombia en la COP 16
Henry Garay Sarasty*
Oportunidades de Colombia en la COP 16
La Cumbre de la tierra de Río de Janeiro en 1992 marcó el punto de inflexión en las prioridades globales; el medio ambiente entró a ocupar un lugar destacado, al menos en la esfera política en aquel momento.
De esta cumbre surge la necesidad de alcanzar consensos en materia de biodiversidad y cambio climático. El Convenio Marco de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica entró en vigor el 29 de diciembre de 1993. El Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático entró en vigor el 21 de marzo de 1994.
A pesar de haberse alcanzado estos convenios, con diferencia de menos de tres meses, se advierte un avance disparejo, en términos de capacidad de incidencia. Esto se refleja en los diferentes instrumentos, mecanismos, indicadores, metodologías de monitoreo y metas. Estas últimas, por su carácter vinculante.
El convenio de Diversidad Biológica celebra su conferencia de las partes número 16 en Cali, en tanto el convenio de Cambio Climático celebra su conferencia de las partes número 29 en Bakú – Azerbaiyán, este mismo año, con diferencia de semanas.
Los avances en materia de Biodiversidad hasta el momento no han sido de manera alguna vinculantes, no solo para los estados signatarios, sino lo más importante, tampoco para los actores económicos responsables de su pérdida, o bien, de su recuperación.
En Colombia hay un gran avance en la identificación de los causantes de la pérdida de biodiversidad, como es la deforestación y el uso inadecuado del suelo. Particularmente, los que serían llamados a ser los bancos de biodiversidad en Colombia son sus parques nacionales naturales, que conforman un sistema representativo de los diferentes ecosistemas que hacen de Colombia un país megadiverso. Sin embargo, este sistema, al igual que la inmensa Reserva Forestal de baldíos de la Nación, son objeto de deforestación y uso inadecuado del suelo.
Existe una total desarticulación entre esa pérdida de biodiversidad en espacios rurales y las dinámicas urbanas, toda vez que las actividades que generan la deforestación son consideradas en el mejor de los casos como informales o ilegales.
No existen, en el marco del convenio de biodiversidad, instrumentos o mecanismos de gestión que permitan al sector empresarial formal sumarse de forma efectiva a la recuperación de biodiversidad.
De otra parte, el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático cuenta con diferentes instrumentos, mecanismos, indicadores, metodologías de monitoreo y metas. Las famosas NDC (Contribuciones Nacionales Determinadas, por su sigla en inglés) son las “metas” que cada país se ha impuesto para reducir sus emisiones de gases efecto invernadero y así, contribuir a la mitigación del calentamiento de la tierra. Colombia se ha impuesto el 51% de reducción a 2030.
Este convenio ha logrado que todos los países signatarios hayan trasladado a sus respectivos marcos regulatorios todos y cada uno de los desarrollos en materia de instrumentos. En el caso de Colombia, se evidencia a través de políticas como CONPES 3934 de 2018 de Crecimiento Verde, Ley 1931 de 2018 de Cambio Climático, Ley 2099 de 2021 de Transición Energética, Ley2169 de 2021 de Desarrollo bajo en Carbono, etc.
Adicionalmente, este convenio ha logrado permear la esfera del comercio internacional. La Unión Europea, por ejemplo, con su directiva sobre el Green Deal, o Pacto Verde, restringe el acceso a su mercado a cualquier producto que presente trazas de deforestación, independientemente de su procedencia. De igual forma, en los mercados financieros se han desarrollado metodologías para medir el riesgo climático de las empresas en términos económicos como la TFCD (Task Force on Climate-related Financial Disclosures), que está en continuo desarrollo, para informar a los actores del mercado sobre el desempeño de las empresas e incidir así en su valor o el costo de los servicios que demandan, tales como financiación o seguros.
En la última COP de este convenio en Dubái, la COP 28, se acordaron aspectos que vinculan este convenio con el de Biodiversidad, como por ejemplo: duplicar la financiación para la adaptación respecto de los niveles de 2019 para 2025, detener y revertir la deforestación y degradación de los bosques, el establecimientos de todas las partes de planes nacionales de adaptación para 2030, reducir la escasez de agua, lograr una producción alimentaria y agrícola resistente, aumentar resiliencia de infraestructuras al cambio climático, reducir efectos del cambio climático sobre la erradicación de la pobreza, etc. En materia de cooperación internacional, reconoce el papel de las empresas y destaca la necesidad de reforzar los incentivos, normativas y condiciones para orientar las inversiones para lograr una transición mundial hacia la reducción de emisiones de CO2.
La COP 16 de Biodiversidad en Cali es la oportunidad para que países del Sur Global como Colombia eleven propuestas de convergencia de estos dos convenios marco, a través de proyectos que involucren al sector empresarial con soluciones basadas en naturaleza, que contribuyan a restablecer el ciclo del carbón a nivel global y a detener la pérdida de biodiversidad y gestionar su restauración. Se debe materializar en una declaración que llegue a la COP 29 de Cambio Climático en Bakú para promover la convergencia.
* Presidente Ejecutivo de la Corporación Ambiental Empresarial - CAEM.
Oportunidades de Colombia en la COP 16
La Cumbre de la tierra de Río de Janeiro en 1992 marcó el punto de inflexión en las prioridades globales; el medio ambiente entró a ocupar un lugar destacado, al menos en la esfera política en aquel momento.
De esta cumbre surge la necesidad de alcanzar consensos en materia de biodiversidad y cambio climático. El Convenio Marco de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica entró en vigor el 29 de diciembre de 1993. El Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático entró en vigor el 21 de marzo de 1994.
A pesar de haberse alcanzado estos convenios, con diferencia de menos de tres meses, se advierte un avance disparejo, en términos de capacidad de incidencia. Esto se refleja en los diferentes instrumentos, mecanismos, indicadores, metodologías de monitoreo y metas. Estas últimas, por su carácter vinculante.
El convenio de Diversidad Biológica celebra su conferencia de las partes número 16 en Cali, en tanto el convenio de Cambio Climático celebra su conferencia de las partes número 29 en Bakú – Azerbaiyán, este mismo año, con diferencia de semanas.
Los avances en materia de Biodiversidad hasta el momento no han sido de manera alguna vinculantes, no solo para los estados signatarios, sino lo más importante, tampoco para los actores económicos responsables de su pérdida, o bien, de su recuperación.
En Colombia hay un gran avance en la identificación de los causantes de la pérdida de biodiversidad, como es la deforestación y el uso inadecuado del suelo. Particularmente, los que serían llamados a ser los bancos de biodiversidad en Colombia son sus parques nacionales naturales, que conforman un sistema representativo de los diferentes ecosistemas que hacen de Colombia un país megadiverso. Sin embargo, este sistema, al igual que la inmensa Reserva Forestal de baldíos de la Nación, son objeto de deforestación y uso inadecuado del suelo.
Existe una total desarticulación entre esa pérdida de biodiversidad en espacios rurales y las dinámicas urbanas, toda vez que las actividades que generan la deforestación son consideradas en el mejor de los casos como informales o ilegales.
No existen, en el marco del convenio de biodiversidad, instrumentos o mecanismos de gestión que permitan al sector empresarial formal sumarse de forma efectiva a la recuperación de biodiversidad.
De otra parte, el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático cuenta con diferentes instrumentos, mecanismos, indicadores, metodologías de monitoreo y metas. Las famosas NDC (Contribuciones Nacionales Determinadas, por su sigla en inglés) son las “metas” que cada país se ha impuesto para reducir sus emisiones de gases efecto invernadero y así, contribuir a la mitigación del calentamiento de la tierra. Colombia se ha impuesto el 51% de reducción a 2030.
Este convenio ha logrado que todos los países signatarios hayan trasladado a sus respectivos marcos regulatorios todos y cada uno de los desarrollos en materia de instrumentos. En el caso de Colombia, se evidencia a través de políticas como CONPES 3934 de 2018 de Crecimiento Verde, Ley 1931 de 2018 de Cambio Climático, Ley 2099 de 2021 de Transición Energética, Ley2169 de 2021 de Desarrollo bajo en Carbono, etc.
Adicionalmente, este convenio ha logrado permear la esfera del comercio internacional. La Unión Europea, por ejemplo, con su directiva sobre el Green Deal, o Pacto Verde, restringe el acceso a su mercado a cualquier producto que presente trazas de deforestación, independientemente de su procedencia. De igual forma, en los mercados financieros se han desarrollado metodologías para medir el riesgo climático de las empresas en términos económicos como la TFCD (Task Force on Climate-related Financial Disclosures), que está en continuo desarrollo, para informar a los actores del mercado sobre el desempeño de las empresas e incidir así en su valor o el costo de los servicios que demandan, tales como financiación o seguros.
En la última COP de este convenio en Dubái, la COP 28, se acordaron aspectos que vinculan este convenio con el de Biodiversidad, como por ejemplo: duplicar la financiación para la adaptación respecto de los niveles de 2019 para 2025, detener y revertir la deforestación y degradación de los bosques, el establecimientos de todas las partes de planes nacionales de adaptación para 2030, reducir la escasez de agua, lograr una producción alimentaria y agrícola resistente, aumentar resiliencia de infraestructuras al cambio climático, reducir efectos del cambio climático sobre la erradicación de la pobreza, etc. En materia de cooperación internacional, reconoce el papel de las empresas y destaca la necesidad de reforzar los incentivos, normativas y condiciones para orientar las inversiones para lograr una transición mundial hacia la reducción de emisiones de CO2.
La COP 16 de Biodiversidad en Cali es la oportunidad para que países del Sur Global como Colombia eleven propuestas de convergencia de estos dos convenios marco, a través de proyectos que involucren al sector empresarial con soluciones basadas en naturaleza, que contribuyan a restablecer el ciclo del carbón a nivel global y a detener la pérdida de biodiversidad y gestionar su restauración. Se debe materializar en una declaración que llegue a la COP 29 de Cambio Climático en Bakú para promover la convergencia.
* Presidente Ejecutivo de la Corporación Ambiental Empresarial - CAEM.